Lugares de Interés
Entre los sitios imperdibles se cuentan los AHU de Tahai, muy cerca del pueblo, el de TONGARIKI , el de AKIVI, al centro de la isla y cerca de unas cavernas dónde se escondían los pascuenses cuando venían los barcos esclavistas; los volcanes RANO KAU y el RANO RARAKU, las playas de ANAKENA y OVAHE.
Asistir a la misa del domingo a las 9 de la mañana, cantada en rapa nui por los viejos de la isla, bucear en sus aguas translúcidas, comerse un atún o una langosta y enamorarse de los atardeceres de TAHAI, constituyen también parte del ritual de visitar Pascua. Así como el cielo se viste de fiesta, cada día constituye en sí una celebración pues la filosofía polinésica apunta a vivir el presente, honrar el pasado y olvidarse del futuro. Vivir, vivir.
TAHAI Conformado por tres ahu o altares ceremoniales, es el más cercano a Hangaroa Eco Village & Spa, pudiendo ir caminando. Allí se encuentran también los vestigios de las Hare Paenga o casas bote y un embarcadero.
TONGARIKI: Es el más grande e impresionante de los ahu, emplazado en un sitio natural maravilloso, a los pies del volcán Rano Raraku. 15 estatuas se yerguen en su plataforma y tiene más de 200 metros de largo.
RANO RARAKU: Situado al noreste de Hanga Roa, en este volcán se situaba la antigua cantera abierta donde se tallaban los moai, y se encuentran unos 400 en diversas posiciones y fases de construcción. Es un de los sitios arqueológicos más importantes de la isla y no se sabe por qué de un día para otro la cantera fue abandonada.
RANO KAU: Volcán con un cráter de un kilómetro y medio de diámetro, en cuya cumbre poniente se situaba la ciudad ceremonial de Orongo, con más de 50 casas. Aquí se llevó a cabo la elección del Hombre Pájaro o Tangata Manu, hasta la llegada de los primeros misioneros cristianos, hace 150 años. Impresionante vista a los acantilados, bellos petroglifos.
ANA KAI TANGATA: Gruta al sur de Hanga Roa, en la falda del Rano Kau, en el sector de Mataveri, en cuyo techo se encuentran pinturas con representaciones de Manu o pájaros.
AKIVI:
Ahu donde se yerguen siete moai que representan a los primeros exploradores enviados por el rey Hotu Matuía Isla de Pascua. Está en una colina al centro de la isla.
ANAKENA: En esta maravillosa playa de arenas bancas, palmeras y mar cristalino, se yergue uno de los ahu más bellos de la isla: el Nau Nau. Sus siete moais poseen terminaciones como tatuajes y vestimentas y aquí se encontró un ojo de moai actualmente en el museo de la isla. En Anakena fue donde desembarcó, según la leyenda, Hotu Matuía. También se levanta aquí el ahu Ature Huki, aparentemente más antiguo, con una estatua de aspecto antropomorfo.
MA'UNGA TEREVAKA: Cima más alta de Rapa Nui, de más de 500 mts, desde donde se puede obtener una magnífica vista, en 3600, de toda la isla. A sus pies se extiende una serie de galerías volcánicas, que sirvieron antiguamente a los isleños de refugio, casa y lugares de cultivo agrícola.
AHU HURI A URENGA: Única estatua orientada a la salida del sol, el día de solsticio de invierno; momento que marca tradicionalmente el inicio de ciertos tapus o prohibiciones en la isla. Se encuentra cerca del pueblo de Hanga Roa.
VINAPU:
Al este del aeropuerto de Mataveri se encuentra este sitio arqueológico compuesto por dos ahu en ruinas. En uno de ellos se encuentran muros de piedra con tallados similares a los de Machu Picchu.
Puerto Valle ofrece la experiencia única de paseos sobre el río y por los Esteros, ya que se encuentra justo donde el gran humedal empieza a formarse, escurriéndose lentamente hacia el sur de la provincia a lo largo de cientos de kilómetros. "Organizamos salidas en lancha por el río, que forma una gran bahía justo enfrente del hotel desde que está la represa. Las aguas subieron, los terrenos aledaños fueron inundados y ganamos un especie de lago justo para nosotros, que nos permite hacer salidas y explorar brazos del río que son en realidad antiguos barrancos boscosos inundados", explica Diego.
Son dos mundos acuáticos bien distintos. El río bordea bosques de altos árboles que albergan familias de monos aulladores (se los escucha antes de verlos, gracias a su particular sonido). Por su parte, la laguna está rodeada de juncales e islotes de camalotes formando una capa tan densa que una familia de carpinchos puede instalarse sobre ellos sin que se hundan. Los bordes de la laguna son un entrecruce de agua e islotes, que permiten acceder a la parte despejada por un pequeño canal donde apenas pasa una lancha.
Es común ver ahí yacarés y carpinchos, que no se inmutan ni con el paso de la embarcación ni cuando los visitantes se acercan para sacarles primerísimos planos (una experiencia ciertamente impresionante si se trata de un yacaré). Durante el recorrido se llega en barco a un mirador y a una plataforma flotante, para hacer un alto y disfrutar de un desayuno con vista hacia la fauna, que de vez en cuando regala también el avistamiento de un tímido, pero curioso ciervo de los pantanos.
Nicolás aconseja "salir muy temprano en verano, sobre todo para ver los animales en actividad antes de las horas más cálidas del día. En esta época del año se ven menos animales, pero seguimos teniendo muchas aves, los yacarés salen para tomar sol y, en cuanto a los carpinchos, se los ve todo el año siempre muy de cerca". No hace falta ir a las Galápagos para ver animales que no se inmutan con la presencia del hombre: en los Esteros, sin gritos y sin gestos bruscos, se los puede tener cara a cara.
MONOS Y MARIPOSAS
Si no fuera suficiente hay varias opciones de paseo desde el casco mismo del hotel, para tener una charla sobre el proceso de silvicultura que lleva a cabo Insud, el grupo propietario del establecimiento. Se aprende cómo se logran y clonan especies de árboles que van a reforestar la región para producir pulpa de papel o maderas para diversos usos. Se recorren los caminos internos para conocer un vestigio que permaneció en pie de la selva subtropical que cubría antaño toda la ribera del Paraná, hasta su delta.
Además de monos, que vuelven a hacer acto de presencia, por aquí pululan mariposas de todos los tamaños y colores. Nicolás esta vez guarda la visita más singular para el final: el criadero de yacarés. Pequeña precaución: antes de la visita distribuye unos pañuelos impregnados de esencias perfumadas, para taparse la nariz cuando el hedor de la pasta de pollos se hace demasiado fuerte. Esa es la principal comida que se les da a miles de pequeños reptiles en piletones donde son separados por edad: desde los que nacieron hace poco hasta los que tienen más edad y pronto serán faenados (por su cuero) o devueltos a la naturaleza (para mantener las poblaciones en los Esteros y el resto de la provincia) es todo un galpón repleto de yacarés. Los hay de dos especies: el overo y el negro. Mauro Cardozo está a cargo de esta actividad dentro del grupo Insud. Comenta: "Los yacarés no se reproducen en Yacaré Porá, nuestro emprendimiento, sino que los lugareños nos llevan los huevos o nos avisan cuando los encuentran en la naturaleza. Los traemos aquí y seguimos el proceso de desarrollo y eclosión de los bebes yacarés, como hubiera ocurrido en la naturaleza, pero con una tasa de supervivencia muy superior".
De vuelta en Puerto Valle, las ventanas de las casonas forman como cuadros de luz en medio de la noche que cae lentamente sobre el río. Luego de los cantos de pájaros que acompañaron las visitas durante todo el día, es otro canto el que sube desde la orilla del río, una voz unánime de ranas y otros animales que salen de noche a empezar su vida. En Puerto Valle, basta pasar una puerta para dejar el lujo de una habitación y sumergirse en un mundo salvaje todavía virgen.
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