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miércoles, 17 de julio de 2013
FRANCIA: PARIS: Museo de Orsay
Un bastión del impresionismo en París
En una antigua estación de trenes de París que fue reconstruida, el Museo de Orsay alberga una valiosa colección de arte creada entre 1848 y 1914.
Un bastión del impresionismo en París Orsay Museum: Entre otros artistas, se exhiben obras de Manet, Renoir, Cézanne, Gauguin, Degas y Van Gogh.
Pensado a escala, posible de visitar y realmente conocer en una tarde o una mañana, el Museo de Orsay de París está dedicado al arte del siglo XIX y, más exactamente, al impresionismo. Para muchos, es uno de los museos más bonitos de Europa, con la fachada principal al borde del río Sena, en la orilla izquierda, la mítica Rive Gauche. Entre otros artistas, se exhiben obras de Manet, Toulouse-Lautrec, Renoir, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Degas, Matisse y Pissarro.
Este es uno de los museos en los que no sólo importan las pinturas y las esculturas; el edificio, además de tener una historia apasionante, es bello por donde se lo mire. Fue la sede del Tribunal de Cuentas hacia fines del siglo XIX y luego funcionó como una de las estaciones de trenes de París. La reconversión se hizo en tiempo récord porque se buscaba que estuviera terminada para la Exposición Universal de 1900. La nave central, de unos 135 metros de largo, albergaba, además de dieciséis andenes, un hotel y un restaurante. Para los años 40, la Gare d'Orsay era pura decadencia. Recién en 1973 fue declarado Monumento Nacional por el ex presidente de Francia, Georges Pompidou para después comenzar a pensar en este espacio como el ideal para un museo y una excelente colección de arte de los siglos XIX y XX. El edificio conserva los grandes aciertos de la construcción original, es decir, espacios llenos de luz, enormes y abiertos, los techos vidriados con forma de arco, los grandes ventanales. Para almorzar, el restaurante del museo regala un clima de la Belle Epoque: un menú francés, entre brillantes arañas con caireles, grandes espejos de marcos dorados y techos pintados con cielos claros y despejados.
El Museo de Orsay está estructurado en cinco niveles. En el 0, alrededor del Patio de las Esculturas, se pueden ver las primeras obras de Manet, Degas y Monet. Se trata de una especie de galería (allí donde todo se llena de luz), con trabajos de Rodin y Bourdelle, entre otros escultores. Hay bancos disponibles para el público, para sentarse e intentar adivinar entre las líneas la vieja estación de trenes. En este mismo piso se exhibe la corriente academicista de 1850/1860, integrada, por ejemplo, por el romántico Eugene Delacroix. Y está la sala dedicada a Toulouse-Lautrec.
Fiesta impresionista
París duplicó la apuesta con las reformas que se hicieron en el museo en 2009, que embellecieron y potenciaron todavía más la gran galería del quinto nivel, dedicada al impresionismo. Se corrigió el diseño, la iluminación y se pintaron los muros de colores. Todo sin eliminar el contrapunto con la arquitectura de 1900, que deja ver las estructuras metálicas.
Los nombres de las obras y artistas de la galería de los impresionistas y posimpresionistas se abre con "Desayuno en la hierba", de Manet, una obra que generó un buen escándalo cuando en 1863 se exhibió por primera vez en el Salón de los Rechazados, una muestra organizada por los artistas que no obtenían el permiso necesario para mostrar su trabajo en la exposición oficial de la Academia.
El Museo de Orsay -la fachada de color oro, con enormes relojes- está dedicado a las obras de arte, fundamentalmente francesas, creadas desde 1848 hasta 1914. Y es uno de los tres grandes museos de París, después del Louvre y el Centro Pompidou.
Otras dos de las grandes telas del quinto nivel es "La clase de danza", de Edgar Degas. Degas solía frecuentar la antigua Opera de París. Lo hacía como espectador, pero también solía andar por el detrás de escena, entre bastidores. Las bailarinas ensayando o en sus momentos de descanso, las poses y los gestos, se convirtieron en una de las obsesiones de Degas.
En estas salas -en realidad apenas se pone un pie en el Museo de Orsay-, la sensación es la de haber retrocedido en el tiempo, para volver al París de finales del siglo XIX y comienzos del XX. "El baile del molino de la Galette", de Auguste Renoir, es uno de los grandes momentos del impresionismo y una de sus obras más importantes, de mediados de la década de 1870. Se vuelve a recrear esa sensación: el estallido de colores, el clima popular, representa a un grupo de parisinos en plena diversión bajo el sol. Sin embargo, esta tela es el resultado de varios estudios que Renoir completó en su taller. No lo pintó en el lugar -el barrio de Montmartre- ni en el momento. "El baile del molino de la Galette" fue presentada en la exposición del grupo impresionista de 1877.
En el segundo nivel, la atracción es el naturalismo y la pintura neo y posimpresionista, como la de Gauguin y Van Gogh, de quien se exhibe uno de sus "Autorretratos". De Georges Seurat, "El circo" (1890/91), retrata las atracciones populares del París "moderno". Se trata de óleo puro, en el que predomina el blanco y que tuvo las mejores críticas. Sin embargo, el autor no llegó a terminarlo: Seurat murió en 1891. "Noche estrellada", de Van Gogh (1888), es otra de las joyas de la sala, una pintura nocturna del río Ródano -la noche era una de las ideas que Van Gogh perseguía- en la que mandan todos los azules. Y las estrellas que brillan y se estiran en el agua.
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