Siena, la ciudad toscana del arte
Cuna de banqueros y ricos mercaderes medievales, conserva sus palacios de estilo gótico, una tradición de elegancia y los sabores de la buena mesa.
Siena, la ciudad toscana del arte El casco histórico de Siena, en la Piazza del Campo, con la Torre del Magia y el Palazzo Pubblico.
Siena, la ciudad toscana del arte
Cuando vio la inmensa Piazza del Campo con la Torre del Mangia y el Palazzo Pubblico, en el casco histórico de Siena, el escritor inglés Charles Dickens asoció todo ese conjunto con la veneciana Piazza San Marco y dijo que Siena era "una Venecia sin mar". Otro gran escritor, el estadounidense Henry James, opinaba que el Duomo -la catedral de Santa Maria Assunta- era "una obra de orfebrería en piedra", tal vez por esa combinación de mármoles negros y blancos, por la Biblioteca Piccolomini con sus pinturas, o por la decoración creada por Beccafumi, Pisano, el Pinturicchio y Martini, entre otros grandes artistas de la ciudad. Los italianos de ayer y de hoy dicen que se puede hablar de una "civilización de Siena", nacida del poderío de sus banqueros y del comercio medieval de especias y también de vinos: las colinas de Chianti están cerca y el "Monte dei Paschi" es aún hoy el banco más antiguo de Europa, creado en 1472 por la República de Siena.
Aquel comercio, pero también las peregrinaciones religiosas hacia Roma, conectaban a la ciudad con Francia por la "Via Francigena", por ella llegaría el estilo gótico característico de las mansiones sienesas. Desde el siglo XII brillaban en Siena los nombres de ciertas familias -banqueros de la Curia romana- como los Piccolomini, Malavolti, Chigi, Buonsignori, Salimbeni o Tolomei.
Para el viajero de hoy, Siena evoca, entre otras muchas cosas, un color: la "tierra de Siena" de tantas pinturas, o la terracota, o ese tono de los ladrillos en la Piazza del Campo junto al aroma de un café y una porción de Panforte -el clásico postre con almendras- mientras cae el sol sobre la ciudad. Siena evoca también un puñado de castañas asadas con vino rojo Chianti, o una pintura alegórica inolvidable: "Efectos del buen y el mal gobierno", fresco que Ambrogio Lorenzetti pintó en 1337 en el Palazzo Pubblico.
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robablemente, Siena sea el mayor museo urbano del Medioevo en Europa. Por eso tampoco se puede olvidar la prestancia de "Guidoriccio da Fogliano", el jinete caballeresco pintado en 1328 por Simone Martini en otra sala del Palazzo Pubblico. Claro que además está el "Museo dell' Opera" con las esculturas originales que antes estaban en el exterior de la Catedral, más una colección de tapices y orfebrería del taller de Bernini para la familia Chigi, más la "Maestá" de Duccio di Buoninsegna y otras obras maestras del arte religioso sienés, creadas por Jacopo della Quercia, Bartolomeo Neroni, Ambrogio y Pietro Lorenzetti, entre otros renombrados maestros.
Cuestión de tiempo
Por todo eso, lo imperdonable sería llegar a Siena con el apuro de un turista que quiere comprar en un shopping, en vez de disfrutar con calma y caminar esas calles que suben y bajan. Esta ciudad siempre quiso ser hermosa; el primer estatuto urbanístico de Europa nació aquí en el año 1262 para fijar reglas en el uso del espacio público. La comuna gobernada por mercaderes y artesanos cultivó el laicismo: se adueñó del hospedaje de peregrinos Santa Maria della Scala -fundado por los canónigos de la Catedral- y controló la prestigiosa Universidad de Siena desde el siglo XII. Pero Siena es también cada barrio ("contrade"), cuyos nombres refieren a un fantástico bestiario medieval, ya anotado por Orlando Malavolti en el año 1599. Son diecisiete "contrade": Aquila, Chiocchiola, Onda, Pantera, Selva, Tartuca, Civetta, Leocorno, Nicchio, Torre, Valdimontone, Callia, Bruco, Drago, Giraffa, Istrice, Lupa, Oca. Estas "contrade" son el alma de la gran fiesta popular de Siena, la carrera del Palio, que es mucho más que una carrera de caballos. Es una fiesta que no termina nunca: cada barrio tiene un santo patrono y un oratorio donde, a partir de abril, cada semana se organizan juegos y diversiones con las ceremonias típicas de cada "contrade". Cada barrio tiene un pasado que se remonta a las cofradías religiosas medievales y a las guardias armadas de vecinos. Cada barrio tiene un territorio, delimitado por un bando dictado en el año 1729 por Violante de Baviera, la gobernadora de entonces. Banqueros y artesanos de la lana controlaron Siena en su época de esplendor, entre los años 1280 y 1355, cuando sus tierras se extendían por el sur de la Toscana y rivalizaban con Florencia, que terminaría conquistándola hacia 1555 por la alianza entre la familia Medici y el emperador español Carlos V. La ciudad creció alrededor de la Piazza del Campo, que fue a la vez mercado, plaza de entrenamiento y escenario de los espectáculos. El otro polo de Siena estaba sobre la colina de Santa Maria: el complejo del Duomo, el hospedaje Santa Maria della Scala, el obispado y el Palazzo del Magnifico (Pandolfo Petrucci, que fracasó en sus intentos de gobierno aristocrático).
Los Medici incluyeron a Siena en el Gran Ducado de Toscana y construyeron una fortaleza -donde hoy se hacen festivales de jazz y funciona la Enoteca Italiana- pero la ciudad se despobló en los siglos siguientes. Es cierto que Siena era una visita obligada para los europeos que hacían el "Grand Tour" cultural por Italia, pero en 1768 tenía 16.000 habitantes. La Modernidad llegaría entre los años 1850 y 1900 con el ferrocarril, nuevos bancos y laboratorios. En la década del 30 Mussolini ordenó demoler varios edificios, otros se restauraron.
En la posguerra, el Palazzo Chigi renació con la Accademia Chigiana, que redescubrió a Vivaldi. El elegante gótico de Siena ya era un imán. En 1965 fue la primera ciudad de Italia que prohibió el uso de autos en el casco histórico. Quien se detenga ante la Fontebranda, una antigua fuente pública, entenderá pronto la razón. Es hermosa. Y como todo en Siena, no tiene reemplazo.
Imperdible, la fiesta del Palio
Gritos festivos, la Piazza del campo llena de gente, palcos, tribunas, diez caballos montados en pelo por sus jinetes. La carrera dura un minuto y en ella se juega anualmente -el 2 de julio y el 16 de agosto- el prestigio de cada uno de los 17 "contrade", los barrios históricos de la ciudad de Siena. El premio es un estandarte pintado, la "banderola", pero en la época medieval era una bandera de tela, el famoso "palio". Los tres días de pruebas antes de la carrera y la procesión (el "corteo") en homenaje a la virgen Maria Assunta -patrona de Siena- son la ocasión para el desfile de los representantes de los barrios, cada uno con sus imágenes heráldicas, en una ceremonia teatral y llena de símbolos.
El reglamento moderno del Palio es del año 1721 y en esta carrera es más importante el caballo que su jinete. Aun sin jinete, si el caballo llega primero será el ganador del Palio.
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