Salta, con la historia escrita en sus calle
Un distendido paseo por la capital salteña. De día, museos y edificios coloniales. De noche, gastronomía y música local
Dicen los salteños que uno sabe que se encuentra en la capital de la provincia si desde cualquier punto observa un cerro. Y así es. Ya sea en el centro, en la plaza 9 de Julio, entre la Catedral o el Cabildo, o bien caminando sobre la calle Balcarce, con sus bares y peñas, las cuestas verdes asoman por encima del cemento. Este aire fresco y natural le da un encanto particular a Salta capital, fundada en 1582 por el español Hernando de Lerma para convertirse en nexo entre los minerales de Potosí, en Bolivia, y el puerto de Buenos Aires. Hoy, “La Linda” recibe cada año un millón de turistas de todo el mundo que se enamoran del lugar.
Paseos diurnos
Punto de encuentro de jóvenes, centro neurálgico de la ciudad elegido por los locales para manifestarse y lugar ideal para imaginar la Salta de 1580, la plaza 9 de Julio atrae desde su corazón con el monumento a Juan Antonio Alvarez de Arenales, gobernador de la provincia en 1824. Sus árboles, algunos de ellos ancestrales –como el que lleva una placa explicativa que asegura que sus raíces datan de la fundación misma de la ciudad–, sirven de refugio especialmente en los meses de verano. La Catedral y el Cabildo flanquean la plaza. Una jornada para recorrer los puntos más atractivos podría arrancar, justamente, en la Catedral: con su exterior rosa, su imponente cúpula y sus dos campanarios, es uno de los íconos de la ciudad.
El Cabildo –o lo que quedó de él tras la decisión de fragmentarlo para la urbanización del centro de la ciudad– aloja el Museo Histórico del Norte. Otro de los museos, el de Arqueología de Alta Montaña (MAAM, la entrada cuesta $ 30), también ubicado a uno de los costados de la plaza, es impactante. Tres momias incaicas encontradas en el volcán Llullaillaco –donde estuvieron durante 500 años– son el imán para los turistas. Bajo una tenue luz, “La niña del rayo” posa casi con solemnidad detrás de la vitrina.
Luego del recorrido por el casco histórico, la propuesta es descansar y disfrutar una cerveza negra en alguno de los bares que se encuentran en las galerías coloniales junto a la plaza. Desde allí se puede contemplar la caída del sol detrás de la Catedral y sobre el cerro. Otra vista imperdible del atardecer puede apreciarse desde la cima del cerro San Bernardo, al que se accede por el famoso teleférico de Salta (ingreso para mayores $ 35, menores $ 20).
Melodías bajo la luna
Aseguran los salteños que debajo de cada piedra surge un cantor. Sólo hace falta caminar por la calle Balcarce para comprobarlo. La oferta de peñas es inagotable, así como también la de inigualables voces folclóricas. Uno de los lugares más característicos para disfrutar de una verdadera noche musical es el Boliche Balderrama (San Martín 1126). La peña ofrece una noche con cena-show, espectáculo folclórico y baile. Distintos grupos musicales deleitan al público mientras se degusta, por ejemplo, un bife Balderrama, especialidad de la casa (carne con una feta de jamón cocido y papas pai, $ 58). El baile comienza con el cuarteto de danza oficial del boliche. Los visitantes son los protagonistas bailando en el escenario y hasta en la calle. Para cuando termina la velada, resulta imposible no sentirse identificado con la zamba de Leguizamón y Castilla que mejor sintetiza los sentimientos de la peña: “Dónde iremos a parar, si se apaga Balderrama”.
Otro de los lugares típicos para disfrutar de un folclore más casero es la Casona del Molino (Luis Burela 1). Las famosas empanadas salteñas encuentran su esplendor en esta cocina. Aquí la música nace de quien se anime a llevar una guitarra y su buena voz. No son pocas las veces que las “batallas folclóricas” se viven con más pasión que los partidos de fútbol.
Hernando de Lerma nombró a la urbe que acababa de fundar Ciudad de San Felipe del Valle de Lerma. Con el paso del tiempo pasó a llamarse Salta y algunos buscaron la explicación en el vocablo aymara “Sagta”, que significa “lugar hermoso”.
Sea cual fuere la explicación, sin dudas Salta es un lugar hermoso para visitar.
IMPERDIBLES
Rumbo a Cachi y Cafayate
Las visitas a Cachi y Cafayate son dos paseos ineludibles en la provincia de Salta. Y no sólo los lugares en sí, sino también por las bellas panorámircas que pueden apreciarse en los caminos que conducen hacia ellos.
La Ruta Nacional 68 une Salta capital con Cafayate. La imaginación aplicada al paisaje permite observar clavos, obeliscos, castillos, el “Titanic hundido”, sapos y obispos en la colorida e imponente Quebrada de las Conchas. Los 183 kilómetros tienen su recompensa: el mejor torrontés del mundo espera, por ejemplo, en Finca Las Nubes, ubicada en el Alto Valle de Cafayate.
Por otro lado, la Ruta Provincial 33 conecta Salta con Cachi (a 157 kilómetros). En esta caso, la Cuesta del Obispo, con su impactante mirador y los cóndores acechando desde las alturas, y el Parque Nacional Los Cardones forman parte del camino.
Unos tres kilómetros antes de la meta está Payogasta: el exquisito trivarietal de altura y el hermoso complejo Sala de Payogasta –de más de 90 años y hoy convertida en hotel boutique– invitan a conocer un poco más sobre la producción local y disfrutar de unas noches de paz en este pueblito.
INFORMACION
www.turismosalta.gov.ar
www.saltalalinda.gov.ar
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