miércoles, 17 de julio de 2013

ESPAÑA: TOLEDO: La ciudad de las tres culturas

Toledo: la ciudad de las tres culturas
Eterna como una pintura de El Greco la ciudad conserva su impronta medieval junto al río Tajo. En sus calles convivieron cristianos, judíos y musulmanes.
Toledo: la ciudad de las tres culturas Desde un mirador, una típica panorámica de Toledo muestra el río Tajo y, al fondo, las torres del Alcázar.

Si se la mira desde Madrid, la ciudad de Toledo, España parece ser el típico paseo de fin de semana. Está a media hora de viaje desde la estación Atocha, con el tren de alta velocidad. En esa lógica, Toledo es la oportunidad de probar las artesanías de mazapán en el café El Foro, comprar espadas en el taller artesanal de Mariano Zamorano, decidirse por una buena reproducción de pintura en la Casa Museo de El Greco, rebuscar en las tiendas hasta encontrar cerámicas pintadas a mano o un plato de metal damasquinado, descansar y comer algo en Fábula o en Embrujo, dos tabernas famosas.
Todo eso conforma un itinerario posible. Hay otros, sin embargo. Porque para quien llega desde muy lejos, Toledo es un golpe al corazón. Una leyenda que viene del romanticismo de Teophile Gautier, de aquel cuento de Poe, "El pozo y el péndulo", en fin, de los relatos de Alexandre Dumas y de la apertura de la "galería española" de pintura en el Museo del Louvre en 1837.
Por momentos, el viajero quiere quedarse con esa leyenda donde se confunden los salteadores de caminos, las tinieblas de la Inquisición, los murciélagos de Goya, algunos óleos de Zurbarán, Velásquez y El Greco. Pero aquel Toledo romántico imaginado por los franceses cambió lentamente desde 1864 con la habilitación del ferrocarril que unía a Francia con España. Pocos parecían recordar entonces el rol jugado por la Escuela de Traductores de Toledo en tiempos medievales -los siglos XII y XIII, la era del rey Alfonso El Sabio- cuando esta ciudad fue el principal centro de traducciones de la Europa cristiana. Obras clásicas y perdidas de Aristóteles, Ptolomeo o Galeno escritas en griego, además de obras en árabe de pensadores musulmanes como Averroes y Avicena -entre muchos otros textos- se traducían en Toledo al latín y el español, difundiéndose luego en las primeras universidades europeas, como Bologna, París y Oxford.
No hubo una enseñanza sistemática ni un edificio único para la Escuela, eran iniciativas personales, pero los obispos toleraban a los traductores en el cabildo de la catedral. Algo de todo esto sobrevive hoy en el Palacio del Rey don Pedro, cerca de la Plaza San Andrés, donde funciona la Universidad de Castilla-La Mancha.
Claro que Toledo es famoso además por otras cosas. La celebración de Corpus Christi. El poeta Gustavo Adolfo Bécquer y sus leyendas toledanas. El arte mudéjar en las iglesias, mezquitas y sinagogas. Desde ya, Toledo es famosa por las pinturas de Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), "El Greco". La ciudad se prepara a celebrar en 2014 los cuatro siglos del fallecimiento de quien pintó "El entierro del señor de Orgaz". Por cierto, Toledo es el recuerdo de la catedral iluminada en la noche, con tesoros como la gran custodia de plata encargada por el cardenal Cisneros, o una pinacoteca que incluye obras de Caravaggio y El Greco. Toledo es la sinagoga del Tránsito con el Museo Sefardí. Es la mezquita del Cristo de la Luz. O la curva del río Tajo entre el puente de Alcántara y el de San Martín. Es la plaza Zocodover, el antiguo mercado. Es la silueta del Alcázar y actual Museo del Ejército, con el recuerdo de la Guerra Civil Española de 1936-1939.
Toledo parece encarnar la historia española, sus esplendores y dramas. Sería imperdonable visitarla apenas por unas horas, hay que alojarse en un hotel del casco histórico y caminar. Ver el atardecer sobre el río Tajo, atravesar las murallas de la ciudad, detenerse ante la puerta de Bisagra o la del rey Alfonso VI, maravillarse por el arte mudéjar en la iglesia de Santiago del Arrabal o en la sinagoga de Santa María la Blanca.
Una tarde en la plaza Zocodover -la antigua plaza del mercado en tiempos de la dominación musulmana- puede sorprender con exposiciones al aire libre, por caso, sobre los viajeros que pasaron por la ciudad. "Toledo, la vieja ciudad de la calma", decía Bécquer, quien aquí corrigió sus "Rimas" y escribió crónicas periodísticas que están en el origen de su "Historia de los templos de España". Benito Pérez Galdós le dedicó a la ciudad otro libro, "Toledo: su historia y leyenda". Vicente Blasco Ibáñez imaginó una novela, "La catedral", en 1903. En la lista de ilustres viajeros habría que incluir a los pintores, empezando por Delacroix y Millet, que compraban obras de El Greco a mediados del siglo XIX cuando éste estaba casi olvidado. Manet y Degas viajaron a Toledo para estudiar la técnica de El Greco, muy apreciado por los impresionistas. Poco después, se dice, Picasso y Cezanne peregrinaron tras esas huellas.
Itinerarios
Para empezar está la magia de los nombres: esas calles, al estilo de Calle del Pozo Amargo, del Ángel, Alfileritos, Hombre de Palo, Plegadero, entre tantas más. Por eso dicen que perderse en Toledo es una tentación. Claro que otra opción es darse una vuelta por las filiales de la Oficina de Turismo, ubicadas en puntos clave como la plaza del Ayuntamiento -frente a la catedral- o la plaza Zocodover. Abundan allí los guías, los mapas y la promesa de descubrir algún secreto. "Las tres culturas, El Greco y Toledo monumental" es un recorrido habitual, que incluye la catedral con sus cinco museos, además del museo de Santa Cruz, San Román, el museo de Los Concilios, la Sinagoga del Tránsito y el Museo Sefardí.
Otra opción es "La judería y El Greco", con un itinerario por la Casa Museo de El Greco, el Monasterio de San Juan de los Reyes, las sinagogas y la iglesia de Santo Tomé, donde está "El entierro del señor de Orgaz". No faltan los paseos nocturnos, con guías que prometen descubrir un "Toledo mágico y de leyenda" donde se entretejen los mitos recreados por Bécquer, los conventos y pasajes subterráneos, las termas romanas, mezquitas y sinagogas.
Para quien quiera documentarse sobre Toledo o llevar un buen recuerdo, vale una visita a la librería "Hoja Blanca", en la calle Martín Gamero N°6. Entre las rarezas sobresale "Archivo Secreto", una revista-libro publicada por el Ayuntamiento: el número 5 del año 2011 se ocupa de "Toledo en la guerra civil", con inolvidables fotos y textos de época.
Diversidad cultural
"Iglesias, sinagogas y mezquitas las hay en toda Europa, pero arte mudéjar, en Toledo. Y es que aquí realmente convivieron tres culturas", dicen los guías. Toledo se rindió a los cristianos en el año 1085 y era la primera gran ciudad que caía en sus manos. La elite conquistadora -que venía de vivir en austeras fortalezas rurales- se deslumbró con las mezquitas y alcázares, pronto transformados en iglesias y palacios. La piedra era un material noble y caro, solamente se utilizaba para la construcción de la catedral -de estilo gótico francés- iniciada en el siglo XIII. En cambio, los constructores del mudéjar habían optado por el ladrillo y el yeso, azulejos decorados con gran fantasía, techos y artesonados de madera que parecían filigranas.
Todo eso influyó en los constructores cristianos. Bécquer se fascinó con el monasterio de San Juan de los Reyes, audaz combinación del mudéjar y el gótico flamígero: Juan Guas lo diseñó para ser la tumba de los Reyes Católicos -finalmente enterrados en Granada- y se restauró en 1883. Dos sinagogas, la del Tránsito y Santa María la Blanca, muestran características del mudéjar: exteriores austeros, ladrillo, techos de madera decorada, una geometría de influencias islámicas. Samuel ha-Leví, tesorero del rey Pedro I de Castilla, construyó en 1366 lo que hoy es la Sinagoga del Tránsito con su gran sala de oración y galería de mujeres. Allí funciona el Museo Sefardí -renovado en 2003- que recuerda, con su colección de imágenes, vestimentas y obras de arte, la experiencia y el aporte cultural de los judíos españoles, expulsados por los Reyes Católicos en 1492.
Es curioso lo que pasa con El Greco, a la vez un patriarca del arte moderno e intérprete inesperado de España, como dice el experto Eric Storm en "El descubrimiento de El Greco". La Casa Museo de El Greco, creada en 1912 por el Marqués de la Vega Inclán en una casa de la época del pintor, reúne más de cien obras. Modernizado en 2012, el museo invita a entrar en silencio. Es que no hay palabras ante el retablo de San Bernardino, la colección de retratos, la "Vista y plano de Toledo" o "Las lágrimas de San Pedro". Toledo justifica el viaje

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