sábado, 8 de junio de 2013

REPUBLICA CHECA: PRAGA: Admirando desde el río

Admirando Praga desde el río
Un paseo en barco por el Moldava es una opción para apreciar antiguos puentes, palacios y jardines, en un recorrido que vincula la Ciudad Vieja con el Castillo.Si Praga, una de las ciudades más bellas del mundo, se redescubre en cada paso, en cada mirada y en cada recoveco, qué decir cuando se la mira desde el río. Porque si la capital de la República Checa tiene un aura mística, no menos puede decirse del río Moldava.
El poeta Rainer Maria Rilke describió a la capital checa como “un rico y gigante poema épico de arquitectura”. Tenía razón. Praga abruma al viajero primerizo con su derroche monumental y sus adoquines empapados de literatura. Caminar por la ciudad es introducirse en las páginas de un libro infinito en el que cada calle es un capítulo y cada barrio, un cuento.
Praga está bañada por las aguas del Moldava (en checo: Vltava), el río más largo del país, que tras recorrer 430 kilómetros serpenteando entre pequeños pueblos de fantasía, se une al Elba frente a la ciudad de Melník, unos 35 km al norte de la capital. Pero antes, riega con sus aguas y funde su mágica bruma en Praga. Verla desde el río, es descubrir la cara oculta de esta urbe encantada.
La ciudad de las cien torres, junto con las colinas que la rodean, ofrece una postal muy diferente de la que se disfruta caminando por la red de callejones furtivos que forman el casco histórico. Una continuidad de palacios y edificios se asoman al río y parece preparar su mejor semblante para ser vistas de ese río al que nunca dan la espalda.
Este torrente manso y de aguas aceradas separa a la ciudad en dos: Malá Strana (Ciudad Pequeña) es la zona barroca de la ciudad, fundada sobre las laderas del Castillo de Praga. Enfrente, unidos por los puentes de belleza sobrecogedora, se levanta la Stare Mesto (Ciudad Vieja), que empezó a desarrollarse alrededor del siglo III. Antigua, la bellísima zona conocida como Nove Mesto (o sea, Ciudad Nueva) fue fundada en 1348. Desarrollada alrededor de tres grandes mercados, el de heno, el de ganado y el de caballos (ubicado en la Plaza de Wenceslao), es hoy una de las zonas más extensas de Praga. Supera en tamaño a la Ciudad Vieja y del Barrio Judío juntos. Jósefov, el Barrio Judío, comenzó a crecer en la Edad Media, con la unión de las dos comunidades judías que existían en Praga. A fines del siglo XIX las autoridades reformaron totalmente la zona conservando solamente las sinagogas, el cementerio y la sede del ayuntamiento. El circuito de las sinagogas es otro de los admirables paseos de Praga.
Hay distintas propuestas para navegar por las aguas del Moldava. Algunas excursiones salen del mítico puente Carlos IV; pero también hay embarques en Rasinovo Nabrezi, que tiene viajes más económicos. Los paseos pueden durar dos o tres horas, con o sin comida y música a bordo (una tradición checa).
Un recorrido regular de una hora es ya una alternativa inolvidable. Los guías relatan la larga historia de Praga en breves pantallazos y no es infrecuente escuchar de fondo los acordes del músico nacional checo Bedrich Smetana.
Precisamente su obra “Vltava” (el nombre del río) imita el sugestivo fluir de las aguas, describe los pequeños manantiales sin dejar de registrar la presencia de los bosques y pastizales cercanos. Mientras los barcos se apoyan suavemente en esas aguas y dejan atrás cada uno de los famosos siete puentes (en total la ciudad tiene 300), la música surge inseparable del río y la ciudad.
Los puentes y el agua
Cada uno de los puentes puede contar distintas historias. El puente Carlos IV, uno de los más bellos del mundo, está rodeado de una treintena de esculturas y grupos escultóricos, la mayoría de ellos de comienzos del siglo XVIII. Es un puente peatonal muy bullicioso que contrasta con el silencio de la isla de Kampa, en Malá Strana, en donde apoya uno de sus lados.
Durante años, en la isla de Kampa sólo había huertos y se utilizaba para lavar y blanquear la ropa. Está unida a tierra por un brazo del Moldava: el Certova, llamado “riachuelo de la diablesa”. Cerca, una gran imagen de John Lennon pintada en una pared convocó a grafiteros de todo el mundo, que dejaron sus mensajes sobre la imagen del ex Beatle.
Desde el mirador que está en la colina de Petrín se logra una vista panorámica de toda Praga. Se llega a través de un funicular inaugurado en 1891. Sobre la orilla más alejada se divisa otra colina, la de Vysehrad, donde están las ruinas del antiguo Castillo. Dos torres, la iglesia de San Pedro y San Pablo, se recortan sobre el cielo. También se puede divisar el antiguo cementerio Nacional hoy dedicado al arte y la cultura checas.
El curso del agua lleva luego hasta el Puente de las Legiones, en alusión a los soldados checos de la Primera Guerra Mundial. Comunica Malá Strana, en la orilla izquierda, con la Ciudad Nueva. Cerca del extremo derecho del puente se halla el imponente edificio del Teatro Nacional. Enfrente, un curioso edificio amarillo alberga al Zofín, un importante centro cultural de estilo neorrenacentista.
Toda la travesía del río Moldava tiene como marco las verdes colinas. El puente Josef Mánes recuerda al pintor checo que, entre otros, decoró el Reloj Astronómico. Allí asoma el majestuoso Rudolfinum o Casa de los Artistas, un edificio de estructura neorrenacentista. A un lado, el Palacio Municipal es uno de los mejores exponentes del art nouveau.
En ese recorrido es un hito insoslayable el imponente Castillo de Praga, sede del poder del Estado desde hace siglos. A su alrededor, un complejo con callejuelas adoquinadas parece preparado para reconocer estilos arquitectónicos y compararlos: a La Catedral de San Vito, de estilo gótico le sigue el Palacio Real, una de las joyas de la capital checa, cuya estructura se refleja en el Moldava creando una imagen a veces fantasmagórica. Más adelante es posible apreciar la imponente basílica de San Jorge y el indescriptible Palacio Lobkowizk.
El puente peatonal Chec, realizado en el año 1908, es el único de arcadas de hierro en Praga. Tiene cuatro estatuas colocadas a diecisiete metros de altura. De un lado, una pareja con dos antorchas de bronce, en el otro lado, dos hidras de seis cabezas, en bronce, con el escudo de Praga. Algunas embarcaciones ponen fin a los paseos en este puente. Otras dan un giro y regresan a su punto de partida.
Cuando cae la noche el paisaje del río parece mutar: los cisnes pasean su elegancia blanca y el Moldava sigue latiendo, vivo, con una corriente que toma los colores cambiantes de la ciudad cercana. Se apagan los rojos de los tejados; el río que era azul acerado se oscurece sin dejar de brillar.

INFORMACION
www.czechtourism.com/sp/a/prague (en español).
www.cruise-prague.cz
www.guide-prague.cz
www.pkecz.com

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