La energía de las aguas
En Uruguay, los beneficios de las aguas termales y los paisajes calmos de la represa Salto Grande. Además, la propuesta del hotel Horacio Quiroga.
Populosa y tranquila a la vez, la ciudad uruguaya de Salto –frente a Concordia, en la provincia de Entre Ríos– está vinculada a la historia y al presente de los argentinos. Llamada en otros tiempos Salto Oriental, aunque la precede, su nombre se vincula de inmediato con la represa de Salto Grande, emprendimiento energético compartido con la Argentina.
Convertida en un enorme lago de más de 700 kilómetros, la represa está a sólo 14 kilómetros de la ciudad y, sin modificar en nada las costumbres ni el trazado de este manso enclave urbano –que alberga a unos cien mil habitantes–, le sumó un espectacular espejo de agua rodeado por bosques centenarios. El turismo termal –gracias a las termas de Salto Grande, de Dayman y, a unos 80 km al norte, las de Arapey– es el gran motor de la economía local.
Precisamente a un par de kilómetros de la represa, en ese gran parque que alterna abigarradas formaciones arbóreas con vastas extensiones de pastizales y aguadas se alza el Hotel Horacio Quiroga, definido como “spa termal”, pero cuyo despliegue y servicios lo convierten en una propuesta sorprendente y completa. El nombre del gran escritor salteño –también gentilicio de los nacidos en Salto– es un atractivo más para los argentinos que adoptaron al autor de “Cuentos de la Selva” como su hijo pródigo, y cuya obra rebasó los límites de su bella cuna, su país y el propio continente. Vale destacar que en Salto se puede visitar la Casa Quiroga, un edificio del siglo XIX que fue la casa quinta de la familia del escritor y que hoy alberga un espacio cultural y social con objetos personales de Quiroga, sus cenizas y también una exposición de la poetisa salteña Marosa Di Giorgio.
El hotel comenzó a funcionar hace casi 20 años con una única pileta cubierta en un edificio pequeño construido a poca distancia de la vertiente, cuyas aguas afloran desde los 1.300 metros de profundidad a 45 grados centígrados. Desde entonces, creció a pasos agigantados.
Construido a la vera del gran lago de Salto Grande en un predio de 218 hectáreas, tiene gran variedad de vegetación y fauna. El visitante puede solazarse en ese gran perímetro a pie, en bicicleta, en vehículos eléctricos o a caballo. Por caminos asfaltados y señalizados, los paseantes pueden recorrer esas inmensidades “libres de estrés”, como anuncian los carteles, y recuperar, por un momento, ese esencial contacto con la naturaleza.
El complejo está integrado por tres espacios. Por un lado, el hotel; por otro, las cabañas, ubicadas enfrente pero separadas por una gran lengua de agua; y un tercer espacio, el Parque de Agua. Todos bañados por las beatíficas aguas termales, cuyas virtudes se reconocen para el tratamiento de dolencias corporales y cuya ingestión además se recomienda para afecciones intestinales, duodenales y renales. Técnicamente se las define como aguas “bicarbonatadas sódicas cloruradas” y sus efectos relajantes son casi milagrosos.
Paisaje desde el hotel
Dispuestas en tres edificios de tres pisos, las 80 habitaciones del hotel (para dos y cuatro personas), y algunos departamentos en suite, gozan de una virtud esencial: todos miran hacia el lago, porque el hotel está construido en la punta de una bella península en un entorno casi insular.
En cuanto a las cabañas, se trata de 20 cómodas viviendas de madera, de uno y dos dormitorios, provistos de todo confort: aire acondicionado, calefacción y televisores en todos los ambientes, conexión a Internet, sillones y una cocina completa. Sus moradores pueden desayunar en el lugar y luego almorzar o cenar en el hotel. Cada cabaña tiene vista a la laguna y están suficientemente separadas como para guardar intimidad. Todas han sido bautizadas con títulos de cuentos de Quiroga.
El establecimiento dispone de tres enormes piscinas: una cubierta por una gran cúpula transparente, habilitada todo el año. A pocos metros, una piscina colocada casi a nivel del lago, mirando al puente de Salto Grande. Rodeado de jardines y sombrillas, ese espacio suma una pileta para niños y dos hidromasajes. Al lado de la pileta cerrada, separada por un enorme deck con mesas, sillas y reposeras, asoma otra pileta más chica, construida mitad bajo techo y mitad al aire libre. El servicio funciona las 24 horas.
En esta zona, el Bar de las Piscinas tienta con sus parrilladas, minutas y servicio de cafetería. A su vez, el restaurante Iveraromi ofrece desayunos, cenas y almuerzos con una carta internacional. Ubicado al lado de la bella Plaza de Armas, mira hacia el lago. Además hay un restaurante para actividades privadas y tres salas de congresos.
Entre los servicios, también se ofrecen paseos en catamarán, bicicletas, caballos, visitas a una granja, sala de entretenimiento, la de aparatos para gimnasia y el espacio para uso de Internet.
El parque de agua
A poco más de un kilómetro del hotel –se puede ir caminando o en los vehículos que brinda el mismo complejo– el Parque Acuático es una sorpresa para grandes y chicos enclavada en medio del bosque. Sobresalen sus dos piletas en diferentes niveles, unidas por una intensa cascada que usan los bañistas como “masaje natural”. Provistas de agua termal a diferentes temperaturas, están abiertas al cielo y a un marco de pinos que seduce.
Los más chicos se divierten en “Splash”, un colorido castillo con hamacas y trepadores que funciona bajo una lluvia constante. Además, “Playa Paraíso” simula las olas del mar y “Anaconda” recibe a los valientes que se atreven a deslizarse por divertidos toboganes de distintas alturas, donde se destaca el “Black Hole”, un tobogán cerrado de 73 metros de largo.
Este parque es público y arancelado, con libre acceso para los huéspedes. Un bar y el restaurante “La casona” ofrecen menúes atractivos que se pueden disfrutar bajo la generosa sombra de los cipreses cónicos.
Lo demás lo hace la naturaleza. Venteveos y tordos se delatan con su canto entre el follaje de los eucaliptos, ceibos y robles. Abundan las calandrias y no es extraño ver, aun cerca del hotel, carpinchos y lagartos, aquerenciados con los turistas. De noche, coyuyos y bichitos de luz recuerdan que la naturaleza sigue siendo sugestiva y misteriosa.
MINIGUIA
COMO LLEGAR. En auto: desde Bs. As., 410 kilómetros por ruta 14 hasta Concordia. Hasta el hotel Horacio Quiroga, 45 km por el puente Salto Grande. Hasta Salto son 32 kilómetros más. En ómnibus, de Bs. As. a Concordia. El tramo Concordia-Salto
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