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martes, 6 de agosto de 2013
EUROPA: NORUEGA: OSLO: bajo el sol de primavera
Oslo, bajo el sol de primavera
Calles, museos y cafés clásicos de la ciudad escandinava. La moderna Opera, el bar de hielo, un parque de esculturas y las huellas de los artistas Ibsen y Munch.
La era del deshielo. La nieve empieza a retroceder, el hielo de parques y veredas a quebrarse y diluirse, y algún tímido brote se anima a adelantarse a las primeras temperaturas que superan apenas los cero grados. Se inicia la primavera en el hemisferio norte y Oslo, la capital de Noruega, parece desperezarse.
Las horas de luz se estiran día a día y el sol, tan esquivo en los últimos meses, anima a los oslenses a salir a las calles y sentarse a las mesas en las veredas de los bares –que se verán repletas en verano– y a poblar parques y plazas.
Pero nosotros llegamos con un objetivo en particular, y vamos directo al grano: la Galería Nacional exhibe el cuadro más famoso del artista más famoso de Noruega: “El Grito”, de Edvard Munch. Pero el área que reúne su obra –junto a las de otros apellidos de peso, como Cèzanne o Manet– está cerrada. “La están acondicionando para la exposición”, nos informan, y sabemos que “la exposición” es la celebración de los 150 años del nacimiento de Munch, que se cumplen este año. Aunque los festejos ya comenzaron con exhibiciones itinerantes y otras actividades, la ciudad se prepara para esa “gran exposición”, que comenzará en junio y reunirá más de 250 obras del artista, que se podrán ver en simultáneo en la Galería Nacional y el Munch Museet. Sin dudas, una excelente excusa para hacerse una escapada y disfrutar del país de los vikingos y su exuberante naturaleza.
Con “El Grito” silenciado, ponemos rápidamente en marcha el plan B y caminamos hasta el Museo Munch, junto al Jardín Botánico, en Tøyen, barrio de inmigrantes repleto de puestos de kebab, peluquerías y supermercados con miles de especias. En el Munch Museet, además de una sala dedicada al artista, hay videos sobre su vida y obra, y una exposición de plásticos nórdicos.
La ciudad frente al fiordo
Una vez saciado –a medias– el apetito por Munch, nos llaman las calles de la ciudad. Una buena manera de empezar a conocer el centro de Oslo es recorrer la Karl Johan’s Gate, la peatonal más concurrida. Desde la Estación Central hasta el Palacio Real son unas 12 cuadras, que reúnen buena parte de lo esencial de la ciudad: la catedral, el edificio del Parlamento o Stortinget y el antiguo Teatro Nacional, justo enfrente de la casa natal del poeta y dramaturgo Henrik Ibsen, transformada en un museo que recorre su vida y obra. Sus pasos también se pueden seguir en el célebre Grand Café, que Ibsen solía frecuentar. Enfrente, en la esquina del Parlamento, el clásico y elegante café Christiania recuerda el nombre que la ciudad llevó durante 300 años, hasta 1924.
Menos autos, más peatones
Oslo está en medio de lo que aquí se califica como la mayor transformación en décadas, con la recuperación de áreas abandonadas o en desuso, que se reintegran al tejido urbano. El mayor cambio se nota en la costanera del fiordo, donde el túnel Operatunnelen está haciendo desaparecer los autos y permitiendo demoler autopistas elevadas para construir zonas peatonales. Allí, en una zona antes de containers y máquinas oxidadas, se construyó la impresionante Opera, un súper moderno edificio blanco, de líneas rectas y de grandes ventanales que, además de ser la principal sala de conciertos y ballet del país, se convirtió también en uno de los paseos preferidos cerca del centro. Largas rampas permiten acceder a los techos, entre desniveles y ventanales, y contemplar parte de la ciudad y el fiordo de Oslo.
Locales y turistas suben aquí para entibiarse con el sol primaveral y divisar, en una de las colinas que rodean el centro urbano, la enorme rampa de saltos del Holmenkollen , con su museo y simulador de esquí, o aquí nomás, enfrente, la Fortaleza de Akershus, con su castillo medieval y sus museos.
Unos pasos más allá está Tjuvholmen , zona costera recientemente recuperada y en pleno crecimiento, que despliega una moderna arquitectura y una popular costanera con cafeterías y vistas al fiordo.
Tjuvholmen y el vecino Aker Brygge, con su costanera de madera y sus yates fondeados, son otros hitos de este “nuevo Oslo”, que se abre al fiordo y al sol. Llegaron los bares y shoppings con las tiendas de moda, y aquí, los primeros soles de la primavera se viven más que en ningún otro sitio.
Pero si empezamos esta visita con un artista, la terminamos con otro. Con Gustav Vigeland, considerado el máximo escultor del país y creador del Vigelandsparken, un enorme parque en el que se exhiben más de 250 llamativas esculturas, entre ellas el Monolito – Monolitten –, un bloque de granito de 17 metros con 121 figuras humanas desnudas y entrelazadas, y el niño enojado – Sinnataggen –, que hasta se identifica como símbolo de Oslo. El artista vivió en la cercana casa de Kirkeveien, hoy Museo Vigeland.
Para la noche de despedida, se impone un brindis en el Ice Bar o Bar de Hielo, donde la barra, las sillas, las paredes, los vasos... bueno, todo, es de hielo. La temperatura ambiente es de –5°C, y es templadita: en la calle, el termómetro marca –7°C. Es que en los primeros días de primavera, a las noches aún les resulta difícil olvidarse del invierno.
IMPERDIBLE
Museos y bosques
Una aldea rural fina y elegante, a 10 minutos del centro. Así podría describirse rápidamente a la península de Bygdøy, un particular barrio residencial de Oslo po-blado de bosques y parques y una variada flora. Aquí son muy populares los paseos al aire li-bre, especialmente en verano, y también las playas sobre el fiordo, incluida una nudista. En Bygdøy está la granja real (Kongsgård) y el palacio real de Oscarshall, pero otro gran atractivo son sus museos, especialmente el de los Barcos Vikingos, que exhibe los dos barcos de este tipo mejor conservados del mundo, construidos en el siglo IX. También están el Museo Marítimo; el Kon-Tiki, con em-barcaciones y objetos de las expediciones del explorador Thor Heyerdah; el museo Fram, que homenajea la exploración polar noruega; el del Holocausto y el del Pueblo Noruego. Es recomendable llegar en ferry desde Aker Brygge, para disfrutar de buenas panorámicas.
MINIGUIA
ATENCION. Es recomendable adquirir la Oslo Pass, con descuentos y acceso gratis a transportes y museos. Por 24 hs, US$ 46; por 48 hs, US$ 67.
INFORMACION
En Bs. As., (011) 3724-1200.
www.noruega.org.ar
www.visitoslo.com/es
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