domingo, 16 de junio de 2013

GUATEMALA: El color de Centroamerica.


El color de Centroamérica
De la herencia colonial de Antigua al mercado de Chichicastenango, la belleza del lago Atitlán y las imponentes ruinas de Tikal. Colores, perfumes y sabores de un país tan diverso como fascinante, donde la cultura maya sigue viva a cada paso.
Pero, ¿qué pasó con los mayas, por qué desaparecieron?”, pregunta alguien, medio distraído, mientras la combi va ingresando en las sinuosas calles de Chichicastenango, en Guatemala. El guía Haroldo sonríe, como debe hacerlo siempre que le hacen esta pregunta, y dice: “¿Desaparecer? Mire a su alrededor; éstos son, aquí están los mayas”.
Esta es la primera noticia para quien venga a Guatemala, entonces: que sepa que de los mayas va a ver mucho más que unas impresionantes ciudades abandonadas, porque su cultura sigue viva en muchas de las 23 etnias que pueblan el país. Antes que esta, teníamos otra información más urgente, pero que ya quedó vieja: les íbamos a contar que el 21 de diciembre no se acababa el mundo, pero a esta altura es de suponer que de eso ya se percataron todos. Sin embargo, hay una tercera noticia, y es mucho más interesante: resulta que Guatemala es un país hermoso y sorprendente, que concentra de todo en pocos kilómetros cuadrados: playas sobre el Atlántico y sobre el Pacífico, volcanes, valles, lagos, montañas y, culturas muy interesantes y vivas, que mantienen sus tradiciones. El país, como el resto del mundo, sigue aquí luego del 21D, y más que nunca invita a empaparse con sus colores, sus sabores, sus historias.
De que el mundo no se terminaba nos anoticiamos de boca de un mismísimo sacerdote maya: fataban unos pocos días para el 21 de diciembre cuando nos dijo que “no es el fin del mundo, sólo un cambio de era”. Luiz Ricardo Ignacio V., además de sacerdote maya, es también el creador del Museo de Máscaras Ceremoniales, en las afueras de Chichicastenango. No se jugó cuando le preguntamos qué traería consigo este cambio; su respuesta fue, por lo menos, amplia: “Puede que todo cambie para mejor o para peor, pero también puede que todo siga igual, depende de nosotros”. Ok. Eso sí, el museo es muy interesante, con decenas de máscaras de morería que cuentan cómo fue evolucionando esta larga tradición del tallado y los festejos en la zona. Están desde las que tienen más de 300 años de antigüedad, talladas en madera de cedro, hasta las actuales, de pino blanco y pintadas de vivos colores.
El mercado más popular
Lo verdaderamente imperdible aquí es el propio Chichicastenango, nombre que significa “Lugar de los chichicastes”, o de las zarzas. Son unas dos horas desde Ciudad de Guatemala por una autovía nuevísima, que viborea, trepa y se descuelga por entre cerros, volcanes y profundas quebradas. Todo el mundo viene a “Chichi”, como lo conocen aquí, por su impresionante mercado, probablemente el más colorido y animado de toda Latinoamérica. Funciona los jueves y domingos, y más que por sus productos –que no están nada mal–, es fascinante por su ambiente único. Aunque dicen algunos que ha perdido algo de su esencia, y ahora es más caótico y “global” –junto a tejidos y máscaras artesanales hay baratijas chinas–, es una experiencia fantástica perderse por las calles, más coloridas y ajetreadas que nunca, seguido por vendedores de todas las edades que hacen un culto a la insistencia. El regateo aquí no sólo es necesario, es una costumbre cultural sin la cual nada se compra. Soledad, que no mide más de 1,50 m y atiende con envidiable simpatía su puesto en el mercado, me pide 250 quetzales por un hermoso tapiz con flores bordadas. Contraoferto 130, y la negociación comienza. Diez minutos después –resistí todo lo que pude–, me voy con mi tapiz, por 160 quetzales. Para quien no esté acostumbrado, esta negociación puede resultar agotadora.
En el gimnasio municipal funciona el mercado de vegetales –¡impresionantes tomates!!–, y en otro espacio, el menos turístico y más auténtico mercado de animales, donde se intercambian cerdos, gallinas, vacas.
En un extremo del mercado está la iglesia de Santo Tomás, edificada –cuándo no– justo encima del que era un centro ceremonial maya. Allí sigue estando la escalinata de piedra de 20 escalones –representan a los 20 días del mes del calendario maya–, con varios fuegos encendidos, ya que el humo es una forma de comunicación con los dioses. En Santo Tomás fue hallado el manuscrito del Popol Vuh (Libro del Consejo o Libro de la Comunidad), que habla del origen del mundo según los k’iche, el pueblo de la cultura maya mayoritario en Guatemala: el k’iche es la más hablada entre las 23 lenguas originarias del país.
Ese templo aplastado por una iglesia hospedaba al abaj, un altar sagrado en honor a Huyup Tak´ah, dios maya de la tierra, que fue sacado a escondidas y llevado a la cima de un cerro cercano, donde hasta hoy se siguen realizando ceremonias rituales, para las que llegan sacerdotes de todo el país y de México. Desde una prudente distancia y en silencio, se pueden presenciar estas ceremonias, en las que a la deidad se le ofrece comida, cigarros, bebidas, flores, mientras las personas piden o agradecen.
Antes de irnos de Chichi recorremos el pintoresco hotel Mayan Inn. Desde los jardines, envueltos por el perfume de las orquídeas, vemos, justo enfrente, un fabuloso estallido de colores: es el cementerio local, donde a los padres se los entierra bajo lápidas blancas –pureza–; a las madres, bajo el turquesa –protección para las mujeres–; a los niños, con celeste; a las niñas, rosado, y a los ancianos, bajo el color amarillo, que es la protección del sol sobre la humanidad.
Un lago que seduce
Estamos en la tierra de los hombres de maíz, y no porque sea un alimento omnipresente en las comidas –que lo es–, sino porque el propio Popol Vuh cuenta que, luego de fracasar con el barro, la madera y el tzite, los dioses decidieron hacer al hombre de maíz. Y son ellos –los hombres– los encargados de sembrarlo, porque es símbolo de la fecundación de la Tierra. Entonces, siguiendo la cosmovisión maya, por cada planta se siembran tres semillas: una para que coma el pájaro, otra para Dios y la tercera para que germine. El 9 es un número sagrado para los mayas; es lo que tarda el maíz en germinar, lo mismo que el hombre en el vientre materno.
Lo cuenta Haroldo mientras a través de las ventanillas comienza a asomar, laderas abajo, el lago Atitlán, ese que, dicen, Aldous Huxley calificó como “el lago más lindo del mundo”. No sé si será para tanto, pero de seguro entraría en varios rankings. Ubicado en el departamento de Solalá, es un enorme espejo de agua rodeado de volcanes y laderas verdes, y a sus orillas, en todo su perímetro, hay una docena de pueblos indígenas, cada uno con sus características. Poco antes de llegar a la orilla pasamos por Sololá, capital del departamento, donde conviven tres etnias: k’iche’, tz’utujil y kaqchikel. Hay un alcalde “blanco” y otro indígena, y las decisiones se toman en conjunto.
La mejor manera de llegar a los pueblos del lago es en lancha, y por eso cruzamos los floridos jardines del hotel Atitlán, en San Francisco de Panajachel, para alcanzar el muelle y zarpar al mando del capitán Miguel, directo hacia el volcán San Pedro, justo enfrente, que se eleva hasta los 3.020 metros de altura.
En unos 25 minutos desembarcamos en el muelle de Santiago Atitlán, y la fascinación se renueva: en las calles de la considerada “capital de la nación Tz’utujil Maya” se ven las vestimentas tradicionales, y no para los turistas, sino simplemente porque todos –bueno, la gran mayoría– las usan a diario. Las mujeres lucen sus huipiles –blusas– mayormente blancos, con coloridos bordados: flores, figuras geométricas y aves, especialmente pavos, símbolo de la riqueza. En los hombres destacan los pantalones, también blancos y con los bordados en la parte inferior.
En otros tiempos esta villa fue escenario de terribles matanzas y horrores de la represión, que culminó en 1990 con un célebre alzamiento popular. Hoy es uno de los pueblos más turísticos del lago y un fuerte refugio cultural, donde tienen un rol central las cofradías, encargadas de mantener los rituales mayas para asegurar que el sol, la luna, las estrellas y los planetas continúen sus caminos, porque en el esquema mayor cósmico, el hombre tiene su parte en todas las cosas y debe ayudar a engrasar los ejes del universo. Aunque originalmente fueron organizadas por sacerdotes españoles para promover el Cristianismo, las cofradías pronto dirigieron sus esfuerzos a las creencias locales, y cada una lleva el nombre del santo o deidad a que se dedica.
Entre coloridos tuc-tuc –mototaxis– que llevan y traen pasajeros colina arriba, llegamos al centro de Santiago, siempre entre mercados callejeros, y visitamos la iglesia, donde también están presentes los 20 escalones de la simbología maya. A continuación, ascendemos un poco más entre calles empedradas, y entre callejones y pasadizos llegamos a la cofradía que custodia a Maximón, el “abuelo del pueblo”, que según la leyenda, hace muchos años eliminó el mal del lugar. Sobrevivió a la persecución de la iglesia y hoy acuden a pedirle y agradecerle, encendiendo velas y dejando pañuelos a modo de ofrenda. El cófrade le prende velas y hace una oración por cada uno de los presentes.
De regreso en la lancha, hacemos un paso por el bello pueblo de Santa Catarina Palopó, cuyos habitantes pertenecen al pueblo Maya-Kakchikel y también mantienen sus tradiciones con orgullo. A diferencia de Santiago, aquí la vestimenta tradicional es de un turquesa intenso, incluidos sombreros y turbantes. Hay aguas termales, senderos panorámicos, mirador y playas, pero el tiempo sólo nos alcanza para visitar la antigua iglesia colonial, con su campanario de 1726. Ya entrada la noche desembarcamos en el vecino pueblo de Panajachel, donde una breve salida nocturna nos demuestra que la calle Santander es más que animada, con restaurantes, bares y discos.
El esplendor de Antigua
Calles empedradas, fachadas barrocas, farolas coloniales. Desde poco después de su fundación, en 1543, fue considerada una de las tres ciudades más hermosas de las Indias Españolas, y si un gran terremoto no hubiese detenido su desarrollo, la que fue capital del Reino de Guatemala –que comprendía también a los actuales Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y el estado mexicano de Chiapas– se habría convertido en una de las más grandes ciudades de América.
Aquello que podría haber sido pero quedó a medio camino es lo que se vislumbra en las calles de la ciudad de La Antigua, hoy un gran centro turístico repleto de tiendas, restaurantes, bares y frentes coloridos. La ciudad es un gran museo al aire libre, con sus tejados coloniales, sus conventos y sus iglesias, y si no fuera tan bonita y tranquila, nos veríamos tentados a no salir de nuestro hotel, que es mucho más que un hotel. Los gruesísimos muros que protegen lo que alguna vez fue un convento, hoy albergan el hotel cinco estrellas Casa Santo Domingo, que cuenta con el Paseo de los Museos, que aloja los museos Colonial, Arqueológico, de Arte Precolombino y Vidrio Moderno, de la Platería, de Artes y Artesanías populares de Sacatepéquez y de la Farmacia. Además, hay otras dos salas dedicadas a exhibiciones temporarias, claustros y criptas. Impresionante.
Tanto como las ruinas de la Iglesia y convento de las Capuchinas, consagrada en 1736, o la iglesia de la Merced, cuya fachada barroca expresa el sincretismo religioso: junto al cordero de Dios se ven las guías de la vid, para los mayas, un cordón entre el cielo y la Tierra.
Luego de pasar más de una vez bajo el Arco de Santa Catalina –la imagen más clásica de Antigua–, la visita finaliza en el Museo de Jade, una piedra semi preciosa muy importante en el país, previo paso por la increíble dulcería Doña María Gordillo. Unas deliciosas canillitas de lece por aquí, unos esponjosos chilacayotes en dulce por allá, y a seguir viaje.
Las voces de los ancestros
Son 50 minutos de vuelo entre Ciudad de Guatemala y Flores, capital del departamento de Petén. Aquí el calor y la humedad aprietan; a diferencia del resto país, estamos a nivel del mar, muy cerca de México y de Belice, para disfrutar de la frutilla del postre: el Parque Nacional Tikal, la mayor ciudad maya conocida hasta ahora, que permaneció oculta por la selva hasta 1848, cuando fue descubierta. En 1979 la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad y hoy el Parque tiene 576 km2, aunque sólo un tercio del total ha sido desenterrado. Por ello, junto a los senderos y pirámides se ven altos montículos de tierra: pirámides y monumentos que aún no fueron descubiertos, y ayudan a que nos imaginemos cómo se encontró el lugar.
Aún así, hay muchísimo para ver. La caminata comienza bajo un enorme ceibo –o iasché , al que los mayas veneraban como “árbol de la vida”–, y se prolonga por unas horas. Las ruinas y templos van apareciendo como al pasar, en medio de la selva, y son impresionantes. Subimos al Templo IV, que, con 70 m, es la estructura más alta del mundo maya. Fue construido alrededor del 741 y se le denomina “Templo de la serpiente bicéfala”. Desde la base de la crestería, la vista del lugar es impactante, con las cimas de las pirámides sobresaliendo entre la selva cerrada.
A varias de las pirámides no se permite subir, y me alegra: es tentador trepar los escalones, pero que lo hagan cientos de visitantes cada día debe ser devastador. Igual, subimos las escalinatas del Templo III y recorremos luego el Mundo Perdido y la Plaza de los Siete Templos, para finalizar en la gran Plaza Mayor, corazón del Parque, con estelas y altares, las acrópolis Norte y Central y los Templos I (del Gran Jaguar y II (de las Máscaras).
Tikal significa “lugar de voces”, porque en este maravilloso lugar los mayas se comunicaban con los dioses. Entonces, es mejor hacer silencio. Posiblemente no exista un lugar mejor para callar. Para callar y escuchar.
IMPERDIBLE
Semana Santa y otros festejos
No importa si se es creyente o no, o qué religión se profesa; la Semana Santa en Guatemala es tan colorida y festiva que envuelve a todos con su encanto. Las multitudinarias procesiones se suceden en todo el país, aunque una muy especial es la de Anti-gua, a la que por aquí llaman “la Jerusalén de América”. En Anti-gua se conmemora la Pasión de Cristo con altares especiales dentro de las iglesias, procesiones, velaciones, Vía Crucis y an-das que llevan las imágenes so-bre espectaculares alfombras que tapizan las calles, hechas con flores, frutas, verduras y aserrín de madera teñido de colores. Las confeccionan las hermandades o familias en honor al paso de la procesión. A quienes cargan las imágenes sobre sus hombros les llaman “cucuruchos”, por el sombrero que utilizan, y visten túnicas de color morado o negro, según el día y el santo que cargan. Guate-mala es una explosión de colores durante todo el año, pero se po-tencia a límites inimaginables en Semana Santa. Otro festejo es-pecial, sobre todo en las ruinas de Cobán, es el Rabin Ajau, de origen maya (q’eqchi), del 21 al 26 de julio. Y en Chichicaste-nango es importante la celebración de Santo Tomás, que culmina el 21 de diciembre.
MINIGUIA
QUE HACER. Por su ubicación, su variada geografía y su historia, Guatemala ofrece todo tipo de actividades. Por las ruinas mayas, es muy importante el turismo histórico y arqueológico, pero también está posicionándose fuertemente en ecoturismo (la observación de aves, con más de 700 especies, es muy importante), turismo de comunidades y turismo aventura. Son comunes las prácticas de trekking, mountain bike, rafting, cabalgatas, parapente y canopy, entre otras actividades.
CUANTO CUESTA. Entrada al Museo de Máscaras Ceremoniales de Chichicastenango, 25 q (poco más de US$ 3); máscaras, de 800 a 1.500 q (US$ 100 a US$ 190). Una comida promedio se ubica entre 40 y 150 q (5 a 18 dólares), el almuerzo completo en restaurantes de campo cuesta 130 quetzales (US$ 16,5). Aéreo ida y vuelta de Ciudad de Guatemala a Flores, US$ 286 (Taca). Bus desde el aeropuerto de Flores hasta el Parque Nacional Tikal, 100 q (US$ 12,6) ida y vuelta. En-trada a Convento de los Capuchinos en Antigua, 40 q (US$ 5). Tour de café de dos horas, US$ 18. Excursión de rafting por el río Cahabón, desde US$ 20 hasta US$ 45.
MONEDA. La moneda de Guatemala es el quetzal, y cotiza a razón de 7,9 quetzales por cada dólar.
CUANDO IR. La temperatura es similar todo el año, aunque la estación seca va de noviembre a mayo; el resto es más lluvioso pero con buenas ofertas hoteleras. Semana Santa es muy especial, porque es una de las mayores fiestas nacionales y se vive intensamente en todo el país, con procesiones y coloridas alfombras.
ATENCION. Excepto en algunos hoteles, el agua no es potable, por lo que es necesario comprar agua embotellada. Para visitar Tikal se recomienda llevar abundante agua, ropa para clima cálido, calzado cómodo, gorra, bloqueador solar, impermeable y repelente para insectos. El Parque abre todos los días de 6 a 18.
INFORMACION
Embajada de Guatemala en Buenos Aires, (011) 4313-9180.
(00502) 2421-2800.
info-lobby@inguat.gob.gt
www.visitguatemala.com
POR PABLO BIZÓN / ESPECIAL PARA CLARIN

CUBA: CAYO LARGO: Blanco y turquesa

Cayo Largo, blanco y turquesa

Si pensamos en las playas de Cuba decimos automáticamente “Varadero”, por su cercanía con La Habana, la capital, y por estar incluida en la mayor parte de los paquetes turísticos. Pero si hablamos de un lugar increíble ese es definitivamente Cayo Largo (formalmente, Cayo Largo del Sur) : una isla de 25 kilómetros de longitud, recorrida por hermosas playas prácticamente vírgenes, a la que se llega en avión –desde La Habana o Varadero– luego de 40 minutos de viaje. Su mar perfectamente turquesa, sus blancas arenas finas que acarician los pies al caminar y toda la naturaleza al descubierto consagran a este cayo como el paraíso sobre la tierra.

Hora de disfrutar

Recostados en una hamaca colgada entre dos palmeras con el ritmo del son cubano como único sonido en medio de un paisaje deslumbrante, sin duda la vida se ve diferente. Pasado un rato y con el calor apacible propio de una zona de temperatura promedio de 27°C, decidimos sumergirnos en ese mar sereno que apenas se inmuta con el movimiento de miles de peces que están ahí nomás. Nadamos un poco con la satisfacción de sentir que no sólo seguimos haciendo pie, sino que entre los dedos se asoma una, luego otra y otra estrella de mar. Entonces, es probable que nos invada por completo una sensación de plenitud, de esas que quedan guardadas en la memoria.

Así es la estancia en este cayo donde tan sólo encontramos playa y más playa. Un lugar aislado de las altas edificaciones y el gran movimiento turístico. Unos pocos complejos hoteleros y un pequeño pueblo conforman los únicos rastros de civilización en este lugar de ensueño. Sin micros, ni carreteras demasiado transitadas, el transporte se realiza a través de un simpático trencito que va haciendo el recorrido en horarios prefijados. También se puede ir en taxi o bien alquilar un auto.

Más allá de su aire despojado, los hoteles poseen el régimen de “todo incluido”. El servicio suele abarcar desde las comidas hasta tragos a toda hora, como el clásico mojito (un imperdible elaborado con ron, azúcar, lima limón y hierba buena) infaltable en la estadía por la isla. Además, estos complejos cuentan con grandes espacios abiertos frente al mar, con hamacas y hermosas piscinas, e incorporan actividades para que el viajero se vaya aclimatando al alegre ambiente caribeño: desde clases de baile, una biblioteca playera para leer bajo las palmeras, espectáculos de teatro y, como no puede faltar, salsa a toda hora.

Una de las playas más conocidas es playa Sirena. De las más grandes de Cayo Largo, sus arenas, por ser coralinas, se mantienen siempre frescas y contrastan con ese mar que, con una temperatura promedio de 26°C, invita a sumergirse y, una vez allí, desear que el tiempo se detenga.

Otros sectores que vale la pena recorrer en esta costa privilegiada son playa Los Cocos, que cuenta con abundantes cocoteros, y playa Paraíso, mucho más íntima, cuyo nombre resume perfectamente sus encantos.

No todos los días se nos da la oportunidad de interactuar con una increíble variedad de especies marinas. Ver peces en un acuario o disfrutar de un espectáculo de delfines puede ser muy lindo, pero nadar y que miles de peces de colores pasen al lado nuestro o recorrer el mar tomados de la aleta de un delfín son experiencias inolvidables.

En este rincón donde la naturaleza desborda con apenas pisar la orilla, existen varios paseos para adentrarse en el mundo acuático. En playa Sirena, por ejemplo, hay un delfinario donde es posible nadar con estos cetáceos.

Por otro lado, Cayo Largo lleva a cabo un programa de protección de tortugas marinas. Se puede conocer el criadero ubicado en la Marina del pueblo y entre los meses de abril y septiembre asistir a un nacimiento. Al mismo tiempo, es posible participar de la recogida de huevos de esta especie en la playa, y también presenciar la liberación de las pequeñas tortugas a su medio natural.

Iguanas a la vista

Existen distintas excursiones que invitan a embarcarse por este mar increíblemente turquesa. Para no pasar por alto, uno de los paseos recomendables hace su primera parada en Cayo Iguanas, donde se puede admirar, acariciar y hasta darle de comer a las iguanas que habitan este pequeño islote muy próximo a Cayo Largo. Alejados ya de allí, en el medio de ese mar Caribe impactante y con snorkel en mano, la travesía continúa dentro del mar. A pocos metros de profundidad, sin necesidad de utilizar equipos de buceo, se advierte la increíble barrera de coral. Una maravilla subacuática donde los diferentes colores y texturas de la infinidad de peces y corales que habitan este paraíso proporcionan las más variadas sensaciones.

También se puede aprovechar la opción de adentrarse todavía más en este mar soñado y bucear por zonas de mayor profundidad, donde las distintas especies que habitan la región dejan perplejos incluso a profesionales experimentados.

Ya de regreso, los tripulantes de la pequeña embarcación suelen engalanar la velada con una langosta o algún pescado de la zona, acompañado con vino blanco. Mientras se degustan estas delicias en el vaivén del barco que las aguas delicadamente balancean, el sol se despide y va tiñendo el cielo de tonos rojizos.

No queda más que admirar el bello paisaje y dar un prolongado suspiro. ¿Qué otra cosa se puede pedir?

INFORMACION

www.turismodecuba.com.ar
 www.cayolargodelsur.cu


Por Celeste Choclin / ESPECIAL PARA CLARIN

USA: BOSTON: la cuna de la independencia



Boston, la cuna de la independencia de EE.UU.

Arquitectura victoriana, aventuras en un vehículo anfibio y la tradición de las grandes universidades, en la crónica de un enviado a la capital de Massachusetts, cuna de la independencia estadounidense. Además, relatos de brujas en Salem.
 Vean allá. Adelante de ustedes está el río Charles, pero yo le digo Carlitos. Separa los municipios de Boston y Cambridge”, cuenta Miguel Torres, el chofer-guía, colombiano de nacimiento y estadounidense por adopción. Lleva más de 30 años en Boston y otros tantos surcando con su combi los caminos apacibles de esta ciudad bella y aristocrática, en el noreste de Estados Unidos.
Ahora las calles están mojadas por la lluvia y el cielo es de color sepia. Mientras el vehículo de Miguel avanza aparecen, como una sucesión de fotografías en movimiento, los primeros emblemas de la ciudad. Allí está el precioso pulmón verde del Boston Common, el parque público más antiguo de los Estados Unidos; los edificios modernistas junto con los art decó y los brutalistas; la gran cantidad de iglesias y la Biblioteca Municipal de la ciudad, que tiene 15 millones de libros y obras Rembrandt, Durero y Goya, entre otros.
Quizá porque es fin de semana o por la garúa, la ciudad tiene un aire melancólico. Todavía se está recuperando de un gran golpe, una cicatriz que todavía no cierra: el atentado durante el maratón en abril, que dejó dos muertos y cientos de heridos. Cerca de la biblioteca, donde tuvo lugar el atentado, hay un Memorial que recuerda a las víctimas. Y la ciudad está llena de carteles y remeras con la leyenda “Boston Strong” (Boston fuerte). Como una forma de contrarrestar ese dolor, hace unos días se completó el trayecto –alrededor de un kilómetro y medio– que quedó inconcluso por el atentado.
Esta es la tierra de los primeros colonos. Boston y la vecina Cambridge son, además, escenario de algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, como Harvard y el MIT (Massachusetts Institute of Technology), que cuenta con 76 premios Nobel entre sus egresados y profesorado. Esta zona del estado de Massachusetts también es lugar de buenos restaurantes, de 21 barrios con encanto, de pequeños mercados y centros comerciales y de teatros de gran calidad.
Tierra, agua y cielo
Los tours que buscan abarcar toda una ciudad en unas pocas horas tienen una ventaja: dan ideas. El recorrido, siempre fugaz, es una muestra para luego volver y conocer los lugares con más profundidad. El más famoso de Boston es el Duck Tours, que tiene un gran atractivo: los paseos se realizan en viejos vehículos anfibios de la Segunda Guerra Mundial, adaptados para el turismo. El viaje comienza apenas se sube al camión-bote. Los guías tienen vocación de humoristas y, por momentos, el speech es un stand up, en el que hablan de lo viejos que están los Rolling Stones, imitan los acentos de las regiones de Estados Unidos y ruegan no recibir preguntas sobre las cosas que no saben.
En el viaje, de unas dos horas, se pasa por decenas de iglesias –como Trinity Church, un ícono de la ciudad–, el histórico barrio de Beacon Hill del siglo XVIII, el Museo de Ciencia y los 229 metros de alto de la Torre Prudential. El gran momento del tour –o al menos el más esperado por los chicos– es la inmersión del vehículo en el río Charles. A los pocos minutos, William Tolbot, el guía, invita a los pasajeros a tomar el timón. El río ofrece excelentes panorámicas de Boston y de Cambridge. “Ahí está Harvard, donde me gradué hace unos años. Pero todavía estoy buscando trabajo”, bromea sobre la elite de la educación estadounidense.
Otra buena –y más saludable– forma de conocer Boston es a través de los tours a pie, que se realizan de mayo a octubre. “Boston by foot” organiza esos paseos desde hace 40 años; entre su oferta uno de los más buscados es el de Beacon Hill. En esa zona histórica está el Massachusetts State House, el capitolio famoso por su cúpula de color oro viejo, y el Boston Common, el parque público de 20 hectáreas establecido en 1634. Ahora funciona como lugar de encuentro y recreación, pero en la antigüedad servía para prácticas militares y ejecuciones públicas. En estos días, los árboles centenarios abandonan el amarillo y rojizo y se ponen verdes. En el tour, el plan será dejarse llevar por los guías y por esas calles adoquinadas, sus locales modernos –hasta los de comida son “chic”– y la arquitectura victoriana del siglo XIX.
El observatorio Skywalk, ubicado dentro del centro comercial Prudential, es una excelente forma para seguir descubriendo la ciudad. Desde el mirador de 360 grados del piso 50 del edificio, se pueden ver las distintas arquitecturas de los barrios, desde las modernas torres hasta la zona de Back Bay, con boulevares de inspiración francesa. Basta caminar unos pasos para divisar desde las alturas a South End, la zona de edificios de ladrillo rojo y techo negro de estilo victoriano. Hace algunos años, en los bares de ese barrio se podían escuchar a figuras del jazz como Louis Armstrong y Duke Ellington.
Seguir la línea
Si hay algo de lo que puede presumir Boston es de su historia. Acá pasaron cosas importantes, medulares para la historia del país. Los primeros colonos puritanos llegaron a estas tierras de la Nueva Inglaterra, que hoy tiene siete millones de habitantes incluyendo las áreas metropolitanas. Las grandes batallas de comienzos de la revolución se libraron acá. Esta ciudad sufrió la Masacre de Boston, que luego generaría la independencia del país. En sólo cuatro kilómetros y siempre siguiendo la línea roja pintada en las veredas, el circuito The Freedom Trail explica buena parte de esa historia, a través de 16 lugares imprescindibles. El lugar de inicio es el Boston Common, donde hay una oficina de turismo con información útil para comenzar el recorrido.
Sin prisa y disfrutando de la primavera de Boston, se pasará por la iglesia Park Street, famosa por los incendiarios sermones de sus pastores. Luego llegará el cementerio Kings Chapel, la escuela Burying Ground y la Paul Revere House, el edificio más antiguo de la ciudad es de 1680, donde vivió uno de los padres de la independencia. El lugar más emblemático –“la casita de Tucumán de Boston”, como apuntan unos turistas argentinos al pasar– es el Old South Meeting House.
Hoy parece un edificio minúsculo, comparado con los grandes rascacielos. En su momento, principios del siglo XVIII, era el lugar de encuentro por excelencia. Desde allí, Samuel Adams lideró al grupo de rebeldes que fue al muelle a abordar a los barcos británicos para tirar el cargamento de té al mar, en protesta por los altos impuestos. La Boston Tea Party –como se llamó luego a esos hechos de 1773– fue un precedente de la Guerra de Independencia. Si viaja en diciembre, puede asistir a la Fiesta del Té, que arranca en la Old South Meeting y recrea el motín con actores vestidos con ropas de la época.
El final de este recorrido no podría tener un lugar mejor: Faneuil Hall, mercado y lugar de reuniones desde 1742. Desde allí se lanzaron discursos que alentaban la independencia. Hoy el ambiente es relajado y está muy cerca de Quincy Market, donde hay restaurantes pequeños y otros de comida al paso.
Dime cuánto sabes
Alguna vez, Mark Twain definió de una forma muy peculiar la idiosincrasia de algunas regiones de los Estados Unidos. Escribió: “En Nueva York se preguntan ‘¿Cuánto dinero tienes?’; en Filadelfia quieren saber quiénes fueron tus padres. Y en Boston es ‘¿Cuánto sabes?’. Definida alguna vez como la Atenas de América, Boston y la vecina Cambridge albergan a algunas de las universidades más prestigiosas del mundo y reciben a 250 mil estudiantes por año. Allí están el MIT, la prestigiosa Berklee College of Music y, claro, Harvard. Esta última tiene trece facultades y seis grandes museos (el de Bellas Artes alberga piezas de Andy Warhol, Renoir y Monet, entre otros).
Los tours oficiales de la universidad parten del Harvard Information Center, ubicado en el Holyoke Center Arcade. Son paseos guiados por los propios estudiantes o también se puede optar por pedir folletos para iniciar un tour autoguiado. El punto más visitado –necesita paciencia si quiere irse de allí con una fotografía– es la estatua de John Harvard en la Harvard Yard. Dice la leyenda que los estudiantes tocaban el pie izquierdo de la figura para aprobar sus exámenes. Hoy, su zapato está brillante de tantas manos que pasaron por ahí. Lo más curioso es que muchos la llaman “La estatua de las tres mentiras”. Porque ni es una representación de Harvard –eligieron a un alumno cualquiera como modelo–, ni es el fundador de la universidad ni la fecha indicada es la exacta. Quizás esa estatua no sea la que más representa el lema de Harvard (“Veritas”, que significa verdad en latín).
Aquellas brujas
Boston es sólo una de las alternativas que ofrece el estado de Massachusetts. A sólo 29 kilómetros al noreste de la ciudad, está Salem; la ciudad tiene 41 mil habitantes, pero en realidad parece un gran parque temático a cielo abierto, dedicado a las famosas brujas. Absolutamente todo remite a los históricos juicios realizados en 1692. Los autos de la policía, las señales de tránsito y la gran mayoría de los negocios tienen el dibujo de una brujita con su escoba. Se ofrece todo tipo de mercadería alusiva y abundan los locales de tarot. Dentro de los museos que ofrece la ciudad, el más visitado es el Salem Witch Museum. Son presentaciones cada hora en las que se cuenta cómo las personas fueron detenidas y encarceladas, acusadas de brujería. Y cómo algunas murieron en la cárcel.
De regreso se puede hacer una pequeña parada en el bellísimo pueblo de Marblehead, con casas rocosas con la fecha de construcción en la fachada –algunas son de finales de 1600–, clubes náuticos y el mar como telón de fondo.
Cuando el sol cae, Boston ofrece grandes restaurantes y una excelente oferta cultural. A raíz de las excelentes escuelas de música, como The New England Conservatory y la Berklee College of Music, la ciudad está repleta de pequeños bares, de lugares donde se pueden descubrir a grandes músicos en formación u otros ya consagrados. En el barrio de Back Bay, donde se encuentran muchas de las escuelas, se ve a cientos de jóvenes con sus instrumentos al hombro.
“Hay muchos buenos lugares. Yo recomendaría el Ryles Jazz Club y el The Lilypad en Cambridge y el Wally’s Café en Boston. Los consagrados tocan en el House of Blues o en el Boston Garden. Se respira mucha música en todos los rincones y la gran mayoría son de excelencia”, recomienda Silvina Moreno, cantante argentina que estudió en el Berklee College of Music.
Al final del viaje, el gris sepia se llena de colores. Se repite una imagen que apareció en varias películas: la de un estudiante remando por el río en dirección a la universidad. Se hace de noche ya. El río “Carlitos”, como le gusta decir al guía, se tiñe con las luces de la ciudad.
LA BUENA MESA
Langosta, fish & chips y brunch
Los pescados y mariscos son las grandes estrellas de la gastronomía de la ciudad de Boston y del resto de la región de Nueva Inglaterra. Uno de los platos típicos de la zona es el clam chowder, una sopa espesada con almejas o mejillones, cebollas, panceta, leche y papas, que se sirve en una cazuela con pan. Otro clásico son los fish and chips (pescado y papas fritas) y los baked beans (porotos cocinados en una salsa a base de tomate).
Legal Seafoods (100 Huntington Avenue) es uno de los restaurantes más conocidos en la ciudad. Aquí sirven excelentes langostas (US$ 33) y otros deliciosos platos como tarta de cangrejo, sashimi de tuna y distintas variedades de salmón. Otra de las especialidades es el Anna’s Baked Boston Scrod (bacalao pequeño horneado, con tomate, arroz y vegetales).
Los amantes de la carne roja no deben desesperar. Con sucursales en Miami y Nueva York, Smith & Wollensky (101 Arlington Street) se especializa en “filetes de res”, como los llaman acá. El precio promedio de los cortes es de US$ 40. En este caso, aunque sólo vaya por el postre, el lugar ya vale la pena: es un castillo de 1891, con estructura original, que sirvió como sede del Primer Cuerpo de Cadetes de los Estados Unidos.
En Boston, vive una inmensa comunidad irlandesa que mantiene viva sus tradiciones. Eso se traduce, claro, en cientos de pubs –se calcula que hay más de 300– que sirven cerveza Guinness. The Black Rose (160 State Street) es uno de los más tradicionales; abre todos los días y ofrece shows de música irlandesa en vivo. Sirven platos sencillos, como sopa de almejas y langosta.
Los domingos, el brunch (desayuno tardío) es una institución. En la calle Newbury, en el barrio de Back Bay, algunos bares ofrecen un menú con música en vivo, generalmente jazz.
MINIGUIA
CUANTO CUESTA. El Duck Tour, un paseo de casi dos horas en vehículos anfibios por las calles de la ciudad y por el río Charles, cuesta US$ 34 por persona y US$ 23 para niños de 3 a 11 años. Más informes en : www.bostonduc ktours.com.
El ingreso al observatorio del Prudential Center cuesta US$ 15 por persona e incluye un show multimedia (www.prudentialcenter.com).
Un tour a pie por el barrio de Beacon Hill cuesta US$ 12 para adultos y US$ 8 para los chicos (www.bostonbyfoot.org).
PROMOCIONES. Los socios de Clarín 365 que compren su pasaje en Copa Airlines entre el 2 y el 8 de junio obtendrán un 10 por ciento de descuento para viajes realizados a Boston entre el 15 de agosto y el 15 de noviembre de 2013 (informes: tel. 0810-222-2672).
Por otro lado –y también para socios Clarín 365– se ofrece la posibilidad de adquirir el paquete terrestre “Descubrí Boston elegante” con un 25 por ciento de descuento para comprar y utilizar entre el 3 y el 30 de junio de 2013. Incluye traslados desde y hasta el aeropuerto en Boston, alojamiento por 5 noches en el hotel Boston Park Plaza, la Boston Tour Card por dos días y servicio de asistencia al viajero (informes: tel. 4326-7078; promo365@thesys.com.ar; www.clarin365.com.ar).
VISA. Para ingresar en Estados Unidos, los argentinos necesitan pasaporte en vigencia y visa. La misma se tramita en el consulado y cuesta US$ 160 (visa de Turista). Para más informes, ingresar en el sitio Web de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires: http://spanish.argentina.usembassy.go
POR DIEGO JEMIO / ESPECIAL PARA CLARIN

USA: NUEVA YORK; Música, cine y las calles


Música, cine y las calles de Nueva York
Los sonidos de Harlem, los famosos escenarios de Brooklyn, las colinas del Bronx y las muestras de arte en Long Island City: circuitos alternativos para descubrir a pie, en bici o con el bus turístico.
Si es la primera vez que se visita Nueva York hay una lista inobjetable de clásicos imperdibles para conocer sin perder un segundo. Por ejemplo, subir a los miradores de Top of the Rock del Rockefeller Center y del Empire State Building, recorrer el Central Park y la Quinta Avenida, ir a los museos más importantes –como el MET y el MoMA–, comprar tickets para una obra de Broadway y observar los contrastes culturales de Chinatown, Little Italy, TriBeCa y SoHo.
Si es la segunda vez que se pisa la gran metrópoli de los Estados Unidos, probablemente se repitan varios puntos del circuito mencionado porque son inabarcables en una sola visita, porque se renuevan en forma constante, porque vale la pena volver a recorrerlos. Sin embargo, tanto para aquellos que estuvieron varias veces en la ciudad como para los que viajan con tiempo, hay muchos atractivos por descubrir que salen del “abc” convencional.
Para ello, lo primero que hay que tener en cuenta es que Nueva York es mucho, muchísimo más que Manhattan, ya que hay cuatro distritos que se suman a la isla conocida como la “Gran Manzana”: Brooklyn, Queens, el Bronx y Staten Island. Además, la perspectiva será muy distinta si todos estos lugares se recorren a pie o en metro, en los icónicos taxis amarillos o en los turísticos buses “hop-on, hop-off” (permiten subir y bajar cuanto se quiera), en colectivo o en barco. A su vez, los paisajes de Nueva York cambian según las estaciones del año: pasadas las fiestas de fin de año –el árbol de Navidad y la pista de patinaje sobre hielo del Rockefeller Center y las vidrieras decoradas de la Quinta Avenida son un “must-see” cuando comienza el invierno–, en la primavera del Norte cobra protagonismo el Central Park, una desmesura en clave de verde con lagos, ardillas y senderos laberínticos.
Vayamos por partes. Sin salir de Manhattan, entre los ríos East y Hudson y las calles 110 y 160, se recomienda –especialmente, a los melómanos– ir a Harlem por ser sinónimo de música y movimientos antirracistas de la población negra. Revitalizado por el turismo y los tours que se multiplicaron en los últimos años, el vecindario convoca con su historia de rebeldía y las figuras gigantescas que surgieron en el Apollo Theater, en Minton’s Playhouse y el Cotton Club. Desde Billie Holiday y Ella Fitzgerald hasta Duke Ellington, Louis Armstrong, Lena Horne, Sarah Vaughn, Charlie Parker, Miles Davis, Fats Waller y Michael Jackson... La enumeración es increíble pese a que la dejamos incompleta. Para aproximarse a la historia de la “capital afro”, nada mejor que desandar la avenida Lenox, organizar salidas a los famosos clubes de jazz y asistir a la misa de la Abyssinian Baptist Church para saber de qué estamos hablando cuando hablamos de gospel.
Del otro lado del puente
Si Nueva York es una de las ciudades más filmadas de la historia, en muchas películas y programas de televisión exitosos (“Fiebre de sábado por la noche”, “Hechizo de luna”, “Sex and the City”, el “Show de Bill Cosby” o “2 Broke Girls”, por nombrar un puñado mínimo) aparecen Brooklyn y su puente colgante. Son tantas las escenas filmadas en sus calles con árboles y escaleras al frente de las casas simétricas que se organiza el “Brooklyn TV & Movie Tour” para recorrer en casi cuatro horas los principales escenarios. Y claro, el protagonista del paseo es el puente convertido en ícono neoyorquino, que une a Brooklyn con Manhattan y cruza el río East.
Otro distrito menos frecuentado que la “Big Apple” es The Bronx. A diferencia de las cinco grandes áreas, ésta es la única que no se encuentra en una isla. Sorprendentemente verde y multicultural (aquí se hablan más de 75 lenguas), el Bronx está situado al norte de la ciudad, separado por el río Harlem y ostenta colinas. Se destaca “Wave Hill”, un enorme jardín público que tiene un centro cultural y ofrece muy buenas vistas. Además, el Bronx cuenta con uno de los jardines botánicos más grandes del mundo, un zoo y el parque Van Cortlandt. Para terminar el paseo –lo ideal es visitar esta zona una vez terminado el invierno del Hemisferio Norte–, hay un tranvía que es réplica de uno de principios del siglo XX.
Muchos argentinos viven en Queens. Y con la apertura de hoteles nuevos en Long Island City, este vecindario del populoso distrito hace más accesibles las estadías en Nueva York. No sólo se ubica a unos pocos minutos de Midtown Manhattan, sino que esta zona –otrora, enclave industrial– ha tenido un rápido crecimiento residencial y una próspera comunidad artística, junto a sus parques a la orilla del mar e impactantes panorámicas de Manhattan.
Una zona en expansión si las hay, Long Island City se caracteriza por una gran cantidad de edificios de fines de siglo que alguna vez fueron fábricas y ahora han sido transformados en galerías, hoteles, restaurantes, tiendas y museos. Entre otros sitios vinculados al arte se destacan Fisher Landau Center of Art, Dorsky Gallery (promueve las artes visuales), The Noguchi Museum, MoMA PS1 (una de las instituciones de arte contemporánea más antiguas de EE.UU.), Sculpture Center (dedicado a los desarrollos experimentales en las esculturas) y Socrates Sculpture Park (muestra a gran escala y al aire libre).
Por último, hay dos paseos en medios de transporte menos convencionales: en barco y en bicicleta. Sobre las aguas del río Hudson, el “Circle Line” recorre 57 km alrededor de Manhattan, ofreciendo panorámicas de los rascacielos del área de Wall Street y el Ground Zero, donde se levantaban las Torres Gemelas hasta el atentado del 11 de septiembre de 2001. Van apareciendo entonces la estatua de la Libertad (se puede subir, reservando con antelación), y muy cerca, la isla Ellis y su interesante Museo de la Inmigración (allí llegaron 16 millones de inmigrantes entre 1892 y 1954). El crucero completo incluye los ríos East y Harlem, desde donde se ven los cinco distritos.
En cambio, los itinerarios en bicicleta proponen pedalear por el Central Park hasta Harlem, o bien, cruzar el puente de Brooklyn y conocer ese distrito sobre dos ruedas. Lo mismo se puede hacer de noche para ver la ciudad iluminada. Hay un circuito diferente para cada día de la semana. Porque como el propio Central Park, Nueva York siempre conserva rincones sin descubrir.


INFORMACION
www.nycgo.com
www.ilovethebronx.com
www.visitbrooklyn.org
queensnyc.com
www.visitstatenisland.com

CHILE: SANTIAGO: Mercado Central

Con todo el sabor del mar

Platos exquisitos y color popular en el Mercado Central de la capital chilena.

El Mercado Central funciona en un imponente edificio de estilo art nouveau inaugurado en 1872.

En la parte antigua de Santiago de Chile, a orillas del río Mapocho, un delicioso olor a mar guía los pasos cual canto de sirena hacia un edificio histórico y entrañable para el alma santiaguina: el Mercado Central.

El predio ocupa una manzana y es una maravilla arquitectónica del siglo XIX, con estructura de hierro forjado. Pero, más que nada, es el lugar en el que se dan cita viajeros y pescadores, bohemios, trasnochadores y señoras que hacen compras. Es un lugar encantador, el mejor de la ciudad para comer o comprar mariscos fantásticos, lo cual es mucho decir en un país que posee una de las variedades más ricas y exóticas de mariscos del planeta.

A primera vista podría parecerse a cualquier buen mercado, con una plaza central de mil colores por los puestos de verduras, frutas y pescados, sólo que está rodeado de restaurantes, desde los más elegantes de la ciudad hasta pequeñas cocinerías que trabajan con un público tan selecto como fanático. Se huelen en el aire unos picorocos al vapor, unos locos al ajillo y unas machas a la parmesana, mientras los lugareños regatean el precio de los pescados crudos y los mozos de los restaurantes se disputan –a veces demasiado intensamente– la preferencia de los turistas.

En Chile, “carretear” significa salir de fiesta, de copas… Pues bien, los fines de semana, y sobre todo en las madrugadas post Año Nuevo o fiestas patrias del 18 de septiembre, se acostumbra terminar la noche en este mercado, saboreando un rico caldillo o una paila marina para reponerse de cualquier desastre etílico.

En los días habituales de semana, antes del amanecer, los puesteros silban melodías mientras acomodan la mercadería: frutas y verduras coloridas y radiantes sobre las bandejas, centollas y ostras sobre hielo picado, erizos frescos, congrios. La compra empieza temprano y a media mañana ya está todo a punto.

Al mediodía llegan para el almuerzo empleados de oficina, operarios y familias enteras que buscan, entre la gran variedad de restaurantes, aquel que más se ajuste al paladar y al bolsillo. Los hay para todos los gustos: algunos gourmet, los más recomendados en las guías gastronómicas (y también los menos económicos), como “Donde Augusto” y “El galeón”, pero también otros más modestos y baratos. A esa hora, los gritos de los feriantes se mezclan con las tonadas chilenas de los cantores, que pasan entre las mesas para hacerse de algunas monedas. Un grupo de jóvenes se anima a bailar una cueca para deleitar a los viajeros.

A toda hora se ven por ahí turistas extranjeros fotografiando todo lo que encuentran a su paso. El mercado es un imán para los viajeros, la oportunidad impagable de encontrar, en el mismo lugar, la más variopinta muestra de cultura popular chilena con degustaciones inenarrables de mariscos y vinos. ¿Qué más se puede pedir?

Palacio de artes culinarias
 Declarado Monumento Nacional en 1984, el Mercado Central de Santiago es un espectacular edificio de estilo art noveau que fue inaugurado el 15 de septiembre de 1872 para albergar una biblioteca o un palacio de Bellas Artes. La estructura de hierro fue fundida en Glasgow, Escocia, y es ciertamente impactante, como los bellos motivos de la decoración, los pilares y los arcos, las puertas de hierro forjado. Lo cierto es que los vaivenes de la historia terminaron convirtiendo esta construcción exquisita en uno de los lugares más concurridos y populares del centro histórico de la ciudad.

Casi en línea recta con la Estación Mapocho (a orillas de río), que hoy es uno de los centros culturales más importantes de la capital, desde el mercado se puede hacer caminando el circuito histórico: la Catedral, la Plaza de Armas, la Plaza de la Constitución, el Palacio de La Moneda, el Teatro Municipal, los museos Histórico Nacional y Bellas Artes.

Parada obligada del circuito, el Mercado Central no sólo alberga marisquerías y puestos de venta de pescado, sino también fruterías, carnicerías, botillerías (bodegas), fiambrerías, queserías… En los puestos que dan a la calle se pueden comprar artesanías, flores y cestos de mimbre.

Pero las grandes vedettes, sin embargo, son los frutos del Pacífico, fresquísimos, muchos de ellos desconocidos fuera de Chile e imposibles de traducir. Muchos de ellos, también, totalmente exquisitos para el paladar, sobre todo si vienen regados con buen tinto chileno. Gran programa: se sale del mercado contento como perro con dos colas.


INFORMACION

Embajada de Chile en Buenos Aires: Tagle 2762, Tel. 4808-8601/4808-8655.
 contacto@sernatur.cl
 www.sernatur.cl


Por Claudia Dubkin / ESPECIAL PARA CLARIN

BRASIL: SAN PABLO: 10 imperdibles


10 imperdibles de San Pablo

Cultura, historia, gastronomía y espacios verdes son parte de los mayores atractivos que hay que visitar en esta metrópoli brasileña. Un recorrido que incluye el Museo del Fútbol y la bohemia Vila Madalena.Una vista panorámica del Parque Ibirapueray los edificios de la ciudad.VilaMadalena es el barrio bohemio, en el que abundan galerías de arte y vida nocturna.
En el centro histórico, la Catedral da Sé se destaca por su estilo gótico y su gran órgano italiano.
San Pablo, en el sudeste de Brasil, es la reina megalópolis de Sudamérica –unos 19 millones de habitantes considerando también la región metropolitana– que parece querer ir siempre por más, ya sea en materia financiera, en las dimensiones edilicias, en la cultura y en la gastronomía. A menos de tres horas de vuelo de la ciudad de Buenos Aires –y, hay que decirlo, frecuente punto de conexión para muchos argentinos que viajan a playas brasileñas más lejanas–, con cada visita se descubre un interesante surtido de novedades: desde barrios recién nacidos hasta muestras de arte rutilantes; desde complejos arquitectónicos remodelados hasta recitales que sacuden la historia. Es cierto también que el movimiento de visitantes es mayor en estos tiempos previos a megaeventos deportivos como el Mundial de Fútbol.
Intensa, cosmopolita, diversa y descomunal, cada año San Pablo recibe unos 10 millones de visitantes a quienes conquista con su modernidad plasmada en algunas construcciones, sus lujosas tiendas de la calle Oscar Freire, exposiciones como la del bello Museo du Ipiranga, su caótico tránsito callejero –atención, es imprescindible tener en cuenta esto a la hora de moverse por la ciudad y calcular distancias/tiempos–, su centro histórico, sus mercados tradicionales, sus parques verdes y sus centros comerciales. Para ellos, para los viajeros que van por una semana o se escapan un par de días, aquí ofrecemos una selección de diez atractivos imperdibles –los que ya conocen tendrán su propia lista de favoritos– para disfrutar de esta gran ciudad.

1. Museo de Arte de San Pablo
 Pinacoteca con obras de Rafael, Mantegna, Botticceli, Rembrandt, Cranach, Velázquez, Goya, Delacroix, Renoir, Manet, Monet, Cézanne, Van Gogh, Toulouse-Lautrec. Incluye también biblioteca, fototeca, filmoteca, videoteca, cursos de artes, ciclos de cine, conciertos y conferencias. El Museu de Arte de São Paulo es quizás el centro cultural de mayor actividad de Brasil. Su edificio es uno de los predios iconográficos del esplendor arquitectónico de San Pablo, y uno de los edificios “naturales” de la famosa avenida Paulista, con su cuerpo principal que descansa acostado sobre cuatro pilares, dejando –entre el edificio y el piso– un enorme espacio vacío de 74 metros de largo. www.masp.art.br

2. Vila Madalena
Se trata de un barrio bohemio de geografía accidentada, poblado de atelieres, galerías de arte y una colección de bares de todo tipo, como para visitar uno diferente cada noche. Algunos son botecos (bares) clásicos, otros nutridos de periodistas y aficionados al fútbol, o centros del público al que en San Pablo llaman GLS (gays, lesbianas y simpatizantes). Hay bares para sambar o disfrutar del rock and roll y los hay para expertos en tragos. Todos son para amantes de los momentos de intenso ocio, quienes también se entretienen en las librerías, en la Feira Omaguás –donde los domingos artesanos selectos llevan sus trabajos–, o en la Feira da Praça Benedito Calixto, que los sábados ofrece un espacio en donde se puede comprar de todo.

3. Museo del Fútbol
 Apuesta fuerte del diseño para que el visitante sienta cómo el fútbol, nacido en la elite de Inglaterra, maduró brasileño, popular y mestizo en estas tierras. El museo es, en todo momento, extremadamente emocionante, informativo y muy divertido. Construido en las entrañas del Pacaembu, Estadio Municipal Paulo Machado de Carvalho, los recursos de la tecnología multimedia están usados al máximo de sus posibilidades para que el visitante viva el fútbol como arte, palpite el tribalismo masivo de las hinchadas, reviva la historia de las Copas del Mundo, sienta la gloria de las ganadas por Brasil y la depresión insondable (una sala muestra y vuelve a mostrar dignamente la final del 50 en el Maracaná, perdida ante Uruguay). www.museudofutebol.org.br

4. Avenida Paulista
 Es, sin dudas, el alma paulistana, por la que fluyen muchos de los siete millones de autos que andan por la ciudad. Es una avenida grandiosa, símbolo de la vocación expansiva de la ciudad. Es también el centro financiero y un alto hito cultural de San Pablo. En su mapa se distribuyen el Museo de Arte de San Pablo (MASP), la Casa das Rosas –casa histórica donde funciona un centro cultural dedicado a la poesía–, cines, teatros, cafés. Tres kilómetros para ir de compras y caminar entre restaurantes, lanchonetes y magníficos edificios. www.avenidapaulista.com.br

5. Edificio Banespa
En los años 40 fue la mayor construcción de hormigón armado del mundo y, hasta 1956, el edificio más alto fuera de los Estados Unidos, con 150 metros de altura y 36 pisos. El Edificio Altino Arantes (popularmente Banespa) es orgullo de la historia paulista. Desde su mirador se obtiene una visión de 360 grados que permite distinguir la Serra do Mar, el Pico do Jaraguá, los edificios en la Avenida Paulista y las principales construcciones del centro. En el lobby, introduce a la magnificencia del edificio una gran araña de cristal de 13 metros de altura y 10 mil piezas de cristal. Un museo reúne más de 2.000 objetos de la historia de los casi 100 años del edificio.

6. Museo de la Lengua Portuguesa
No es casualidad que este museo esté en San Pablo: es la ciudad con más personas que hablan el idioma portugués en el mundo. En 2006 fue abierto en la Estação da Luz, edificio de arquitectura victoriana, dotado de tecnología de avanzada que le permite una alta interactividad. Los visitantes sienten la formación y la evolución del idioma portugués en las diferentes áreas. En una pantalla de 106 metros se proyectan simultáneamente nueve cortos sobre el uso de la lengua portuguesa en la vida cotidiana: la danza, los carnavales, el fútbol, la música, etc. En el Juego de la Etimología los visitantes se divierten moviendo imágenes que contienen fragmentos de palabras. El Mapa de las Hablas es una pantalla interactiva que se navega escuchando la forma de hablar de los brasileños de distintas regiones. La Plaza de la Lengua ofrece una especie de planetario de palabras con efectos visuales proyectados sobre el techo. En una pantalla se presentan grandes clásicos de la prosa y de la poesía. www.museudalinguaportuguesa.org.br

7. Pateo do Collegio y Catedral da Sé
 Entre los rascacielos paulistanos aún está el Pateo do Collegio, donde nació la Vila São Paulo de Piratininga. En un comienzo fue una cabaña donde se reunieron 13 jesuitas, un día de enero de 1555. Un año después se convirtió en la escuela que hoy se visita para ver pasar 400 años de historia. Hay actividades culturales y un museo de arte sacro e histórico, pinacoteca y biblioteca. Un túnel del tiempo. El Pateo do Collegio forma parte del circuito Centro Histórico, que incluye la Catedral da Sé, uno de los cinco mayores templos góticos del mundo, y el Largo São Francisco, el principal conjunto de arquitectura barroca de la ciudad, integrado por la Facultad de Derecho de la USP, la Iglesia São Francisco de Assis y la Iglesia Chagas do Seráfico Pai São Francisco. www.pateocollegio.com.br

8. Parque Ibirapuera
 La vista se recrea con la variedad de los árboles, los oídos, con el sonido de los niños jugando libremente por todo el parque y el corazón, con la amabilidad de los paulistanos. Los domingos soleados miles de personas caminan, trotan, andan en bicicleta, skate o rollers, juegan al fútbol, al vóley, al básquet... o descansan recostados frente al lago, viendo el atardecer y alimentando a los cisnes que habitan esta amplia extensión de áreas verdes dentro de la mayor urbe de Sudamérica. Grandes y chicos disfrutan de sus pequeños bosques, lagos y senderos, limpios, bien señalizados y seguros. En medio del verde se erigen también pulmones de cultura: el Museu de Arte Moderna, el Pavilhão da Bienal, el Museu Afro Brasil, el Pavilhão Japonês –con una réplica del Palacio Imperial de Kyoto– y el edificio de la Oca, diseñado por Oscar Niemeyer. www.parquedoibirapuera.com

9. Gastronomía
 Las cifras son contundentes: San Pablo tiene 12.500 restaurantes de 52 nacionalidades, etnias y regiones. Hay 15.000 bares, 600 restaurantes japonenses –dicen que en esta ciudad se cocinan 278 sushis por minuto–, 3.200 panaderías y 6.000 pizzerías. La gastronomía es palabra mayor, más aún teniendo en cuenta que aquí está D.O.M. (www.domres taurante.com.br), el restaurante del chef Alex Atala que fue elegido entre los 50 mejores del mundo. La ciudad ofrece experiencias para todos los gustos y bolsillos. Como la propuesta del Mercado Municipal Paulistano (www.mercadomunicipal.com.br), considerado “el” sitio gourmet de la ciudad, donde son famosos los grandes sándwiches de mortadela italiana y las empanadas de bacalao a las que el viajero puede hincarles el diente luego de un divertido recorrido entre sus puestos de verduras, especias, carnes, dulces y frutas. O como la de un restaurante más sofisticado y plácido como Figueira Rubaiyat (rua Haddock Lobo, Jardins, www.rubaiyat.com.br), con mesas que se extienden en un patio bajo una majestuosa higuera centenaria. Allí la cocina rescata la gastronomía primitiva del horno de barro y las cazuelas de hierro, con platos originales en una carta variada. Se destacan las carnes, de diferentes procedencias, incluida la finca propia. Imposible no mencionar el Arola Vintetres, ubicado en el piso 23 del hotel Tivoli São Paulo - Mofarrej. De la mano del chef español Sergi Arola (dos estrellas Michelin), el restaurante ofrece una experiencia culinaria única acompañadas de mágicas vistas nocturnas de la ciudad. Sea una pizzería, un local de espeto corrido (o rodizio) o un restaurante japonés (como los del barrio Liberdade), San Pablo promete conquistar al viajero también a través de la cultura del buen comer.

10. Sala São Paulo
 En el interior de la imponente Estación Júlio Prestes, antigua estación de tren de la compañía Estrada de Ferro Sorocabana, de ornamentación sobria y detalles al estilo Luis XVI, suenan los conciertos en la Sala São Paulo (Praça Júlio Prestes 16). Se trata de uno de los teatros líricos más importantes de Brasil y es sede de la Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo. La Sala fue creada a fines de los 90 como parte de un proyecto de revitalización del centro antiguo de la ciudad. Se encuentra junto a la Pinacoteca do Estado y el Museu de Arte Sacra. El calendario de conciertos es apretado y de altísima calidad. Una visita guiada es inevitable. Cuesta 5 reales por persona (US$ 2,5), pero tenga en cuenta que los sábados y domingos la entrada es gratuita. www.osesp.art.br

INFORMACION
Embajada de Brasil: Tel. (011) 4515-2400, turismo@brasil.org.ar
 www.cidadedesaopaulo.com
 www.saopaulo.sp.gov.br
 www.seuguiasp.com

Por Gustavo Ng / ESPECIAL PARA CLARIN

PERU: LIMA: Huaca Pucllana

Historia viva en el centro limeño
La arqueología milenaria de Huaca Pucllana, en un circuito histórico-cultural En el residencial barrio de Miraflores, junto a la gastronomía típica peruana.

En una superficie de 15 hectáreas, Huaca Pucllana fue centro administrativo y de ceremonias de la llamada cultura Lima.
La capital de Perú, Lima, es una gran metrópolis y la principal puerta de entrada al país. Favorita de poetas, artistas y amantes de la vida bohemia debido a su amplia e intensa oferta cultural, tanto en el radio que abarca el céntrico casco histórico como en sus barrios periféricos, engalanados por los colores de antiguas construcciones coloniales, se destacan algunos de los mejores museos peruanos junto a sitios arqueológicos prehispánicos.
Dentro de una gran variedad de espectáculos culturales, folclóricos y centros de diversión aparece una opción interesante respecto de antiguos acontecimientos históricos ocurridos en el que fuera un importante polo político, cultural y económico de la época virreinal. Se trata de la milenaria Huaca Pucllana. En la bella zona de Miraflores, es uno de los rincones más atractivos y místicos limeños. Este centro administrativo y de ceremonias de la llamada cultura Lima (cultura preincaica que se desarrolló en la costa central de Perú entre los años 100 y 650 dC.), en la actualidad se ha constituido en un monumento que en su recorrido remite a aquella época.
Huaca Pucllana, conocida también como Huaca Juliana, ocupa una superficie de alrededor de 15 hectáreas recuperadas de la destrucción y el abandono en que la modernidad las había relegado. Se levanta hoy imponente para beneplácito tanto de los peruanos como de los visitantes extranjeros y es mantenida para su conservación con el asesoramiento de expertos. Huaca Pucllana, nuevamente patrimonio reconocido, recuperó su identidad histórica.
Ello se debió a que en las últimas décadas se han hallado evidencias que permiten reconstruir un panorama acerca de los conocimientos y de algunos detalles de las costumbres de la gente que la levantó. Especialistas de diferentes áreas de la investigación, en distintas temporadas se comprometieron con Huaca Pucllana, lo que consolidó un trabajo multidisciplinario que permite admitir, con bastante certeza, la información arqueológica y las conjeturas sobre lo que sucedió con la arquitectura, la cerámica y el modo de vida en Pucllana durante los referidos siglos V a VII dC. Por caso, la reconocida historiadora María Rostworowski, durante el estudio de un documento del siglo XVI, encontró que se citaba con el nombre indígena de Pucllana al edificio mayor del lugar, una pirámide trunca maciza, construida íntegramente sobre la base de rellenos de tierra y adobes pequeños. La monumentalidad de esta antigua construcción de adobe queda fácilmente en evidencia al subir a su cima y divisar desde lo alto el mar y los modernos edificios que la rodean. Por su arquitectura y los objetos hallados allí, la función de Pucllana debió ser la de administración del culto y de los bienes que circulaban en el valle. Los arqueólogos han recuperado textiles, cerámica decorada con pintura de color rojo, blanco, negro y anaranjado; restos de maíz, frejol, pallar. Y frutales: chirimoya, pacae, lúcuma y guayaba. También de animales domésticos como alpacas, llamas, cuyes, patos y venados.  La Gran Pirámide
El núcleo del centro ceremonial de la Huaca Pucllana lo constituye la Gran Pirámide. Esta es una estructura piramidal trunca y escalonada. Una amplia superficie del área baja de la Huaca Pucllana se encuentra ocupada por un conjunto de sistemas de recintos, senderos, pasadizos y plazas a los que se les atribuyen diferentes funciones, cercanas más a lo gubernativo. Sin embargo, el trasfondo religioso, sacramental, prevalece absolutamente durante la mayor parte del recorrido.
Como la costa peruana se ve en ocasiones afectada por algún sismo, los arquitectos de la cultura Lima idearon por aquellos tiempos, para enfrentar el fenómeno natural, una técnica constructiva mediante la cual, y tras años de experimentación, lograron contrarrestar los daños causados a la arquitectura de Pucllana.
Desde el punto de vista arqueológico, reconocimientos científicos de los trabajos en cerámica de los pueblos Lima dejan ver sus funciones doméstica y ritual. Prefirieron vasijas bastante sencillas hechas con una pasta de color marrón, dentro de las cuales se encontraron ollas y fuentes de diversos tamaños y formas. Las mismas presentan manchas negras producto de su continua exposición al fuego. Los platos, en cambio, se realizaban usando una pasta anaranjada al igual que los cántaros para los líquidos y granos.
En el extremo sur de Huaca Pucllana es posible admirar el sitio que, al parecer, habría funcionado como cementerio. Esta parte del edificio antes de ser remodelada sirvió de cobijo a miembros de la elite que tuvieron el privilegio de ser enterrados allí. Los entierros de los hombres y mujeres de la cultura Lima se advierten bien sencillos.
La eterna gastronomía
Pucllana es hoy un Parque Histórico Cultural que está bajo el auspicio de la Municipalidad de Miraflores. Si bien este conjunto arquitectónico posee un Museo de Sitio, un parque de Flora y Fauna nativas además de una galería artesanal, sobresale un elegante restaurante donde deleitarse con elaboraciones tradicionales de Perú junto a una extensa carta de platos de la alta gastronomía moderna. Se sabe, la cocina peruana tiene fama internacional. Ceviches y tiraditos, piqueos, langostinos gigantes y filetes de chita, entre otras delicias, serán saboreados a la par que la visión de una escultura con figuras de peces entrelazados guía el pensamiento hacia la imaginación de aquellos peruanos, antiguos artesanos que poblaban la gran llanura del río Rímac.

INFORMACION
www.mirafloresperu.com/huaca-pucllana
www.turismoperu.info

viernes, 14 de junio de 2013

BRASIL: Portugues para turistas.

EspanolPortuges
En la terminal de autobusesNa estacao rodoviaria
EquipajeBagagem
ValijaMala
ChangadorCarregador
Cédula de IdentidadCarteira de Identidade
Certificado de vacunaAtestao da vacuna
AduanaAlfándenga
En el HotelNo Hotel 
Cuanto cobra por día?Qual e a diária?
DesayunoCafé da Manha
AlmuerzoAlmoco, Jantar
ComidasRefeicoes
AscensorElevador
Noveno pisoNono andar
VentanaJanela
PerchaGabide
CajónGaveta
Sábana, Funda, AmohadaLencol, Fonha, Travesseiro
Sobre, Sello, LapiceraEnvelope, Selo, Caneta
En el restauranteNo Restaurante
Mozo, MenúGarcon, Cardápio
ServilletaGuardanapo
Cuchara, Cuchillo, TenedorCohel, Faca, Garfo
Vaso de aguaCopo d`agua
Botella de vinoGarrafa de ninho
Refresco, CervezaRefrigerante, Cerveja
Pan, Manteca, Queso, LechePao, Manteiga, Queijo, Leite
Jamón con huevosPresunto com ovos
Bife de lomoFilet Mignon
Bien cocido, JugosoBem passado, Mal passado
Ensalada, PapasSalada, Batatas
Pollo, Gallina, PavoFrango, Galinha, Perú
PescadoPeixe
FrankfurterCachorro quente
Mostaza, Pimienta, SalsaMostarda, Pimenta, Molho
Postre, HeladoSobremesa, Sorvetes
Dulce, PaltaDoce, Abacate
Ananá, DuraznoAbacaxi, Pessego
Frutilla, Manzana, NaranjaMorango, Maca, Laranja
Ciruela, HigoAmeixa, Figo
Nuez, AlmendraNoz, Amendoa
ManíAmendoim
Caliente, Tibio, HeladoQuente, Morno, Gelado
Una taza de café, téUma xicara de café, chá
La cuenta, propinaA conta, Gorjeta
En la calleNa Rua
Auto, choferCarro, Motorista
Cuadra, ManzanaQuadra, Quarteirao
VeredaCalcada
Semáforo, IzquierdaSinal de transito, Esquerda
DerechaDereita
Cambiar dineroTrocar dinheiro, Troco
PeluqueriaBarbearia, Cabaleireiro
IglesiaIgleja


En la TiendaNa Loja
Cuánto cuesta?Quanto cuesta?
Muy caro, Muy baratoMuito caro, Muito barato
RebajaAbatimiento
No me gustaNao gosto
Quiero algo mejorQuero coisa melhor
Tela, GéneroFazenda
Ancho, Angosto, LargoLargo, Estreito, Comprido
No es mi talleNao e meu tamanho
Más grande, Más chicoMaior, Menor
Pollera, PantalónSaia, Calca
Saco, SombreroCasco, Chapéu
ParaguasGuarda-chuva
Cartera, Billetera, PanueloBolsa, Carteira, Lenco
Artículos de deporteArtigos para esportes
CristalesCristais
ConfeccionesConfeccoes
Mostrador, PaqueteBalcao, Pacote, Embrulho
Expresiones de uso diarioExpressoes de uso diario
Buen día, Buenas tardesBom día, Boa tarde
Buenas NochesBoa noite
Mucho gusta, Cómo le va?Muito prazer, Cómo vai?
A dónde va?Aonde vai?
Estoy apuradoEstou com pressa
Playa, CinePraia, Cinema
Partido de futbolJogo de futebol
Carrera de caballosCorrida de cavallos
Quiere venir con nosotros?Quer vir Conosco?
Muchas graciasMuito brigado (obrigada)
No puedo salir ahoraNao posso sair agora
Despacio, RápidoDevagar, Depressa
OjaláTomara
TodaviaAinda
Está frío afueraEsta frío lá fora
Hace calor, Día calurosoFaz calor, Día quente
Ayer, Hoy, MananaOntén, Hoje, Amanha
Estoy con suenoEstou com sono
Tengo hambreTenho fome
Cuál es su nombre?Qual é seu nome?
ApellidoSobrenome
Voce (Tu se usa en Rio Grande)
UstedO senhor, A senhora
No queda lejos, CercaNao fica longe, Perto
No se olvideNao se esqueca
Llegar tempranoChegar cedo
Llegar tardeChegar atrasado
Llegar tempranoAcordei cedo
Con permisoCom licenca
No entiendoNao entendo
No puedo   Nao posso  
Que hora es?Que horas sao?
RelojRelógio
Verano, InviernoVerao, Inverno
Otono, PrimaveraOutono, Primavera
Lunes, MartesSegunda feira, Terca feira
Miércoles, Jueves, ViernesQuarta, Quinta e Sexta feira
Sábado, DomingoSábado, Domingo