Firenze, un museo al aire libre
Un museo al aire libre." Así llaman a Firenze, la capital de la Toscana.La primera vista de esta maravillosa ciudad, desde la Piazzale de Michelangelo, el tan estratégico mirador que ya nos recibe con una réplica del David, es un regocijo indescriptible para los sentidos. Allí, ante nuestros ojos asombrados, la ciudad baja de colores ocres y rojizos, destacándose la torre del Palazzo Vecchio y el Duomo.
Atravesada por el río Arno se destacan los puentes y sus coloridas construcciones, siendo la estrella turística el Ponte Vecchio con sus famosas joyerías y candados de los enamorados.
Ciudad para recorrer a pie, es impensable otro medio. Partiendo de la Piazza della Signoria se puede iniciar un interesante recorrido. Al entrar ahí se comprende la descripción de Stendhal de su curioso mal, que él asemeja a una borrachera de arte. Es tanto el arte de esa piazza que nuestra mente y espíritu tardan en asimilarlo. La fuente de Neptuno, la réplica del David, el Rapto de las Sabinas, entre otros.
Ufizzi, las oficinas de los Médicis, hoy galería de arte, con sus increíbles colecciones; la Galería de la Academia, donde todos se aglomeran en la tribuna para disfrutar del premio mayor: el David de Miguel Angel.
Siguiendo el recorrido llegamos al Duomo, al Baptisterio y a las célebres Puertas del Paraíso. En otro sector, a pocas cuadras, es imperdible la Santa Croce, con las tumbas de los genios más importantes del Renacimiento: Miguel Angel, Galileo, Maquiavelo... Pinturas, esculturas, murales, obras arquitectónicas..., todo el origen del arte renacentista, ¡qué manjar para la sensibilidad!
Resulta muy pintoresco conocer los mercados de La Paja y de San Lorenzo, y por supuesto deleitarse con un helado florentino en uno de los bares que rodean esta obra de arte que es Firenze. Y como frutilla del postre, subir de noche al mirador de Michelángelo,ver la ciudad y sus luces tenues amarillentas. Eso me resulta imposible de describir
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