Miami: playa, arte y sabores intensos
La ciudad convoca con diversidad de propuestas. Paseos por la bahía, restaurantes de fama internacional, hoteles para disfrutar junto al mar y una intensa agenda cultural. Además, la tentación de las compras.
Miami: playa, arte y sabores intensos
Una torre de ostras y ceviche en el restaurante The Dutch del hotel W South Beach. Las líneas simétricas y los colores del distrito Art Déco. El Adrienne Arsht Center y una inolvidable tarde de ópera. Una fábrica de cigarros en Little Havana. Cabellos al viento y adrenalina a bordo de una lancha que surca con velocidad las aguas de la bahía Biscayne entre mansiones de celebrities. Degustación de vinos de palta, coco y mango en la campiña. Un vistazo a los impactantes grafitis de Wynwood Walls y alrededores. Fiebre consumista en los centros comerciales. La vida de playa de South Beach. Un masaje descontracturante,¡70 minutos!, en el exclusivo spa del elegantísimo hotel Baltimore, en Coral Gables. Noches de desenfreno entre tacos, brillos y alcohol.
En el sur del estado de Florida, Estados Unidos, Miami tiene una aventura, una alternativa, una propuesta para cada visitante. Más bien podría decirse que cada viajero tiene su Miami: moderna, consumista, liberal, lujosa, deportiva, convocante, light y lujuriosa. ¿Te gusta el golf? Hay más de 20 campos y en abril se celebra el Miami Golf Month. ¿Sos fanático del cine? Tenés festivales cinematográficos durante todo el año. ¿Vas con chicos? Podés elegir entre Jungle Island, Zoo Miami, Monkey Jungle, el Seaquarium, hasta se puede nadar con delfines, el Museo de los Niños y el de Ciencias. Y hay más: mayo es el mes de los museos, junio el del romance, en julio y agosto hay que disfrutar de los tratamientos de spa, y agosto y septiembre resultan ideales para comer afuera.
Hasta esta ciudad llegan novatos preguntándose qué ritmo late en Miami que la hace tan transitada y tan nombrada, y también aterrizan sus huéspedes frecuentes que ya se sienten como en casa y van una, dos o más veces por año; ricos y famosos que dejan su Lamborghini amarillo en la puerta del hotel, y también los que revuelven hasta el último perchero en busca de la mejor oferta. Uno puede viajar a Miami para dedicarse a comer bien, vivir noches alocadas, ir a un concierto, divertirse con los chicos en algún museo interactivo y, claro, también para comprar, consumir y gastar.
La convocatoria entre el público argentino se mantiene firme: entre enero y mayo de 2012 ya la visitaron más de 255 mil argentinos, cifra que supera a la cantidad de viajeros para el mismo período del año pasado. Y van por más.
Miami es ecléctica, multifacética, dinámica, controvertida. Y muy latina. El censo de 2010 reveló que el 66 por ciento de la población tiene como idioma primario el español.
Espectáculos y festivales
Frente a quienes la tildan de frívola, Miami busca imponer con esfuerzo -seamos sinceros, playas y compras son parte de su profunda identidad, una movida cultural y gastronómica que se hace lugar entre maniquíes de pechos potentes, outlets de ofertas imbatibles y noches de vida loca.
Tan mal no le va. Dedicado a las artes escénicas, el Adrienne Arsht Center, diseñado por César Pelli, abrió la temporada 2013 con puestas en escena como Los Miserables, Flamenco Festival Miami, Boston Pops, Savion Glover y espectáculos de Broadway. "Miami era un desierto y ahora se está culturalizando", dice Martin, nuestro guía en la ciudad. El auto avanza raudo entre autopistas que dejan ver el American Airlines Arena, hogar del Miami Heats, el equipo de básquet local; la estructura en desarrollo de lo que será el nuevo Museo de Arte; el ajetreado puerto de Miami, a donde llegan y de donde parten cruceros todo el año; y, a lo lejos, las millonarias mansiones de Fisher Island, el código postal más caro de Estados Unidos, dicen y Star Island. "La última casa que se vendió aquí fue adquirida por el inventor del Viagra", dirá Martin. Embarcados en una lancha de la empresa Thriller, Dan y Manny ponen música de Michael Jackson a todo volumen y se lanzan, nos lanzan, a la conquista de las olas y de estas islas que despiertan puro cholulaje.
Entonces empieza el desfile de famosos: que la casa de las palmeras es de Emilio y Gloria Stefan, que la más clarita es de Xuxa, que la de allá es la de Madonna, también está la de Julio Iglesias y por ahí Will Smith filmó el video de "Welcome to Miami". Son casas enormes, deliciosas, pero parecen maquetas vacías. Más que ver a los famosos retozando en sus jardines, lo más probable es que te cruces con alguno de ellos, así como si nada, en el lobby de algún hotel de lujo, tomando un trago en un bar o haciendo compras en los elegantes pasillos del coqueto complejo Bal Harbour.
"Miami no tiene industria. Sólo turismo, comercio y finanzas. Lo único que hacemos en Miami es dinero", dice Martin, nuestro guía, con una sonrisa.
La cultura del sabor
Desde hace varios años, la gastronomía viene pisando fuerte en Miami. ¿Los responsables? El desembarco de grandes chefs, la gran convocatoria entre locales y turistas del Miami Spice Month, se celebra en agosto y septiembre, y la innegable influencia de programas televisivos y retos culinarios como Top Chef, que han hecho de muchos cocineros estrellas con luz propia.
Ya hace 20 años, Miami se lanzaba al mundo culinario con la creación de la cocina New World, una combinación de productos locales con influencia de sabores de Latinoamérica, Caribe, Europa y Asia. Ese modelo evolucionó y hoy encontramos una ciudad cuyo circuito gastronómico permite degustar platos elaborados por chefs como Daniel Boulud, Paula DaSilva, Scott Conant, Michael Schwartz, Douglas Rodriguez o Barton G. Weiss.
Justamente, agosto y septiembre son meses ideales para los que disfrutan del buen comer. Con la intención de impulsar el movimiento en estos meses de baja temporada, Miami organiza desde hace más de 10 años el festival conocido como Miami Spice: restaurantes de toda la ciudad se pliegan a esta propuesta y ofrecen, junto con su carta tradicional, un menú de tres platos y precio fijo para almorzar y cenar.
La convocatoria tiene mucho gancho: resulta que uno puede probar las delicias de chefs muy reconocidos -casi celebrities- en restaurantes como 1.500° (de Paula DaSilva), Area 31 (Michael Reidt), db Bistro (Daniel Boulud), J&G Grill (Jean George Vongerichten), Makoto (Makoto Okuwa), Michy's (Michelle Bernstein), Tudor House (Geoffrey Zakarian), Scarpetta (Scott Conant), Tuyo (Norman Van Aken), Bistro One LR (en el Ritz Carlton South Beach, a cargo de Amol Agarwal) y el renovado Rusty Pelican, por un precio económico.
El compromiso y la participación de los establecimientos gastronómicos son altísimos: 180 restaurantes son parte del festival.
"La gastronomía en Miami ha cambiado rápidamente en los últimos 10 años. Vemos una influencia gastronómica mucho más fuerte, con chefs de reconocimiento internacional que han elegido esta ciudad como sede para sus restaurantes", señala Steve Haas, fundador del Miami Spice y dueño del restaurante City Hall. "En relación con otras ciudades como Nueva York, Los Angeles o Las Vegas, Miami es un destino imprescindible de la gastronomía. Esto se comprueba cuando un chef como el español José Andrés decide abrir un restaurante en el hotel SLS de Miami Beach o cuando Daniel Boulud desembarca con su db Bistro Moderne en el Downtown. Este festival brinda la oportunidad a la gente de deleitar sus paladares y expandir sus conocimientos en el buen comer", agrega.
Alta cocina con sello francés
En la zona del Downtown, en el hotel cinco estrellas JW Marriott Marquis, el restaurante db Bistro Moderne tiene gran convocatoria entre locales y turistas. Con el sello del reconocido chef Daniel Boulud, dueño de varios restaurantes premiados, db Bistro Moderne ofrece "una excitante mezcla de la tradicional cocina francesa con los sabores contemporáneos de Estados Unidos".
Daniel Boulud se crió en una granja de la Ville de st. Pierre de Chandieu, en Lyon, Francia, y llegó a EE. UU. en 1982. su carrera como chef en Nueva York dio sus frutos. Su restaurante "Daniel" ha sido considerado uno de los diez mejores restaurantes del mundo por el International Herald tribune, tienen tres estrellas Michelin y es miembro Relais & Chataux. Es reconocido por "el atractivo contemporáneo que le agrega a una cocina sentimental enraizada en la tradición francesa".
Algunas de las especialidades del restaurante de Miami son "Escargots Persillade" (caracoles), el tradicional Coq au Vin y, algo que no puede faltar en un restaurante estadounidense, "the Original db Burger". Participa en el festival Miami spice con un menú para la hora del almuerzo.
Un mundo de colores pastel
Si no conocés, tenés que ir. Y si ya estuviste, vas a volver. South Beach siempre merece una segunda vuelta ya sea por su ambiente diurno extremadamente relajado o por sus noches de música fuerte, escotes pronunciados y actitudes provocativas. La zona no es muy antigua. Es más, el primer hotel donde se instalaron los obreros para desarrollar esta zona conocida como Miami Beach data de 1912. Se trata del Browns Hotel y hoy alberga uno de los mejores restaurantes de carne.
Una vuelta por los imperdibles de South Beach puede comenzar con un desayuno tardío en el News Café (en el 800 de Ocean Drive, abierto las 24 horas, diarios y revistas de todo el mundo), adivinar los ambientes de la mansión de estilo español donde vivió y fue asesinado en 1997 Gianni Versace (hoy funciona un exclusivo hotel a puertas cerradas), y un paseo entre reliquias edilicias del art deco, que tuvo su apogeo en los años 20 y hoy son parte del distrito Art Déco, un área histórica protegida. Muchos de estos edificios son hoteles, Clevelander, Congress, Victor, Surfcomber, por nombrar sólo algunos, así que anímese a dar un vistazo al lobby, los pisos, las lámparas y las luces de neón.
¿Dónde estábamos? Ah, sí, seguimos con la lista de imperdibles: un chapuzón en sus playas públicas, las tiendas de Ocean Drive, Collins y Washington, desde los supermercados y farmacias como Wallgreens y CVS, hasta negocios como Gap, Banana Republic, Keneth Cole, Sephora, Guess, Armani Exchange y MAC, una caminata por Española Way y Lincoln Road. Apple Store es la tienda más popular de esta peatonal, siempre está llena de gente y, una apabullante cantidad de vendedores, que entra a preguntar precios, pero también a chequear su e-mail en las notebooks, netbooks y tablets dispuestas sobre las mesas. Dos estructuras a las que vale la pena prestar atención: la New World Simphony diseñada por Frank Gehry y el Monumento al Holocausto junto al Centro de Convenciones.
Después de las seis de la tarde será tiempo de prepararse para una noche potente. Bares y restaurantes que promocionan tragos coloridos, inmensos e inabarcables, hay grandes copones que se sirven con dos botellitas de cerveza volcadas, el bullicio del ya clásico Mango's, donde te reciben chicas enfundadas en lencería hot, músicos en vivo y un hormigueo constante en la estrecha vereda de Ocean Drive. Hay clubes nocturnos para todos los gustos, muchos de ellos en hoteles, muchos otros en las calles, con alfombra roja, cordeles bordó y gente muy producida. Como Baoli (1906 Collins Avenue) para cenar, conocer gente y dejar que unas chicas de pantalones ajustadísimos y espaldas descubiertas te susurren (a los hombres) en el oído si querés unos masajitos descontracturantes en cuello y hombros mientras disfrutás de un trago. Para el público femenino circula también un muchacho de pelo ensortijado. Es miércoles y en este reducto es noche de "My boyfriend is out of town" (mi novio está fuera de la ciudad).
Murales, cigarros y vino
Pero aún falta para la noche. Ahora pasamos por los murales de Wynwood Walls, una galería dedicada al arte callejero fundada por Tony Goldman con trabajos de artistas como Shepard Fairey, Ron English y Ryan McGinness. Los murales se propagaron a otras paredes e identifican la zona.
Y llegamos a Little Havana (Pequeña Habana) y al Club del Dominó (en 8 y 15) con mesas ocupadas por gente que se dedica a jugar al dominó y conversar protegidos del sol, restaurantes de menú en español como El Cristo, El Pub o Exquisito y, en las veredas, las estrellas de artistas que emulan las de Hollywood. Alcanzo a ver las de Rocío Jurado, Pedro Vargas, Agustín Lara, Olga Guillot y Raúl Velasco, mientras apuro un expresso fuerte y cortito, algo así como un elixir energético que nos impulsa a seguir explorando las calles veraniegas.
En el número 1528 de la Calle 8 está Cuba Tobacco Cigar Compañy, la fábrica de cigarros de la familia Bello fundada en 1896 cuando el primer Bello emigró de Las Palmas a Cuba, y que, establecidos en Miami, va por la quinta generación. El olor a cigarro es inconfundible. Alberto nos muestra cómo se preparan, mientras Pedro Bello (hijo) cuenta que su padre, con 82 años, sigue fumando 12 cigarros por día y que el tabaco viene de República Dominicana, pero es de semilla cubana. "En la Pequeña Habana somos la fábrica más antigua", dice Pedro Bello con un cigarro en la boca y agrega: "Nuestros cigarros son lo más parecido al tabaco cubano por sabor y aroma... sin violar las leyes de embargo". Ok. Hasta acá tuvimos buena comida, buenas historias, buenos cigarros. Y, creo, falta un buen vino. Lo resolvemos. A poco más de una hora del centro de la ciudad, llegamos a Schenebly Redland's Winery. Sí, sí, así como se lo imagina: una bodega que fabrica vinos, pero no con uvas, sino con frutas tropicales. Las visitas y degustaciones están disponibles todos los días, pero los fines de semana son más animados, dicen.
Hacemos a un lado nuestros prejuicios, olvidamos por un momento aquel malbec o cabernet sauvignon mendocino que nos hace soñar y nos sentamos frente a Johnny quien, del otro lado de la barra nos hace degustar vertiginosamente sus vinos más emblemáticos, más pedidos, más votados. Probamos Avocado, "con sugerencias de flores tropicales en la nariz y manzana verde en el paladar", CocoVino, "nariz de roble con refrescantes sugerencias de coco"; Lychee, "uno de los más premiados, con el sabor de la más deliciosa y exótica fruta"; Guava, "vino refrescante y vibrante pleno de sabor y tiene un bouquet que nunca acaba. Es un vino rosé, mejor servirlo a temperatura ambiente" y Cat 3 Hurricane, "una exótica mezcla de frutas tropicales con una refrescante nariz cítrica". No salimos mareados, pero sí casi todos dormimos una buena siesta durante el trayecto de vuelta.
Locos por las compras
Empiezo a pensar que es contagioso. Que la razón se diluye y la mano adquiere una increíble plasticidad para llegar a la billetera y sacar la tarjeta de crédito sin ruborizarse. Las vidrieras, los percheros, los vendedores, todos parecen decir "comprá, comprá, comprá". Hasta parece imposible estar en Miami y no comprar: te ponés a mirar un juguete para tu hijo y te dicen "¿Sólo uno? Mirá que hay una oferta de dos por 10". Te decidiste a comprar un par de zapatillas, pero si te llevás 3, el último par es gratis. Lo mismo con jeans, remeras y camisas: más comprás, menos pagás. Los que tienen experiencia ya saben a dónde ir. Es más, muchos ya sólo compran por Internet y envían los paquetes al hotel, para no enloquecerse entre pasillos de shoppings.
A grandes rasgos, hay tiendas como Ross, Marshalls o Macy's, con prendas de diferentes marcas a muy buenos precios. Shoppings distribuidos en cada barrio de la ciudad que incluyen grandes tiendas por departamento. Muy popular se ha vuelto el Dolphin Mall, estratégicamente ubicado cerca del aeropuerto, para hacer compras antes de volar a casa en sus negocios outlet.
Para compras de otro nivel, de marcas como Tiffany & Co., Gucci, Furla, Jimmy Choo, Carolina Herrera, Valentino, Stella McCartney y hasta chocolates Godiva hay que ir a Village of Merrick Park o Bal Harbour Shops. Entre ceviches, un salmón que el paladar no olvidará y un trago colorido, la postal de luces del otro lado de la bahía que nos ofrece la terraza del Mondrian Hotel y su restaurante Asia de Cuba parece perfecta para nuestra última noche en Miami.
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