Cayo Largo, blanco y turquesa
Si pensamos en las playas de Cuba decimos automáticamente “Varadero”, por su cercanía con La Habana, la capital, y por estar incluida en la mayor parte de los paquetes turísticos. Pero si hablamos de un lugar increíble ese es definitivamente Cayo Largo (formalmente, Cayo Largo del Sur) : una isla de 25 kilómetros de longitud, recorrida por hermosas playas prácticamente vírgenes, a la que se llega en avión –desde La Habana o Varadero– luego de 40 minutos de viaje. Su mar perfectamente turquesa, sus blancas arenas finas que acarician los pies al caminar y toda la naturaleza al descubierto consagran a este cayo como el paraíso sobre la tierra.
Hora de disfrutar
Recostados en una hamaca colgada entre dos palmeras con el ritmo del son cubano como único sonido en medio de un paisaje deslumbrante, sin duda la vida se ve diferente. Pasado un rato y con el calor apacible propio de una zona de temperatura promedio de 27°C, decidimos sumergirnos en ese mar sereno que apenas se inmuta con el movimiento de miles de peces que están ahí nomás. Nadamos un poco con la satisfacción de sentir que no sólo seguimos haciendo pie, sino que entre los dedos se asoma una, luego otra y otra estrella de mar. Entonces, es probable que nos invada por completo una sensación de plenitud, de esas que quedan guardadas en la memoria.
Así es la estancia en este cayo donde tan sólo encontramos playa y más playa. Un lugar aislado de las altas edificaciones y el gran movimiento turístico. Unos pocos complejos hoteleros y un pequeño pueblo conforman los únicos rastros de civilización en este lugar de ensueño. Sin micros, ni carreteras demasiado transitadas, el transporte se realiza a través de un simpático trencito que va haciendo el recorrido en horarios prefijados. También se puede ir en taxi o bien alquilar un auto.
Más allá de su aire despojado, los hoteles poseen el régimen de “todo incluido”. El servicio suele abarcar desde las comidas hasta tragos a toda hora, como el clásico mojito (un imperdible elaborado con ron, azúcar, lima limón y hierba buena) infaltable en la estadía por la isla. Además, estos complejos cuentan con grandes espacios abiertos frente al mar, con hamacas y hermosas piscinas, e incorporan actividades para que el viajero se vaya aclimatando al alegre ambiente caribeño: desde clases de baile, una biblioteca playera para leer bajo las palmeras, espectáculos de teatro y, como no puede faltar, salsa a toda hora.
Una de las playas más conocidas es playa Sirena. De las más grandes de Cayo Largo, sus arenas, por ser coralinas, se mantienen siempre frescas y contrastan con ese mar que, con una temperatura promedio de 26°C, invita a sumergirse y, una vez allí, desear que el tiempo se detenga.
Otros sectores que vale la pena recorrer en esta costa privilegiada son playa Los Cocos, que cuenta con abundantes cocoteros, y playa Paraíso, mucho más íntima, cuyo nombre resume perfectamente sus encantos.
No todos los días se nos da la oportunidad de interactuar con una increíble variedad de especies marinas. Ver peces en un acuario o disfrutar de un espectáculo de delfines puede ser muy lindo, pero nadar y que miles de peces de colores pasen al lado nuestro o recorrer el mar tomados de la aleta de un delfín son experiencias inolvidables.
En este rincón donde la naturaleza desborda con apenas pisar la orilla, existen varios paseos para adentrarse en el mundo acuático. En playa Sirena, por ejemplo, hay un delfinario donde es posible nadar con estos cetáceos.
Por otro lado, Cayo Largo lleva a cabo un programa de protección de tortugas marinas. Se puede conocer el criadero ubicado en la Marina del pueblo y entre los meses de abril y septiembre asistir a un nacimiento. Al mismo tiempo, es posible participar de la recogida de huevos de esta especie en la playa, y también presenciar la liberación de las pequeñas tortugas a su medio natural.
Iguanas a la vista
Existen distintas excursiones que invitan a embarcarse por este mar increíblemente turquesa. Para no pasar por alto, uno de los paseos recomendables hace su primera parada en Cayo Iguanas, donde se puede admirar, acariciar y hasta darle de comer a las iguanas que habitan este pequeño islote muy próximo a Cayo Largo. Alejados ya de allí, en el medio de ese mar Caribe impactante y con snorkel en mano, la travesía continúa dentro del mar. A pocos metros de profundidad, sin necesidad de utilizar equipos de buceo, se advierte la increíble barrera de coral. Una maravilla subacuática donde los diferentes colores y texturas de la infinidad de peces y corales que habitan este paraíso proporcionan las más variadas sensaciones.
También se puede aprovechar la opción de adentrarse todavía más en este mar soñado y bucear por zonas de mayor profundidad, donde las distintas especies que habitan la región dejan perplejos incluso a profesionales experimentados.
Ya de regreso, los tripulantes de la pequeña embarcación suelen engalanar la velada con una langosta o algún pescado de la zona, acompañado con vino blanco. Mientras se degustan estas delicias en el vaivén del barco que las aguas delicadamente balancean, el sol se despide y va tiñendo el cielo de tonos rojizos.
No queda más que admirar el bello paisaje y dar un prolongado suspiro. ¿Qué otra cosa se puede pedir?
INFORMACION
www.turismodecuba.com.ar
www.cayolargodelsur.cu
Por Celeste Choclin / ESPECIAL PARA CLARIN
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