Una calle de Viena
Un viaje en el tiempo lleno de color local en la capital austríaca. Por Eduardo Pogoriles
Se llama Argentinierstrasse, o sea, “la calle de los argentinos”. Son unas pocas cuadras en el centro histórico de Viena, cerca de los jardines de Belvedere. La calle abunda en antiguas mansiones construidas entre 1880 y 1910 como el Palais Wessely, el Kranz, el Falkenstein y el Erlanger, entre otros. Algunos de estos palacios se reciclaron como embajadas o academias, otros se demolieron. Una placa cuenta que el nombre, Argentinierstrasse, data de 1921. Antes se llamaba Alleegasse y el cambio fue para recordar la ayuda que Argentina, en la presidencia de Hipólito Yrigoyen, envió a los hambrientos vieneses durante la Primera Guerra Mundial.
La calle de los argentinos corre entre la avenida Wiedner Gürtel y la Karlsplatz, la céntrica plaza donde está la iglesia Karlskirche, que desde 1737 es una de las más elegantes de Viena y un ícono del estilo barroco. El guía cuenta que allí se casaron muchos famosos, entre ellos la actriz Heddy Lamarr y Fritz Mandl, el millonario fabricante de municiones que tenía la sede de su empresa –la Hirtenberger Haus– en una esquina de Argentinierstrasse y vivió en nuestro país en la década de 1940. Otra plaza más chica, Sankt Elisabeth Platz, está a mitad de camino en esta calle, donde no falta una academia de baile con toques rioplatenses, “Ayres de Tango”, en Argentinierstrasse 17.
Por aquí están las embajadas de Grecia y España, pero a los austríacos el nombre les suena porque el edificio de la radio nacional de Austria –la ORF Funkaus– está en Argentinierstrasse 30. El guía cuenta que cuando esta calle aún se llamaba Alleegasse era la residencia de algunas de las más ricas familias de Viena. Y llama la atención sobre un moderno edificio en el número 16, donde hay negocios y un restaurante. Hay que imaginarse lo que había antes en esa misma dirección: era el Palais Wittgenstein, la mansión del magnate del acero en Austria, Karl Wittgenstein, padre de Ludwig, el filósofo. “En los salones de este palacio tocaban músicos como Brahms, Mahler y Strauss. Además, Karl era el mecenas del pintor Gustav Klimt”, dice el guía. Y cuenta que entre los años 1938 y 1945 el Palais Wittgenstein fue nada menos que la sede de las autoridades nazis en Austria, hasta que en la posguerra fue demolido para hacer el edificio actual.
Caminar puede ser un viaje en el tiempo, sobre todo en Viena. La ciudad hace pensar en un baúl repleto de recuerdos que no terminan de ser sólo eso, recuerdos.
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