miércoles, 17 de julio de 2013

ECUADOR: QUITO: 48 Horas.

48 horas en Quito
A 2.850 metros sobre el nivel del mar, la capital de Ecuador ostenta el mayor y mejor conservado centro colonial de América. Buena gastronomía, la "mitad del mundo" y el arte de Guayasamín.
48 horas en Quito Suele considerarse a la iglesia La Compañía, de estilo barroco y con retablos y púlpitos recubiertos de panes de oro, como la más bella de América Latina. Fue construida por los jesuitas.

48 horas en Quito
Desplegada de sur a norte a lo largo de la hoya del Guayllabamba, un valle entre montañas y volcanes, y a unos pocos km de la mitad del mundo, la ciudad de Quito, capital de Ecuador, es sin duda una de las más bellas de América Latina. A 2.850 metros sobre el nivel del mar, en medio de los Andes y vigilada de cerca por varios volcanes, Quito exhibe un clima "primaveral todo el año", según sostienen quienes la habitan, y una cultura típicamente serrana, aunque en ella se mezclan, quizás como en ningún otro sitio, las costumbres de las sierras con las de las dos otras zonas del país: la costa y la selva amazónica.
La altura, es cierto, exige cierta prudencia inicial a la hora de caminar o programar actividades. "El primer día hay que comer poquito, caminar chiquito y dormir solito", suelen decir aquí, a modo de consejo para no sufrir efectos indeseados por la altura. De todos modos, un fantástico centro histórico, con decenas de iglesias y vistosos edificios coloniales, las calles llenas de vida, una gastronomía muy sabrosa, activa vida nocturna y el legado de un artista como Oswaldo Guayasamín, obligan a salir a la calle, pasear y disfrutar. Por ejemplo, con el recorrido que aquí se propone, uno de los tantos posibles en la capital ecuatoriana.
PRIMER DIA
9.00
Quito tiene el centro histórico más grande de Latinoamérica, que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1978 y conserva numerosos edificios históricos y casonas coloniales recuperadas. En torno a la céntrica plaza Independencia, o plaza Grande, el centro de la ciudad atesora la impresionante cifra de 43 iglesias, y es imprescindible visitar al menos algunas de ellas. Empezando por la más grande del centro histórico, la Basílica del Voto Nacional, en estilo neogótico y con esas gárgolas tan particulares: en una zona, animales de Galápagos iguanas, delfines, tortugas-; en otro lado, animales de la selva -osos hormigueros, pumas, monos-; en otro, aves típicas de un país con gran variedad de aves.
O
tro punto es la catedral, frente a la plaza, y a su lado la muy interesante iglesia El Sagrario, construida por y para los indígenas. Una opción para desandar este recorrido es caminar la famosa "Calle de las Siete Cruces" -un antiguo camino indígena que vinculaba a dos cerros sagrados, en el que luego se levantaron siete templos cristianos- o simplemente dejarse llevar por la ciudad, sin perderse hitos como la iglesia Compañía de Jesús se dice que es la más bonita de toda América Latina-, el Arco de la Reina, el Centro Cultural Metropolitano y el Museo de la Ciudad. Por allí está también el Parque de la Alameda, que no tiene álamos pero sí el observatorio astronómico más antiguo del país -de 1886- y la Laguna de los Enamorados, a la que los novios van a dar vueltas y vueltas en bote. "Hasta que ella les diga que sí", cuentan los guías.
13.00
Entre los muchos restaurantes donde se puede degustar la más que sabrosa cocina ecuatoriana, están los del histórico hotel Plaza Grande o el encantador El Rincón de Cantuña, en el elegante hotel Patio Andaluz, ambos en pleno centro, sobre la calle García Moreno, ex Calle de las Siete Cruces. No es fácil elegir un plato en la variada cocina quiteña -que reúne sabores típicos de la sierra, de la costa y de la selva-, pero vaya sabiendo que no debería irse del país sin haber probado una fritada -cerdo y plátano fritos, entre otros ingredientes-, una fanesca -la sopa emblema del país- o un ceviche. Si desea disfrutar de una buena vista del centro desde cierta altura, puede ascender hasta el restaurante El Ventanal, en la cima del barrio de San Juan (poco más arriba de la Basílica del Voto Nacional). Y para una opción súper elegante, Mea Culpa, el restaurante ubicado en el edificio del Palacio Arzobispal, frente a la Plaza Grande.
15.00
En su recorrida por el centro, más de una vez habrá levantado la vista y visto allí nomás, en la cima de un cerro, una enorme virgen alada. Es la Virgen de Quito, en la cumbre del cerro Panecillo por eso más conocida como la Virgen del Panecillo-, que se alza en el punto que en otros tiempos fue un sitio indígena de adoración del sol. Desde allí se obtiene una excelente panorámica de todo el centro histórico, justo a los pies, y de los barrios circundantes, que trepan los cerros a modo de coloridas barriadas. Desde el centro se puede subir por escaleras, aunque por la altura -el Panecillo está a 3.100 msnm-, y por seguridad, se recomienda hacerlo en taxi. Es un trayecto muy breve y económico.
17.00
La llaman "la Calle de la Nostalgia", y son unos pocos metros entre el Museo de la Ciudad y el templo de Santo Domingo. La Ronda fue, en épocas prehispánicas, un lugar de encuentro junto al río, y durante la Colonia, un barrio orillero que con el tiempo recibió a músicos, artesanos, trabajadores. Luego de un período de decadencia, esta calle, una de las más antiguas de Quito, fue recuperada, y hoy es un centro que ofrece buenos platos típicos, música en vivo y variedad de artesanías. Aunque es muy turística, conquista con sus estrechas calzadas de adoquines y su resplandeciente arquitectura colonial. Se enciende especialmente con la llegada de la noche, y entre su variopinta oferta incluye también a dos famosos "enderezadores de huesos", especialistas en el antiguo oficio de aplicar masajes que reacomodan huesos y articulaciones. Y son muy solicitados. Téngalo en cuenta por si requiere algún recauchutaje para seguir caminando la ciudad.
21.00
Si no se quedó a cenar en La Ronda en algún restaurante o en uno de los muchos puestos a la calle, bien puede hacerlo aquí, en la "zona rosa" de Quito, el barrio La Mariscal, con epicentro en Plaza Foch. También hay platos típicos pero el ambiente es más bien joven y muy movido, con locales de decoraciones modernas, estilo Palermo Hollywood, y música a altos decibeles. En los muchos pubs y restaurantes de la zona se puede tomar un buen canelazo, el trago caliente típico de las sierras, que lleva canela, azúcar negra, naranjilla y aguardiente. Pero cuidado, que al respecto hay un dicho: "Tres, duermes como bebé; cuatro, duermes como una piedra; cinco, no te levantas mañana".
SEGUNDO DIA
8.30

Conviene llegar temprano al elegante barrio La Floresta, y específicamente a la intersección de las calles Galavís e Isabel La Católica, donde se despliega uno de los principales mercados callejeros de la ciudad, que funciona habitualmente hasta el mediodía. Toda la enorme variedad de frutas y verduras del país -de la selva amazónica a las costas y alturas de los Andes- colorea los puestos de este mercado, en el que también se encuentran artesanías y tejidos. Los viernes, además, se suman tenderetes de frutas y vegetales en la calle. Se puede comer por unos pocos dólares y, sobre todo, saborear riquísimos jugos de frutas frescas. Puede probar, por ejemplo, un típico churro, que no es otra cosa que pequeños caracoles que se comen sólo con cebolla picada, limón y sal. Un tentempié al paso y barato, que se compra por las calles.
9.30
Sin demoras, conviene dirigirse a las alturas del barrio Bellavista -a 2.890 msnm-, donde se puede disfrutar del Parque Metropolitano Guangüiltagua, el principal pulmón verde de Quito, con muy buenas vistas de la ciudad. Pero en realidad, el punto fuerte de Bellavista es el talento de Oswaldo Guayasamín, el principal artista plástico ecuatoriano, que vivió por esta zona y dejó aquí una obra imperdible: la Capilla del Hombre, una especie de pirámide de piedra inspirada en la arquitectura incaica, que balconea sobre la ciudad y rinde tributo al americano precolombino. La que fue la casa del artista alberga hoy el Museo Guayasamín, que exhibe su obra; desde la temprana era de "La Lucha del indio" a "La Edad de la Ternura" y los lienzos gigantescos de "La Edad de la Ira". Imperdible.
13.00
Hora de visitar la famosa Mitad del Mundo, pero con un pequeño rodeo previo hasta el restaurante del hotel El Cráter -a menos de 10 minutos del lugar-, para un almuerzo sabroso y en un ambiente extraordinario: al borde del único cráter volcánico habitado en el mundo, en la reserva geobotánica Pululhaua. Disfrute de la niebla que -puntualmente- se levanta cada mediodía, saboreando una empanada de verde, una torta de maíz o una corvina en salsa de camarones y alcaparras. Para terminar con un mousse de fresquísimo maracuyá.
15.00
En la lengua tsafili, de la etnia tsáchila, Quito significa "centro del mundo", y no es difícil adivinar por qué: a sólo 14 km de la ciudad, hacia el norte, está el Ecuador; no el país, sino la mitad geográfica del planeta, o la latitud 0. Allí está el monolito que sostiene el mundo, un interesante museo geográfico y la famosa línea que divide el planeta, sobre la que es menester tomarse una foto, con un pie en cada hemisferio. Pero atención: con la llegada de los GPS se descubrió que el verdadero centro geográfico del mundo no está donde siempre se creyó, sino unos 200 metros más al sur, donde se levantó el museo privado Inti Ñan. Propone un breve recorrido por la geografía del país y, justo en la línea de latitud 0, invita a equilibrar un huevo sobre la cabeza de un clavo, y comprobar la veracidad del "efecto Coriolis": a un metro de la línea del Ecuador, en el Hemisferio Norte, el agua cae girando hacia un lado; un metro al Sur, en cambio, gira hacia el otro. Vale la pena.
17.00

Si tiene tiempo en estos dos días de recorrido, puede dedicarle un rato a obtener una buena panorámica de la zona. Queda sobre el camino de regreso desde Mitad del Mundo, y en pocos minutos puede subir por las laderas del cerro Pichincha hasta los 4.200 metros. Una buena vista de la ciudad con sus 54 km extendidos a lo largo del valle y el aeropuerto a los pies. Una opción recomendable es subir con una bicicleta de montaña -no pedaleando, claro: las cabinas del teleférico están preparadas para cargarlas-, y descender desde más de 4.000 metros por los senderos, en los que por momentos no se ve la ciudad, y la sensación es la de estar solo en medio de la cordillera.
20.00
Ahora sí, si bajó del teleférico en buenas condiciones, vale la pena terminar esta visita a Quito en el pintoresco barrio bohemio de Guápulo, que da la espalda al ruido del centro y mira tranquilamente, desde las terrazas de sus bares y cafeterías, hacia los valles de Cumbayá y Tumbaco. Una bella calle de piedra que serpentea ladera abajo culmina en la iglesia y la plaza de Guápulo, huellas del pasado colonial. Como una especie de pueblo en medio de la ciudad, Guápulo es un sitio con historia, ya que desde aquí partieron Francisco de Orellana y Gonzalo Pizarro en la expedición que descubrió el río Amazonas, y su iglesia guarda piezas coloniales de los siglos XVI y XVIII. Disfrute de sus últimos momentos en la ciudad con una cerveza fresca, contemplando las luces del valle allí abajo e imaginando la silueta eterna del volcán Cayembe, con sus casi 5.800 metros, justo enfrente.

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