domingo, 30 de marzo de 2014

USA; NEW YORK; Los secretos del edificio más ostentoso del mundo

Los secretos del edificio más ostentoso del mundo

Existe un edificio en Nueva York que se diferencia de cualquier otro, no solo en EE.UU. sino tal vez en el mundo entero. Se trata del número 15 de Central Park West, cuyos extravagantes secretos revelamos a continuación.

Además de estar situado en uno de los lugares más privilegiados de 'la gran manzana', en sus 35 plantas residen personalidades como Sting, el beisbolista de los Yankees Alex Rodríguez y varios de los banqueros más influyentes de Nueva York.

 El gerente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein; el millonario ruso Dmitri Rybolovlev o el actor Denzel Washington son algunos de los ricos y famosos que han sucumbido a sus encantos y han pagado por vivir ahí desde los 6 millones que cuesta el más barato, hasta los 88 millones de dólares que pagó en 2011 Rybolovlev para que su hija viviese en el 'penthouse' del edificio, según publica The New York Post.
 

Un equipo de 50 personas se encarga de servirle a los millonarios residentes: siete conserjes, seis porteros, 16 botones uniformados, tres repartidores de correo, un equipo de mantenimiento, cuatro guardias de seguridad, 12 ingenieros a tiempo parcial y un gestor administrativo, todos ellos a las órdenes del 'manager' del edificio, Gregg Carlovich, cuyo salario, según sus subalternos, ronda los 600.000 dólares anuales.

 Cada residente da una propina de Navidad media de entre 100 y 500 dólares por empleado. Es decir, un botones puede ganar entre 22.000 y 100.000 dólares anuales solo en propinas, según cuenta el periodista Michael Gross en su libro 'The house of outrageous fortune', que podría traducirse como 'El edificio de la riqueza desmesurada'.

 El edificio ha batido récords desde antes de iniciarse su construcción. El último residente del edificio que estaba anteriormente en esa dirección recibió 17 millones de dólares por mudarse. Este es el más alto monto de indemnización jamás pagado en Nueva York.

 Los adinerados residentes pueden también comprar viviendas para sus empleados, con precios que oscilan entre 650.000 y 1,5 millones de dólares. Además se ofrecen cuartos de almacenaje por 35.000 dólares y 30 bodegas con un costo que va de 50.000 a 80.000 dólares.

El edificio cuenta con un 'parking' diseñado especialmente con salida 'antipaparazzi', un gimnasio de 1.300 metros cuadrados, servicio de habitaciones, sala de cine privada con 20 cómodos sillones y una piscina en la azotea.

USA: MIAMI; Placeres exclusivos en Bal Harbour




La esencia del lujo se resume en los apenas 2,5 kilómetros cuadrados de Bal Harbour, al norte de Miami Beach. Restaurantes y hoteles con vista al mar se asocian con un paseo de compras emblemático que despliega las marcas más codiciadas del mundo.

Al norte de Miami Beach, sobre el océano Atlántico, la pequeña villa de Bal Harbour se ha desarrollado desde sus orígenes como un verdadero paraíso de lujo y glamour. Mucho tiene que ver con esa identidad el emblemático Bal Harbour Shops, creado en 1965 como un innovador concepto de mall al aire libre. Pero la exclusividad y la atención personalizada en cada detalle prosigue en los hoteles, spas, tiendas y restaurantes que se extienden sobre unos 2,5 kilómetros cuadrados bordeados por el mar y atravesados por la avenida Collins. Hasta en las calles y los paseos públicos, todo tiende a sostenerse en el punto de la perfección.

El encanto que genera este destino lo mantiene en la cima del mercado de lujo regional. Basta recordar que en 2013 la recaudación impositiva proveniente del turismo superó en 53% a la del año anterior. Mientras tanto las propiedades tienen los costos más altos del estado de La Florida y el Bal Harbour Shops se sigue jactando de generar los mayores ingresos por metro cuadrado de los Estados Unidos.

Experiencias
Bal Harbour Shops cuenta con la mayor concentración de tiendas de diseño en el país y más de cien de las mejores marcas del mundo, además de ser un punto de confluencia para joyerías y relojerías del mayor prestigio internacional. Pero este mall no es simplemente un paseo de compras; recorrerlo implica una experiencia distinta, relajada, que no deja de sorprender mientras se camina a través de dos plantas de boutiques y cafés con palmeras, fuentes y peces koi.

Se trata también de un buen lugar para tomarle el pulso al mercado del lujo. The Bal Harbour Shops terminó el año superando en un 7,2% las ventas sobre el año anterior, y durante 2013 le ha dado la bienvenida a TheWebster Bal Harbour, Akris y Lalique, mientras que tiendas existentes como Prada, Dolce&Gabanna y Loro Piana expandieron sus locales. A su vez, "las tiendas multimarcas Neiman Marcus y Saks Fifth Avenue tuvieron un crecimiento de dos dígitos, y algunos restaurantes vieron incrementar su facturación un 35%", según Matthew Whitman Lazenby, presidente & CEO de Whitman FamilyDevelopment, propietarios de Bal Harbour Shops.

En cuanto a proyectos en marcha, para octubre próximo se prevé la apertura del restaurante The Grill, que contará con un local de 594 metros cuadrados en el segundo piso del mall. The Grill se sumará a una oferta que hoy incluye restaurantes como Carpaccio, de cocina italiana; Makoto, japonesa moderna, y La Gouleu, un encantador bistró francés.

A la hora de recorrer vidrieras, no faltan marcas de diseñadores de la talla de Chanel, Giorgio Armani, Valentino, Chloe, Carolina Herrera, Hermes, Mark Jacobs, Oscar de la Renta, Ralph Lauren e Yves Saint Laurent. En calzados se destacan Cesare Paciotti, Jimmy Choo, Roger Vivier, Sergio Rossi y Tod's, mientras que Bvlgari, Chopard, David Yurman, Piaget, Tiffany& Co. y Van Cleef and Arpels marcan la presencia de la alta joyería.


Hoteles y sabores
A orillas del mar, esta localidad ofrece una variedad de hoteles entre las que sobresalen algunos convertidos en verdaderos íconos. El St. Regis Bal Harbour Resort, un cinco estrellas-cinco diamantes inaugurado en febrero de 2012, tiene 243 habitaciones con balcón acristalado y ventanales del piso al techo, acceso a la playa y toda una serie de prestaciones que bien pueden imaginarse, considerando que es el hotel más caro de la costa este de los Estados Unidos.

Otro referente de la zona es One Bal Harbour Resort and Spa, donde palmeras, aguas turquesas y un servicio altamente personalizado se combinan con arte y tecnología, sumando las propuestas de un spa único con espacios interiores y exteriores frente al mar que suman más de 900 metros cuadrados. No menos reconocimiento merecen hoteles como el boutique hotel Quarzo y el icónico Sea View Hotel.

Por supuesto, el nivel de la oferta gastronómica se mantiene en sintonía con la identidad del lugar. Si hay tiempo para conocer los mejores restaurantes de Bal Harbour, sin duda la agenda de reservas deberá incluir la cocina del legendario chef Jean-Georges Vongerichten con su J&G Grill, en el St. Regis Bal Harbour, el afamado restaurante Makoto, en el mall, y la moderna cocina americana de Mr. Collins en One Bal Harbour Resort & Spa; tres lugares para probar y recordar los placeres de una experiencia gastronómica única.

Datos útiles
Para vuelos a Miami pueden consultarse las tarifas de Aerolíneas Argentinas: www.aerolineas.com y de Lan: www.lan.com

Más información: www.balharbourflorida.com

martes, 25 de marzo de 2014

NOTAS: Zoologico: Zooropa: el lado salvaje del Viejo Continente



Zooropa: el lado salvaje del Viejo Continente
Tradicionales, como los de Londres y Viena, o de concepto más moderno, como el de Valencia, los zoológicos de las principales ciudades europeas se adaptan a los nuevos tiempos, sin perder su encanto... natural
 

El Zoo de Vincennes, en París, reabrirá el próximo 12 de abril con una nueva redistribución organizada en biozonas.
En las últimas semanas, los zoológicos ocuparon el centro de debate tras el sacrificio de dos jirafas en Dinamarca y de una familia de leones en el Longleat Safari Park del Reino Unido. A pesar de la polémica desatada -sobre si deben cerrarse o no-, estos parques que nacieron en Europa como colecciones privadas de algunas casa reales están presentes en cada gran ciudad, funcionan como centros de educación y resultan ser una de las atracciones turísticas más concurridas, sobre todo cuando se sale a pasear con chicos.

Viena fue la primera ciudad en abrir su jardín zoológico para que el pueblo tuviera acceso a ver animales exóticos y, años más tarde, en Londres se inauguró el primer centro científico, dedicado a la investigación y al estudio de especies. Un recorrido por los primeros zoológicos del mundo da una idea de cómo nacieron y evolucionaron con el paso del tiempo, desde ser una mera exposición de fieras hasta asumir un compromiso en defensa de las especies en peligro de extinción. Después ir o no ir será la cuestión.

TIERGARTEN SCHÖNBRUNN

Historia, cultura y naturaleza se dan cita en el elegante parque de Schönbrunn, el primer zoológico del mundo, fundado en 1752 por el emperador Francis Stephen de Lorraine, en Viena. Este terreno de 17 hectáreas forma parte de la antigua residencia de verano de los Habsburgo, donde aún se conserva el palacio con sus jardines barrocos, que forman parte del patrimonio de la humanidad protegido por la Unesco.

Según la Oficina de Turismo de Viena fue elegido tres veces el mejor zoológico de Europa -su última premiación fue en 2012-, y sus instalaciones muy bien cuidadas representan los distintos ecosistemas del mundo, desde una selva tropical hasta una zona polar de pingüinos. La casa de las palmeras es una impactante construcción de vidrio para no perderse; junto al nuevo hogar de los orangutanes y el acuario con su arrecife de coral, otro destacado.

El recorrido por los puntos más importantes del jardín se puede realizar con unos trenes amarillos y verdes, que hacen un paseo panorámico durante casi una hora. Con nueve paradas programadas, estos trenes funcionan de abril a octubre todos los días, y de noviembre a marzo sólo a pedido y con reserva.

Los negocios de comida no quedan afuera de las atracciones. En el Kaiserpavillion, con una decoración de pinturas y espejos que mantiene el encanto imperial de la capital austríaca, se puede disfrutar platos de la cocina tradicional vienesa; aunque con una atmósfera completamente distinta, en Gasthaus Tirolergarten se puede tomar una cerveza rodeado de un cálido ambiente rural, y si se quiere algo más al paso, entre la zona de elefantes y la de pingüinos, Jumbo Buffet es otra opción un poco más económica. A la hora del postre o del té, Café Hietzing tiene una interesante lista de tortas, para elegir antes de seguir el paseo.

Entrada: 15 euros; niños: 7 euros. Menores de 5 años: gratis.

Dirección: Maxingstraße 13b, 1130 Viena - Austria. Estación: U4 Hietzing.

ZSL LONDON ZOO


Pingüinos bien cuidados en Londres.
En Regent Park, con Primrose Hill de frente y a pocos minutos de la estación de Camden Town, el zoológico de Londres es otro de los antiguos jardines europeos. En 1826 fue abierto como una sociedad zoológica, con objeto de estudiar a los animales en una relativa libertad, y recién en 1847 con el pago de una entrada, para ayudar a su financiamiento, el público en general comenzó a tener acceso.

Hoy ofrece varias posibilidades de acercarse a observar, dentro de sus ambientes naturales, a más de 750 especies de animales: Butterfly Paradise, un alegre paraíso de coloridas mariposas; Animal Adventure, un recinto especial para chicos donde pueden interactuar con coatís, jugar en la granja o explorar un mundo subterráneo; la reciente apertura de un nuevo territorio de tigres, en un hábitat que imita la vegetación tropical de la isla de Sumatra, para mirar a través de un vidrio a estas fieras que se encuentran en crítico peligro de extinción.

Este parque fue el primero en tener una casa de reptiles, que resulta ser otro gran atractivo porque allí fueron filmadas escenas de Harry Potter y la piedra filosofal , cuando el aprendiz de mago descubre que puede hablar con las serpientes.

Para los visitantes que deseen quedarse más tiempo, Lookout Lodge propone pasar la noche entre naturaleza y animales sueltos. A partir del 26 de marzo y hasta el 25 de octubre se puede reservar una cabaña por precios que varían, según la fecha, entre £139 a £209.

Las opciones de comida son pocas: un nuevo restaurante que abrió en 2013, The Terrace; el Aquarium Kiosk para comprar bebidas, dulces o algún sándwich, y un infaltable fish and chips que da al paseo su toque londinense.

Entrada: £21. Niños: £16,50. Menores de 3 años: gratis.

Dirección: Outer Circle, Regent's Park, Londres - Reino Unido. Estación:Camden Town.

ZOO BERLÍN


El pequeño oso polar del zoo de Berlín llegó hace tres años de Moscú..
Todo comenzó en Pfaueninsel, una isla al sudoeste de Berlín -cerca de Potsdam- donde el rey prusiano Frederick William III tenía su residencia de verano y una colección privada de animales, compuesta por una casa de pájaros, canguros, llamas, búfalos y otras mascotas.

El sucesor, Frederick William IV, decidió dar más espacio a estas criaturas y abrir las puertas para que todos pudieran conocerlas; así fue como ordenó construir el zoológico que desde 1844 se puede visitar, a pocos metros del famoso parque Tiergarten, en el centro de la capital alemana.

Testigo y víctima de las dos guerras mundiales, fue reconstruido durante la posguerra y hoy, tras años de supervivencia, es famoso por tener más especímenes que cualquier otro zoológico en el mundo. Con ámbitos que recrean hábitats naturales, ofrece una gran variedad de tours temáticos: dedicados a los más chicos; a los amantes de algún animal en particular, con la posibilidad de hacer preguntas a los cuidadores y ver por dentro los trabajos que realizan; también hay excursiones especializadas para adultos, recorridos nocturnos y paseos para personas no videntes.

Entrada: 13 euros. Niños de 5 a 15 años: 16,5 euros. Menores de 5 años: gratis.

Dirección: Hardenbergplatz 8, Berlin, Charlottenburg - Alemania. Estación: Zoologischer Garten.

ZOO COPENHAGEN

Por un tiempo no será fácil hablar del zoológico de la capital danesa sin remitirse a la jirafa Marius, el ejemplar de 18 meses que fue sacrificado en febrero por cuestiones genéticas.

Tras el repudio, Berlingske -uno de los periódicos más importantes de Dinamarca- tituló: El problema de la jirafa no afectó al turismo. Y aunque Virginia Dundas, una argentina que hace años es vecina de ese barrio, cuenta que algunas personas se acercaron a la puerta a gritarle asesino a cuanto empleado saliera del zoológico, hoy la entrada sigue teniendo la misma larga fila de espera para entrar a visitar a los animales.

Después de la apertura del zoológico de Berlín, Copenhague tenía que estar a la altura de su vecina capital. Fue así como el ornitólogo Niels Kjærbølling pidió permiso al rey Frederick VII para llevar una colección de animales al jardín de Frederiksberg y fundó -en 1859- el parque actual.

A lo largo de 7 hectáreas, las regiones de Asia, América del Sur, África y el sector nórdico se representan entre sitios destacados como la casa de los elefantes y el anillo ártico, donde es posible introducirse por un túnel a la profundidad de la pileta y ver nadar al oso polar.

El dato gourmet es mínimo, sólo dos restaurantes en la entrada ofrecen platos calientes que rondan las 100 kr (13 euros), pero a falta de ofertas, el jardín dispone de áreas para llevar la vianda y hacer un picnic.

Entrada: 160 kr (21euros). Niños de 3 a 11 años: 95 kr (12euros).

Dirección: Roskildevej 32, Frederiksberg - Dinamarca

ZOO DE VINCENNES

Una gran roca artificial de 65 metros, conocida como Le Grand Rocher, es el símbolo de este zoológico que abrió en 1934, en París. Aún cerrado, con el propósito de cambiar su concepto original, volverá a abrir el próximo 12 de abril con una nueva redistribución, a partir de biozonas.

Las biozonas representarán a la Patagonia, Sahel Soudan, Europa, Madagascar y Amazonas. Habrá que esperar a su reapertura para descubrir qué otras sorpresas trae.

Entrada: 22 euros. Menores de 12 a 25 años: 16,5 euros. Niños de 3 a 11 años: 14 euros.

Dirección. 53 avenue de Saint-Maurice Paris - Francia. Estación: Porte Dorée.

BIOPARC VALENCIA

Inaugurado hace cinco años, el Bioparc, de Valencia, es un neozoológico enfocado en mostrar la fauna de los ecosistemas africanos, en cuatro sectores bien divididos: Sabana, Isla de Madagascar, Bosque Ecuatorial y Humedales. Es uno de los nuevos zoo más respetuosos con los animales, en espacios más cuidados y con un recorrido con criterio más ecológico. Gorilas, hipopótamos, leones, jirafas y elefantes son los grandes protagonistas en el Bioparc, que tiene un atractivo extra: se encuentra en el ejemplar parque urbano que atraviesa esta imperdible ciudad española, aprovechando el antiguo cauce del río Turia.

Entrada: 23,80 euros. Menores de 4 a 12 años, 18 euros. Menores de 4, gratis.

Dirección. Av. Pío Baroja 3, Valencia

ARGENTINA. Bariloche: Siete lagos: Trekkings

Siete magníficos
En torno al camino de los Siete Lagos, pero alcanzando incluso otras maravillas lacustres, siete trekkings recomendados y fuera de las excursiones más tradicionales

El Ruso Gres podría ser una versión patagónica del actor Nick Nolte, pero bastante más achicharrado por el sol. Pilotea un gomón repleto de turistas, cuenta un poco de todo y hace el acting de llenar una botellita con agua del lago Traful y beberla. "Si le pongo tapa y la vendo en el quiosco nadie se daría cuenta", bromea. El pelotón de visitantes celebra, pero sólo quiere llegar al bosque sumergido -la atracción del lugar-, que vendría a ser una porción de montaña bajo el agua, con árboles y todo, resultado de un movimiento o choque de placas tectónicas, ocurrido en algún punto improbable de nuestra era. Pero no es allí adonde vamos. Cruzando el lago, frente a la villa, hay algo más que un bosque al revés. A cuatro o cinco horas de caminata suave desde la Península Grande, en plena maraña de cipreses, se llega a un paraje con pinturas rupestres y, ahí nomás, las lagunas Verde y Blanca, conocidas como Las Mellizas. También en Traful se puede ascender a los cerros Negro y Monje, o descubrir tres cascadas: Coa Có, Blanco y Co Lemu, con saltos de hasta 25 metros.

Estos son sólo algunos de los programas de trekking no convencional (porque no están tan difundidos y porque atraviesan lugares semivírgenes) que se pueden realizar entre Bariloche y San Martín de los Andes, y en la Ruta de los Siete Lagos.

En general se trata de lados b amigables y para hacer en familia, caminatas de autor que no figuran entre los highligths patagónicos de siempre y que, gracias a Dios, tampoco requieren el estado físico de una gimnasta rusa. La mayoría de estos circuitos fue sugerida a LA NACION por Darío Remorino, guía del Parque Nacional Nahuel Huapi.

También aportaron buenas pistas sus colegas Lucas Jacobson, de Outside Patagonia, y el propio ruso Néstor Gres (el hombre del gomón), de Ecotraful. Paradójicamente, de los siete circuitos que se enumeran a continuación, sólo dos -los cerros Mirador y Falkner- requieren la asistencia de un guía de montaña. Para los otros cinco sólo hace falta un buen calzado, protector solar y una viandita para cortar el día a la mitad.

ACQUADANCE EN LA CASCADA ÑIVINCO

1. En este caso hay que hacer una hora de auto desde Villa La Angostura -son 45 kilómetros- y dejarlo a la vera del arroyo Pichi Traful. Luego, cuarenta minutos de caminata llana que pueden afrontar desde el abuelo hasta el nieto, aunque no tengan muchos temas en común para conversar. "Yo resendericé el camino y lo macheteé, hará cosa de un mes", certifica el guía Remorino.

Se cree que la destrucción de dos volcanes, el Peñascoso y el Crespo, generaron coladas de magma que formaron tres saltos importantes al fondo de un valle. Esa postal es la cascada Ñivinco. El premio al cuarto de hora de caminata es llegar a la base del primer salto y pasarlo por debajo, para seguir después por la senda hasta la cima, desde donde se nota cómo la erosión del agua formó grandes canaletas. Se accede entonces al segundo salto y, desde allí, se advierte un arroyo que baja con una isla en el medio.

El tercer salto tiene otro bonus track: no sólo porque allí anida el pato del torrente, una especie en extinción que nada en favor y en contra de la corriente buscando insectos, sino porque en ese sitio exacto se formaron nueve piletones o pozones. Lo recomendable es entrar y salir de cada pozo no tanto para imitar al famoso pato, sino para emular una coreografía de acquadance y sentirse Flavio Mendoza en el programa de Tinelli.

EL FILO AGRESIVO DEL CERRO FALKNER

2. A cincuenta kilómetros al sur de San Martín de los Andes se encuentra el lago Falkner y el cerro del mismo nombre, cuya cualidad principal es que tiene un pequeño glaciar que mira a Traful. En esta excursión, el auto queda parado en la base del cerro Falkner y el ascenso se puede oficializar en dos partes, porque existe la posibilidad de acampar a 1500 metros de altura y luego hacer cumbre al día siguiente.

También en este caso hay regalitos para los valientes: desde allá arriba se aprecian nuevamente los volcanes Tronador, Lanín, el Filo Hua Hum y los lagos Traful, Nuevo, Falkner y Villarino. En la cumbre, el filo angosto da forma a una montaña bien agresiva, con una vista sin igual. "Aquí, el nivel de exigencia es un poco más alto que los programas anteriores; ya no es una salida familiar y también debe ser guiada", avisa Remorino.

MELIQUINA, RÍO, RÁPIDOS Y CASTILLO

3. Meliquina no cuenta con tendido eléctrico, gas ni recolección de residuos, lo que le otorga ese no sé qué bohemio. A Meliquina se llega tomando un camino de ripio desde la ruta que va a San Martín de los Andes. Se bordea suavemente el lago durante una decena de kilómetros hasta que, al fondo, se despliega una pequeña villa que parece un pueblito de cowboys. Los lugareños saben muy bien qué paseos recomendar: el primero no está indicado en ningún mapa y consiste en visitar los rápidos del río Caleufu, que también tiene pozones propios. Como el sitio no está señalizado hay que parar el auto en una tranquera de la estancia San Jorge (muy conocida en la zona), unos 1000 metros después del cruce con la ruta provincial 64.

Pasando esa tranquera se caminan 200 metros más hasta llegar al río, que corre enguantado en un lecho de enormes rocas. Marchando otros 30 metros por un sendero que escolta el río (quien lleve un snorkel verá truchas como nunca en su vida) se choca con una pileta natural de agua verdosa, para zambullirse a piacere.

Otro programa para hacer desde Meliquina es tomar la ruta 63 hacia Paso Córdoba para pasar el día en el lago Filo Hua-Hum. Se cruza primero el río del mismo nombre y, muy de a poco, va apareciendo el lago, majestuoso y con una perlita: una enorme playa solitaria y una suerte de castillo con aires europeos del siglo XV, construido por los dueños de una importante estancia del lugar, llamada Lemu Cuyen.

A LA CASCADA SANTA ANA

4. Este es otro programa para hacer por el día desde La Angostura. Exige cruzar la Aduana argentina (y por lo tanto llevar los documentos), por la ruta 231 hasta el paso Cardenal Samoré. En ese preciso lugar nos despedimos del coche para emprender los siguientes cinco kilómetros a pie. Hay que armarse de protector solar, un par de alpargatas extra para vadear el río, sombrero y algo de ropa para la tardecita. Son dos horas y media de caminata tranquila, y parece que nada va a sorprendernos demasiado hasta que, de repente, se corre el telón de uno de los escenarios más impactantes de la zona: la cascada Santa Ana. No sólo destacan los 40 metros del salto, sino que atrás de la cascada, el magma desparramado de un volcán extinto hace miles de años delineó una suerte de techo o galería de basalto cristalizado que sobresale de la montaña, formando un arco sostenido por piedras hexagonales. Desde el interior de la galería (donde se puede parar a almorzar) se logran las mejores vistas de la cascada, que se desploma sin piedad sobre un dosel de vegetales, helechos y aljabas. El regreso hasta el coche demandará otras dos horas y media.

CERRO MIRADOR, CUNA DE VOLCANES

5. Diametralmente opuesto a la cascada Santa Ana, pero a sólo seis kilómetros de ella, se eleva un volcán extinto llamado cerro Mirador. Esta vez el auto se estaciona en el hito Puyehue, en el límite mismo entre la Argentina y Chile, y se realiza un ascenso de casi cuatro kilómetros. A medida que uno sube se desenrollan, en dirección a Chile, el valle del Golgol y el lago Puyehue. A la derecha, el Brazo Rincón del lago Nahuel Huapi y, a medida que arrecia el ascenso, la aparición majestuosa de los volcanes: Tronador, Casablanca, Puntiagudo, Osorno, Puyehue, Mocho-Choshuenco, Villarrica y Lanín. En la cumbre misma del cerro Mirador es un espectáculo contemplar el lago Constancia, el más grande del Parque Nacional Puyehue, pero uno de los menos conocidos por su difícil acceso. Como dijimos, esta excursión se realiza con un guía de montaña.

LAGUNA LLUM E ISLA CORAZÓN

6. A 45 minutos desde el centro de Bariloche se accede a la parte norte del lago Mascardi, más precisamente al camping Relmu Lafquen. Allí comienza un trekking de casi dos horas en un bosque de coihues hasta playa Los Leones, una bahía protegida donde el agua suele estar un poco más cálida que en el resto del lago, con una arena suave y una paz que sólo se consigue en sueños.

Luego viene un ascenso tranquilo de 40 minutos hasta la laguna Llum, que aparece encajonada como un pañuelo mal doblado en un valle de altura. El telón de fondo son los cerros Tronador, Bonete, Punta Negra, Cresta de Gallo y el resto de la cordillera de los Andes. Del margen sur de la laguna se desprende un pequeño sendero, un poco más exigente (en este punto se lamentarán todos esos flanes con dulce de leche que componen nuestra panza), que sigue subiendo hasta llegar a un pequeño mirador natural, desde donde se aprecia el lago Mascardi en todo su esplendor y, justito en el medio, la isla Corazón.

AGUAS CALIENTES DEL QUEÑI

7. Las aguas termales siempre son un plan en sí mismo. Pero aquí, en las termas del Queñi no hay infraestructura ni un resort para disfrutarlas en bata y pantuflas. A este sitio, que se ubica al fondo del lago Lácar-Nonthué, se accede en lancha colectiva desde San Martín de los Andes o en coche, por el Paso Hua Hum. Siempre conviene llamar por teléfono a la Seccional Queñi de Guardaparques y preguntar si el camino está en condiciones.

En esa seccional se estaciona el auto y se inicia una caminata de hora y media hasta las termas: desde un boquete en la piedra el agua fluye a más de 40°C y, quince metros más abajo, baja a los 30°C y tantos. Otra vez, el escenario quita la respiración: porque donde cae el agua se dispusieron tres coihues caídos -un trabajito de la gente de Parques Nacionales- que ofician de paredes para una gigantesca bañera natural.

Después del calor termal no es un mal plan una refrescada en el lago Queñi, para luego volver a la bañera. Y así sucesivamente, hasta quedar blando como una babosa

jueves, 20 de marzo de 2014

FRANCIA: PARIS: Qué rincones no te podés perder


Qué rincones de París no te podés perder
Una recorrida por los puntos más destacados de la capital francesa

Kong, ideal para ir después de las 18
Si hay un lugar sofisticado y moderno es Kong. Ubicado en el último piso de la lujosa torre donde funcionó hace un tiempo la afamada marca Kenzo, este increíble lugar es totalmente vidriado, y desde allí se puede apreciar una vista espectacular de Paris, ya que esta a pocos metros del Pont Neuf en el Sena.

Tanto de noche como de día el lugar adquiere una atmósfera muy particular, ya que el lugar es visitado no tanto por turistas, sino por el ambiente chic parisino. Las mujeres más hermosas francesas se dan cita en este lugar; un lugar para ver y ser visto.

El restaurante fue íntegramente diseñado por el afamado Philippe Starck, y en él se fusiona el estilo minimalista japonés y el lujo francés.

El menú también es un deleite, está creado por el cheff Richard Pommies. Les recomiendo comenzar por un trago, quizás el mojito sea una buena elección. Entre las delicias de entradas se destacan el carpaccio de salmón y la terrine de foie gras con tostadas; entre los platos principales Poulet caramélisé aux tomates, Gambas Royales, grillée au charbon de bois, entre otros manjares. Para completar Tarte au citron de postre.

Es un poco caro, pero vale la pena, Kong quizás sea uno de esos lugares inolvidables, desde la comida, la música, el ambiente. Si van a cenar es casi seguro que no consigan mesa, salvo si hacen reservas con anticipación, de todas manera esta muy bien tomar algo en la barra del primer piso. Claro que el programa completo es ir a eso de las 22hs tomar algo y cenar, después escuchar la buena música que es seleccionada por Beatrice Ardisson o algún dj invitado. Los viernes y sábado hay fiestas, y si se hacen amigos en facebook, pueden confirmar desde ahí

1, rue du Pont Neuf, 75001 Paris
Tél. 01 40 390 900


Cae la tarde en St Germain tomando Kir
Pensar en Paris, es recordar las tardes "perdidas" en St Germain Des Press. Un barrio que está mucho más urbanizado, popular y animado que cuando lideraba la vida intelectual parisina en los años cincuenta. No obstante nuevos filósofos, pensadores, directores de cine, actores, siguen viviendo ahí; el barrio todavía alberga muchas de las más importantes editoriales. Aún muchos encuentros entre escritores y editores se siguen haciendo en las mesas de Brasserie Lipp, Cafè de Flore, Les Deaux o Magots (típicos cafés y restaurantes de St. Germain). En la calle Rue Jacob hay lujosas tiendas, librerías, patisseries. Pero el atractivo del barrio son las calles aledañas del tramo sur del Boulevard St Germain, porque son muy tranquilas y hay bares en donde uno se puede sentar a leer y ver gente pasar, pero sin la locura del turismo que solo busca comprar. Este barrio tenía una vida nocturna donde la escena intelectual se pasaba horas en locales nocturnos bebiendo cervezas, fumando y escuchando jazz norteamericano.

Cada tarde es interesante perderse en sus calles y hacer un stop adoptando la costumbre que tienen los parisinos: sentarse a las cinco de la tarde a tomar el aperitivo popular llamado Kir.

El Kir es un aperitivo que lleva el nombre del alcalde de Dijon, y combina a la perfección Crema de cassis, que es un licor de grosellas, con vino blanco seco y se sirve en una copa de cocktail. Hay una versión que se llama Kir Royal, en donde se sustituye el vino blanco por champagne.

Las tardes, con una copa de Kir, sentando en las veredas de la calle Rue Buci, son una experiencia singular al igual que el aroma de los cafés recién hechos o las crujientes de las baguettes con quesos franceses.



Comprar vinilos o libros en el Barrio Latino

 Comprar discos en París puede resultar un tanto costoso para nuestro cambio monetario y cada vez más.

La mayoría de los turistas que visitan esta ciudad, tienen pocos días y lo primero que hacen este entrar a los templos de la música que son los Virgin Megastore y la cadena francesa Fnac, donde realmente se consigue todo lo que buscamos, pero a un precio realmente costoso, incluso a algunos parisinos les resulta muy caro estos locales.

Sin embargo, como en toda gran ciudad hay espacios en donde se pueden conseguir buenas ofertas o perlas a un precio más accesible. Uno de los lugares que les recomendamos que visiten es el Barrio Latino, donde se pueden encontrar discos raros, descatalogados o nuevos, a un precio que puede llegar a menos de la mitad de lo que podríamos ver en los mega locales de Champs Elysées.

En el Barrio Latino, muchas oportunidades se pueden encontrar en las librerías para estudiantes, cafés, tiendas temáticas de discos y clubes de Jazz, que colman de bullicio y música a este sector en la orilla del río, entre el Sena y los Jardines de Luxemburgo.

El bulevar St- Michel es la columna vertebral de esta área, donde entre las estrechas calles de piedra que salen del bulevar están las tiendas étnicas de baratijas, boutiques caprichosas y teatros y cines de vanguardia. El recorrido da para comenzar a mirar y escuchar discos, comenzando en Place St- Michel donde hay una fuente con una escultura de bronce de Duret que inmortaliza a San Miguel matando a un dragón.

En pocos metros hay más de diez pequeños locales en donde podemos comprar la música que siempre quisimos conseguir a un precio más que conveniente. Sobre todo vinilos nuevos y ediciones que tanto buscamos. También muchos libros de arte, diseño y cine. No duden en ver las mesas que estan afuera de cada local, con libros que rondan los 5 a 10 euros.

Alternativas gratis en la Ciudad LuzCasi siempre cuando piensan en Paris se imaginan una ciudad carísima, pero más allá de la fama, si buscan actividades que sean gratuitas o con bajo presupuesto, acá van algunas recomenciones.

Tomar un café en los bares y cafeterías puede tener diferentes costos, claro que, si queremos estar en sentados en la vereda, un café pues llegar a salir 6 euros, sobre todo en los puntos turísticos, pero si uno se sienta en las barras de esos mismos lugares puede salir 1.50 euros.

Un paseo para respirar aire puro y salir del ruido de la ciudad, es ir al Cementerio du Pere Lachaise. Da para tomar un mapa en mano y recorrer y conocer las tumbas de famosos escritores, pintores o artistas del cine. En la entrada hay mapas que no se cobran y si se pierden, siempre hay gente que pueden guiarlos. Es imposible no visitar la tumba de Jim Morrison, donde en algún tiempo solían juntarse muchos a tomar cervezas y meditar sobre uno de los grandes del rock que fue el cantante de The Doors; hoy casi siempre hay un guardia de seguridad cuidando la tumba.

Pere Lachairse es el cementerio más insigne de Paris, es un lugar lleno de bancos, donde muchos parisinos van a leer y escuchar el sonido de los pájaros.

Si hay un lugar para ir a comer al aire libre es el Jardín de Luxembourg, uno de los lugares más relajados y verdes de Paris. Sacarse los zapatos y tirarse a descansar bajo los árboles, es casi una experiencia inigualable. Muy cerca del parque está una de las cadenas de supermercados más importantes llamados Monoprix, el más cercano esta en 24, Boulevard Saint Michel. Ahí pueden comprar vinos pequeños a 3 euros, sandwiches de todo tipo a 4 euros, quesos y llevar esa vianda para comer en los jardines. Si hay buen tiempo los días de semanas esta repleto de estudiantes y varios parisinos se dan cita para jugar al ajedrez. En primavera y verano, al costado del lago octogonal, mucha gente suele ir a tomar sol. Una forma económica de pasar varias horas.

miércoles, 12 de marzo de 2014

PERU: LIMA: Un gran balcón al Pacífico

Lima, un gran balcón al Pacífico

Con vestigios precolombinos, edificios coloniales y barrios modernos de cara al océano, la capital peruana tiene una rica oferta gastronómica y cultural. Catacumbas, museos y excursiones.

La Plaza de Armas o Mayor se encuentra rodeada por el Palacio de Gobierno, la Municipalidad, la Catedral y el Palacio Arzobispal. Aquí fundó la ciudad Francisco Pizarro en 1535 / PROMPERU.
16/02/14
Son las siete de la tarde de un domingo limeño, la hora en la que una multitud camina por la peatonal Jirón de la Unión. No se sabe de dónde vienen tantos grupos de adolescentes, parejas felices y familias con su bullicio de feriado y, mucho menos, adónde llevan semejante cantidad de globos, peluches y golosinas. En el horizonte, unas diez cuadras más allá de las fachadas coloridas –siempre, con balcones–, comercios y casinos, se divisa el cerro San Cristóbal y su gran cruz blanca de neón. Al pie de los barrios que trepan aquellas laderas –los lugareños cruzan incesantemente el Puente de Piedra o Trujillo, sobre el río Rímac– se encuentra la zona recreativa de la Alameda Chabuca Granda, y se descubre más gente todavía. Dos horas más tarde, lejos de pensar en la semana escolar y laboral que se iniciará en breve, los transeúntes se multiplican. “Es noche de cine, los domingos todos van al cine”, explica un vendedor nacido y criado en Lima, capital de Perú. La enorme paradoja es que el joven de pantalones turquesas vende dvd de ¡películas truchas!

Desde el balcón de un restaurante, la cena marcará el comienzo de un recorrido deliberado por la sabrosa, variada y mundialmente reconocida gastronomía peruana: ceviche, chaufa de carne (arroz con carne salteada), cerveza con canchitas (maíz tostado) y chicha morada (bebida popular a base de maíz morado, cuyo color recuerda a la remolacha).

Al volver al hotel, atravesando la Plaza de Armas iluminada cálidamente con faroles, sorprenden unas siluetas humanas inmóviles sobre las escalinatas de la Catedral (cerrada el domingo para el turismo por ser “día religioso”). Con una actitud que recuerda a “El Pensador” de Rodin, estos hombres despiertan curiosidad: ¿Se preguntan si hay vida después de la muerte? ¿Suman los puntos ganados por Universitario, Alianza Lima y Sporting Cristal? ¿Esperan unas piernas bonitas?

Mucho más que una escala
En el centro-oeste de Perú, sobre la costa del océano Pacífico, Lima solía ser considerada una “ciudad de paso”. De paso hacia otros destinos peruanos (especialmente Machu Picchu y los pueblos del Valle Sagrado, aunque muchos turistas llegan directo a Cusco), o bien, un lugar de tránsito porque su aeropuerto funciona como hub o centro de conexión de numerosos vuelos internacionales.

Sin embargo, la llamada Ciudad de los Reyes se ha convertido en los últimos años en un sitio atractivo para quedarse, al explotar su riqueza cultural, las tradiciones de su pasado precolombino y colonial, los barrios modernos –como San Isidro, Barranco y Miraflores, con su malecón junto al mar–, y por supuesto, la gastronomía que fusiona ingredientes y costumbres de las grandes regiones de Perú (la costa, la andina y la amazónica).

Aunque haya sido construida sobre un desierto, Lima luce como un extenso jardín gracias a la vegetación plantada y conservada por el hombre. Y si bien está a once grados de la línea del Ecuador, su clima dista de ser tropical por la corriente fría de Humboldt.

“Gris-panza-de-burro” o “gris-ballena” le dicen al color del cielo, que se mantiene nublado durante ocho meses al año. Cuesta desoír la sensación foránea que susurra: “en cualquier momento, diluvia”. Simula ser una amenaza eterna, pero lo cierto es que no llueve en Lima y nadie usa paraguas.

Con esta premisa en tono de gris, se sale para comprender la ciudad, explorando los monumentos y edificios que, en la noche anterior, eran sólo fachadas vistosas. Una vez más, la peatonal Jirón de la Unión resulta un buen punto de referencia para recorrer el centro histórico –conocido como Damero de Pizarro–, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Con aires coloniales
En este caso, se parte desde la Plaza San Martín, flanqueada por el Teatro Colón, el edificio Giacoletti, el histórico Gran Hotel Bolívar y el Club Nacional. El monumento central se levantó en homenaje al libertador Don José de San Martín y su construcción cuenta con una anécdota desopilante: al solicitarle al escultor una “llama votiva” sobre la cabeza de la escultura de la Libertad –ubicada al pie de la obra–, el artista colocó un animal en lugar de una llama de fuego. El malentendido atrae a decenas de visitantes por día que ríen con ganas al fotografiar a la llamita.

Cinco cuadras más adelante, se destaca la Plaza de Armas o Mayor , donde Francisco Pizarro fundó la ciudad de Lima el 18 de enero de 1535. Entonces, el conquistador español mandó a construir una iglesia, a la que consagraría bajo la advocación de la Virgen de la Asunción. Es decir, la Catedral, en cuyo interior hoy conviven los estilos gótico, renacentista, barroco y neoclásico. En el templo se recorren el Museo de Arte Religioso, la cripta, los antiguos retablos, la impactante sillería tallada en madera del coro y la capilla –decorada con mosaicos venecianos– donde se encuentran los restos de Pizarro, con gráficos de su esqueleto describiendo las lesiones que recibió con “artefactos cortantes” en el cuerpo.

El conjunto arquitectónico del perímetro de la Playa Mayor es tan atractivo que no se sabe si empezar por el lado del Palacio de Gobierno, la Municipalidad y el Club de la Unión, o por la Catedral y el Palacio Arzobispal contiguo. Con una fuente de bronce de mediados del siglo XVII en el centro, la plaza cumplió funciones bien diversas: mercado, plaza de toros, sitio de ejecución de inquisidores y de proclamación de la independencia por parte de San Martín en 1821, entre otras cosas.

¿Un dato curioso? Varios edificios de esta zona están pintados de amarillo, para dar la sensación de que el sol está brillando.

A una cuadra del Palacio de Gobierno y pintado en amarillo más claro, se levanta el Conjunto Monumental San Francisco de Lima, conformado por la iglesia y el convento de San Francisco, las capillas y una plazoleta acogedora. Claustros adornados con azulejos sevillanos, pinturas de gran valor y una biblioteca de novela son las principales características, pero lo más convocante son las Catacumbas, esos pasajes abovedados e inquietantes, con calaveras por doquier. En este lugar se recomienda tomar una visita guiada.

A propósito de Lima colonial, el templo más antiguo es la iglesia y convento Santo Domingo . Aquí se fundó en 1551 la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la primera de América. Además de las iglesias La Merced, Santa Rosa de Lima y de Los Descalzos, los visitantes se dan cita en la Casa Aliaga (elegante residencia con un bello balcón de quien fuera uno de los fundadores de la ciudad, don Jerónimo de Aliaga) y en el Palacio de Torre Tagle (actual sede del Ministerio de Relaciones Exteriores). Entre zaguanes, patios y corredores, en este último se destaca un oratorio recubierto de madera, la portada labrada en piedra y los balcones de estilo barroco andaluz con aportes moriscos y criollos tallados en cedro y caoba en el siglo XVIII. Indiscutiblemente, es una de las fachadas más bellas.

En una esquina que destila historia, el Bar Cordano invita a hacer una pausa física y mental, ingresando por la entrada del Jirón Ancash (otrora Calle del Rastro de San Francisco por “la existencia de un rastro o establecimiento para la venta de carne”). Durante más de un siglo fue el bar preferido por los presidentes que se cruzaban a tomar un café y todavía conserva mobiliario y máquinas de aquellos tiempos.

A orillas del Pacífico
Así como en el centro algunos afiches anuncian periódicamente “simulacro de sismo”, la costa del distrito Miraflores advierte: “En caso de alerta de tsunami, abandone las playas” y señala las rutas de evacuación. De cara al océano Pacífico, aquí se encuentra el Parque del Amor –con su Monumento al Beso– y un malecón colorido y ondulante con frases, que tienen como telón de fondo edificios vanguardistas, centros comerciales (por ejemplo, Larcomar, un shopping frente al mar y sin techo) y parques arbolados. La Costa Verde es la vía rápida que corre bajo el acantilado junto al Pacífico. Dos deportes extremos aprovechan la geografía del lugar: el oleaje marino es disfrutado por los surfistas y en las alturas brumosas se impone el parapente.

También residencial y con vida nocturna, San Isidro se distingue por su parque El Olivar (es literal, se trata de una sucesión de olivos antiquísimos) y la avenida Conquistadores con sus tiendas caras. En cambio, Barranco nació como un balneario exclusivo, lo que explica sus casonas de estilo europeo. Con la bohemia que le imprimen sus bares, restaurantes y el famoso Puente de los Suspiros, Barranco ofrece shows en vivo, presentaciones de libros, ferias artesanales y boutiques de diseño de autor. Otra foto obligada: el monumento a la cantautora Chabuca Granda.

Antes de la cena, las trece fuentes del Parque de la Reserva y Circuito Mágico del Agua son ideales para presenciar un espectáculo original de música y luces.

El mundo precolombino
Lima alberga algunos de los museos más importantes de Perú, como el Museo del Oro, el de Arte (MALI) y el Larco Herrera, con 47.000 piezas de oro y plata, cerámicas y textiles, que dan testimonio de 3.000 años de historia.

Remontándose al mundo precolombino, las huacas Pucllana (en Miraflores) y Huallamarca (en San Isidro) son pirámides truncas que sirvieron como centros ceremoniales y funerarios, con momias incluidas. Es notable el contraste entre estas huellas milenarias y las edificaciones modernas que las circundan. Algo similar ocurre frente al Parque de la Muralla, donde se observa parte del muro que rodeaba Lima en el siglo XVII.

A pocos metros y en un edificio que hechiza, la Estación Desamparados conserva la Casa de la Literatura Peruana. Por eso, este párrafo está dedicado a los lectores: con espacios sobre el Nobel Mario Vargas Llosa y el poeta César Vallejo, entre otros, hay un rincón de lectura silencioso junto a las vías del tren, con mesas y asientos de madera de los antiguos vagones. Sublime.

Otro edificio que conmueve por su arquitectura y contenido es la Casa de la Gastronomía Peruana (ex Casa de Correos y Telégrafos). Es un verdadero recorrido a través de la milenaria sabiduría culinaria peruana y las influencias recibidas. Desde las papas y maíces hasta las empanadas, mazamorras, suspiros, tejas, rocotos (un plato picante), secos de cabrito, chupe de camarones, causas (papas con relleno), tiraditos (a base de pescado), anticuchos (una especie de pinchos de carne), papas a la huancaína, carapulcra (guiso con carnes y verduras) y, claro, el pisco (con el trago estrella, el pisco sour, y también, el chilcano).

Al dejar Lima, se recuerda esta frase leída en una pared del Parque del Amor: “He de volver a ti como al lugar del crimen”.


IMPERDIBLES

Fortaleza del Real Felipe. Es una de las pocas obras de arquitectura militar edificadas por los españoles en América, que data de 1774. Esta construcción sirvió para defender el Puerto del Callao de los ataques de piratas y corsarios.

Pachacamac. Localizada en el valle del río Lurín, esta ciudadela de barro fue el hogar del dios creador Pachacamac (“aquel que mueve el mundo”) y fue el oráculo más venerado del mundo andino.

Lunahuaná. Soleado valle ubicado al sur de Lima y lugar predilecto para la práctica de deportes de aventura. Son famosos los vinos y piscos y sus potajes con camarones de río.

Ciudad de Caral. Con 5.000 años de antigüedad, es cuna de la civilización más antigua de América y contemporánea de las sociedades egipcia, china y mesopotámica. La complejidad arquitectónica de sus pirámides y los vestigios hallados revelan su elevado desarrollo cultural. Está ubicada en el valle de Supe, 200 km al norte de Lima.

Islas Palomino. Es un grupo de doce islotes frente al puerto del Callao. Congregan una numerosa población de lobos marinos y aves que se pueden visitar en un paseo de cuatro horas. El punto de partida está a 30 minutos del centro de Lima.

Caballos de Paso. Es posible apreciar el caballo peruano de paso en las presentaciones que organiza la Asociación Nacional de Criadores y Propietarios de Lurín, pocos km al sur de Lima, donde los visitantes pueden cabalgar y disfrutar de las haciendas.

Islas Ballestas. Más alejadas y cerca de Ica, son formaciones rocosas con una gran cantidad de fauna marina y famosas por sus aves guaneras.

MINIGUIA

Dónde comer
La cocina del restaurante del famoso chef Gastón Acurio, Astrid & Gastón, se inspira en la multiculturalidad del Perú (www.astridygaston.com). El Queirolo tiene buena comida popular; el bar Huaringas y La Calesa ofrecen coctelería con pisco, y se conoce al tradicional El Bolivarcito como “la catedral del pisco sour”. Para comer nikkei (fusión de comida japonesa y peruana), hay que ir al restaurante Maido; para cocina del Amazonas, AmaZ. Imperdibles: los mercados de Lima, el Barrio Chino (para chifa, mezcla de peruano y chino) y la mega feria Mistura, en septiembre.

Dónde informarse
www.peru.travel
www.twitter.com/VisitPeru
www.facebook.com/visitperu.travel

GRAN BRETAÑA: LONDRES: un gran escenario

Londres, un gran escenario

Meca del teatro de habla inglesa, atrae a 14 millones de espectadores cada año. El West End y sus históricas salas.

Si hay que creerle a la Society of London Theatre, que desde 1908 reúne a los empresarios y productores teatrales de Londres, la capital de Inglaterra es también la capital mundial del teatro. Produce más espectáculos que cualquier otra ciudad, incluyendo a Nueva York, con un promedio anual de 260 estrenos que atraen a 14 millones de espectadores. Con recaudaciones anuales que promedian los 500 millones de libras esterlinas (lo que equivale a más de 800 millones de dólares) el teatro, en sus distintas variantes, es una atracción turística clave en Londres: le da empleo directo a 41.000 personas y alimenta un circuito de restaurantes, hoteles, tiendas, librerías y cafés.

Para hacerse una idea del movimiento teatral típico de la ciudad, vale saber que cada otoño la Society of London Theatre selecciona 14 espectadores para unirse a los 4 paneles de jurados especializados que definen los premios Laurence Olivier Awards, muy prestigiosos, equivalentes a los Tony Awards de Nueva York. Estos afortunados espectadores reciben entradas para ver obras, ya sea en las grandes salas comerciales del West End como en las más periféricas –las del Off West End– y también en las salas oficiales, dedicadas al teatro clásico de repertorio, ópera y ballet. Durante el año, estos espectadores deberán ver al menos 60 obras de texto, 20 comedias musicales, 20 espectáculos de danza y 20 de ópera.

Los conocedores dicen que el espectáculo empieza antes de sentarse en una platea. Y es cierto, porque casi todas las salas ubicadas en el West End –unos 50 teatros– son monumentos históricos, con más de cien años de antigüedad. Valorados como parte integrante del patrimonio cultural de Londres, fueron construidos a finales del siglo XIX –la época de la reina Victoria– o bien a principios del siglo XX. Por eso algunos espectadores acostumbran llegar temprano para apreciar sus estilos arquitectónicos, que van desde el neogótico al art deco, pasando por el barroco, el neoclásico o el neorrenacimiento francés.

Estas venerables salas, decoradas con gran fantasía –algunas evocan palacios moriscos o hindúes– fueron diseñadas por personalidades de la arquitectura inglesa como Bertie Crewe (hizo los edificios del Lyceum, Phoenix, Piccadilly, Royal Court, Shaftesbury); Walter Emden ( Duke of York, Garrick); Frank Matcham (Coliseum, London Palladium, Victoria Palace, Hackney Empire, Richmond); Charles Phipps (Lyric, Vaudeville); William Sprague (Albery, Aldwych, Gielgud, Ambassadors, Queen’s, St. Martin’s, Wyndhams); Edward Stone (Whitehall, Prince Edward) y Thomas Verity (Criterion, Comedy). Todos tienen el encanto de las damas antiguas, pero sus boleterías disponen de la tecnología más moderna. Están conectadas a Internet para comprar las butacas preferidas que, por cierto, no son baratas. La platea para ver una comedia musical –ahora es el género teatral más convocante– puede costar 150 dólares. Existen además varias agencias especializadas que hacen reservas a pedido, con un recargo en el precio final.

Tradiciones y renombre
A lo largo del tiempo, en Londres estrenaron autores de la talla de George Bernard Shaw, Oscar Wilde y Harold Pinter, sin olvidar a celebridades de la comedia musical como el dúo que formaban Gilbert & Sullivan, o más tarde Tim Rice y Andrew Lloyd Webber, entre otros. Aquí actuaron John Gielgud y Laurence Olivier, entre muchos otros grandes intérpretes. Esa magia persiste, ahora con estrellas de Hollywood que añoran las tablas, o con actrices como la argentina Elena Roger, que en 2006 hizo el rol protagónico en Evita .

Son varias las salas con prosapia. Por caso, el imponente teatro Royal Drury Lane es de 1812 y se remodeló en 1922. Es la cuarta sala construida en este mismo sitio, la primera se abrió en 1663. En distintas épocas actuaron allí grandes actores, como David Garrick, Edmund Kean, Henry Irving y Ellen Terry. Fue el escenario elegido para estrenar clásicos como La escuela del escándalo , de Sheridan (1777) y comedias musicales como My Fair Lady (1958) o Miss Saigon (1989).

Desde ya que Shakespeare tiene su teatro: es el Shakespeare’s Globe , cuyo nombre y arquitectura se inspiran en The Globe, la sala original –incendiada en 1613– donde el autor de Hamlet estrenaba sus obras. Se abrió al público en 1997 por iniciativa del actor estadounidense Sam Wanamaker y permite apreciar los textos en un escenario típicamente isabelino: con los actores jugando sus personajes en un proscenio adelantado hacia el público –que es alentado a participar– y poca escenografía, como en tiempos de Shakespeare. Además la Royal Shakespeare Company, cuya sede está en Stratford, continuamente presenta obras en distintas salas londinenses. Por cierto, en Londres no faltan modernas salas oficiales, como el Barbican o el National Theatre, nacido en 1963 bajo la dirección de Laurence Olivier, donde se han estrenado obras célebres de autores contemporáneos, por caso, Amadeus de Peter Shaffer.

Itinerario con fantasmas
Los londinenses hablan de Theatreland para referirse al barrio de los teatros ubicados en el West End. Hay todo tipo de visitas guiadas, con itinerarios por el corazón del barrio, esto es, por Shaftesbury Avenue, Haymarket, West Street, Strand y los alrededores del viejo mercado de Covent Garden.

La visita más tradicional, Theatreland Walking Tours, está organizada por la Society of London Theatre: dura más de dos horas y se hace los domingos, es tan popular que conviene reservar sitio por correo (walkingtours@solttma.uk). Otro paseo, diseñado para descubrir fantasmas del barrio, es The West End Ghost Walk (www.walks.com). Pero si la idea es caminar tranquilo y por cuenta propia, lo ideal es arrancar en la zona de Covent Garden, más precisamente en la iglesia de los actores, Saint Paul . En el pórtico de ese templo se sitúa la primera escena de Pygmalion –la famosa obra de Shaw– y se entiende, porque muy cerca funcionaba el mercado de Covent Garden , hoy reciclado con tiendas y restaurantes. El edificio de la Royal Opera House está a pocos metros. Las calles cercanas llevan el nombre de actores y productores teatrales de todos los tiempos, como Garrick, Irving y Kean, entre otros.

Es imperdible una visita a la tienda Benjamin Pollock Toyshop, (ubicada en 44 The Market) que desde 1880 vende teatros en pequeña escala, muñecos y títeres. Más allá, cerca de Leicester Square, está The Witch Ball (2 Cecil Court) otra tienda que sorprende con su colección de afiches, ilustraciones y programas de mano.

No faltan libros en las tiendas de ciertos teatros del barrio, como el National Theatre o el Royal Court . También hay librerías especializadas, como Offstage Theatre and Film Bookshop (34 Tavistock Street) o la tradicional Foyles ( 113 Charing Cross Road). Es muy útil la guía de Richard Andrews, The London’s Theatre Guide , que incluye diagramas de las grandes salas –un dato práctico a la hora de elegir las butacas– además de breves historias de estos teatros.

Quienes quieran llevarse un recuerdo de la arquitectura de las salas más importantes, lo encontrarán en London’s Theatres, un libro de Mike Kilburn y Alberto Arzoz con espléndidas fotos. Y aquellos entusiastas de las historias de fantasmas relacionados con el ambiente teatral, las podrán leer en Haunted West End Theatres, de Ian Shillito y Becky Walsh. Por caso, está la leyenda del actor William Terris, que en 1897 fue asesinado por su colega Richard Archer frente al teatro Adelphi, en fin, parece que su fantasma pasea por los alrededores.

En Londres también los taxistas son buenos espectadores. Se cuenta que una apurada pareja olvidó dar una propina cuando iba a ver The Mousetrap (“La ratonera”), la obra policial de Agatha Christie que sigue representándose en el West End desde 1952. Molesto por el olvido, el taxista no dudó en revelar el nombre del asesino.

Como sea, si la obra elegida es interesante y los intérpretes son talentosos, al menos durante dos horas será posible viajar a otro mundo, el de la ilusión teatral.



MINIGUIA

Dónde informarse
www.visitlondon.com
www.officiallondontheatre.uk
www.nationaltheatre.org.uk
www.shakespearesglobe.com
www.rsc.org.uk

PANAMA: Panama: Sabor tropical entre rascacielos, historia y mar

Sabor tropical entre rascacielos, historia y mar

A orillas del océano Pacífico, la ciudad ha florecido en los últimos años gracias a importantes proyectos inmobiliarios y modernos hoteles. El festival de cine, la arquitectura típica colonial y las playas cercanas.

Un recorrido entre los modernos edificios que une Punta Paitilla con el Casco Antiguo. Ofrece amplios espacios verdes, una ciclovía y excelentes panorámicas de la bahía.

Sabor. Es la palabra que resuena como un mantra al recorrer la Ciudad de Panamá. No sólo por las propiedades de su vasta gastronomía que ofrece un banquete al sentido del gusto. Es también por ese cambio repentino y benefactor que producen en el ánimo el colorido Casco Antiguo, la mezcla de aromas de los mercados, la salsa que replica a todo volumen desde los automóviles y el acento cadencioso de los panameños, tan alegre como el acordeón de sus cumbias.

En el golfo de Panamá de cara al océano Pacífico, la ciudad es una síntesis del país. Visitarla es como haber viajado por todas sus provincias. Las amplias casonas y los adoquines dan cuenta del fuerte dominio ejercido por España en el istmo, pero a pocas calles se alza una urbe digna del siglo XXI, cuyos rascacielos tienen diseño de autor. Basta doblar una esquina para hallar un rincón selvático, donde surge un distinguido restaurante cobijado por altísimos árboles de plátano o seguir la pista de un dulzón aroma penetrante hasta descubrir docenas de mangos maduros esparcidos en soberbios jardines. La ilusión de jungla se esfuma a pocos pasos en el centro financiero y comercial, próximo al mar que lleva a cercanas islas espléndidas.

En la última década la capital panameña se transformó de modo sideral: florecieron proyectos inmobiliarios, hoteles, restaurantes y turistas, ávidos de conocer la ciudad y su vibrante vida cultural antes de partir hacia distintos puntos del país. Quien transite sus calles descubrirá atributos que destierran la idea que injustamente la ha definido como un mero lugar de paso hacia otros horizontes.

Más que un puente
Panamá es la más cosmopolita de todas las ciudades de Centroamérica. Ello se debe indudablemente al canal, ese prodigio de la ingeniería inaugurado en 1914 por el cual el país devino en “el puente del mundo” y que este año celebra su centenario (ver El Canal de Panamá...). Para su construcción llegaron inmigrantes del Caribe, China, Africa, India y Europa quienes propiciaron un extraordinario crisol de culturas. Al caminar por la capital panameña es habitual escuchar vocablos en inglés con acento caribeño, árabe, francés, hindi y kuna, el idioma de una de las ocho etnias locales que sobrevivieron a la aniquilación de la conquista.

Turistas adinerados, mochileros y aquellos con vocación eco-chic llegan a diario a la ciudad que cumple las expectativas de cada segmento. Si buscan modernos hoteles cinco estrellas deberán ir al centro, donde el Trump Ocean Club se destaca por su silueta de vela de yate en plena bahía. Sin embargo, el área del casco antiguo –o San Felipe, designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco– es el mejor lugar para hospedarse ya que posee alojamientos de lujo, boutique y muy buenas opciones económicas.

Vivir durante algunos días en esa zona es un prodigio. La ecléctica mezcla de arquitectura colonial, neoclásica y francesa hace que se parezca un poco a Cartagena o Nueva Orleans, aunque tiene algo que la hace única: la mezcla de casonas señoriales recién pintadas de colores pastel, sofisticadas tiendas de artesanías y los tan coloridos como modestos bares que se vuelven irresistibles cuando algún mozo de sonrisa blanquísima se acerca a la entrada y pregunta al transeúnte: “¿Qué se le ofrece, mi amor?”.

El Casco Antiguo está en una pequeña península rodeada de arrecifes rocosos: desde el otro extremo de la bahía es observado por las torres de más de 200 metros de altura de Panama City, la metrópoli moderna y centro financiero del país. En aquel apéndice que mira al mar fue refundada la Ciudad de Panamá en 1673 ya que los españoles consideraban al lugar más seguro y fácil de defender. La primera fundación había tenido lugar en 1519, en una aldea de pescadores, unos 8 kilómetros hacia el este, desde donde se trasladaba el oro de las colonias españolas del Pacífico a través del Camino Real hacia las del Caribe. La ruta no tardó en ser descubierta por el pirata inglés Henry Morgan quien encabezó varios ataques a través de los años hasta que en 1671 el asentamiento terminó saqueado y destruido. Sus ruinas de piedra siguen en pie y se convirtieron en un sitio arqueológico conocido como Panamá La Vieja.

El mejor modo de organizar distintas salidas a pie por el casco es partiendo desde sus cinco plazas: Francia, Independencia, Herrera, Bolívar y Santa Ana. Alrededor de cada una de ellas se concentran museos, iglesias, dependencias oficiales y edificios históricos. Entre las visitas obligadas están el Museo del Canal Interoceánico, que fue sede administrativa de las obras de ese corredor comercial y desde 1996 exhibe documentos de su historia y hasta objetos de sus trabajadores, rescatados en nuevas excavaciones. Otro imperdible es el Teatro Nacional, ubicado en el antiguo solar de las monjas de la Concepción, en diagonal a la Plaza Bolívar. Su fachada neoclásica, compuesta por seis arcadas coronadas, fue concebida por el arquitecto italiano Genaro Ruggeri en 1898 y recién el 1 de octubre de 1908 se inauguró la grilla artística con la ópera “Aída”, de Giuseppe Verdi. Hoy se puede ver desde ballet y ópera hasta asistir a conciertos de pop y espectáculos de stand up. Además, desde 2012 alberga al novel Festival Internacional de Cine (IFF Panama), por el que el mundo volvió a dirigir su mirada al país centroamericano.

Un buen modo de culminar las rondas por el caso es visitar el Mercado del Marisco, en la Cinta Costera. Desde que despunta el sol, cada mañana, los puesteros comienzan a vender la pesca del día. Pero también es el mejor lugar (y el más económico) para probar todo tipo de productos de mar. Sobre el mercado hay restaurantes pequeños para sentarse a almorzar, con una vista panorámica del casco. El mejor ceviche está allí.

Para recorridos que incluyan otras áreas de la capital panameña se puede optar por un pintoresco paseo en tranvía que parte del casco, va a Panamá Viejo, a las esclusas de Miraflores del canal y ofrece una vista de la ciudad moderna por la circunvalación de la costa de la bahía. Otra posibilidad es tomar el Aquabus: un bus “anfibio” que parte del Pasillo del Delfín del Albrook Mall –el shopping más impresionante de la ciudad, en el Corredor Norte, a diez minutos del Aeropuerto Internacional de Tocumen– se dirige hacia la Calzada de Amador o “Causeway” –vía que conecta la parte continental con cuatro islas del Pacífico– donde se lanza al agua en la Playita de Amador. La travesía ofrece las mejores vistas del canal, del Puente de las Américas y de los barcos que esperan para atravesar la vía interoceánica. Al regresar a tierra firme, el Aquabus se dirige al Casco Antiguo, toma la Cinta Costera y culmina el viaje en el antiguo Club de Yates y Pesca, donde vuelve al agua por última vez.

A puro color
El desarrollo en Panama City es inagotable. Y a la par del crecimiento de los imponentes rascacielos y los centros de compras se percibe la vitalidad de las manifestaciones culturales, que no se limitan a las galerías privadas o a los museos, si bien hay muchos: de Historia, de Ciencias Naturales, de Antropología, de Arte Contemporáneo y de Biodiversidad. El arte se palpita a cielo abierto a través de esculturas que cuelgan de balcones, artesanías de las etnias locales expuestas en las plazas, murales y grafitis.

En el Casco Antiguo, que aún tiene zonas en remodelación, es común la proliferación de murales, grafitis y tags (firmas) que no sólo aportan color a sitios y paredes que parecían olvidadas sino que son un reflejo de la sociedad: mensajes políticos, ironías, opiniones y ofrendas amorosas permiten conocer qué piensan y sienten los panameños. Estas intervenciones visuales hablan, además, de un profundo interés por el arte. La calidad y el detalle de las pinturas es sorprendente. Más impactante aún es comprobar que, 24 horas más tarde, un mural se ha convertido en lienzo para uno nuevo.

Pinturas de mujeres pulposas y coloridas, rodeadas siempre de flores y criaturas de la naturaleza, llaman la atención en paredes y puertas en distintos puntos del casco. Son conocidas como las “Mamis”, símbolo de la mujer panameña pero también de la biodiversidad de esa tierra. Llevan la firma de Rolando De Sedas, quien define su trabajo como street art. Sus figuras sensuales fueron estampadas en telas y llegaron ya al mundo de la moda. En la misma línea se inscriben los peces y diablillos multicolores de Jovana De Obaldía, quien exportó sus criaturas a Buenos Aires (pueden verse en muros de los barrios de Boedo, Villa Urquiza, Belgrano y Palermo). Su serie de trazos geométricos remite a las molas, una forma de arte textil con paños superpuestos, elaborada por las mujeres de la etnia Guna y que se consiguen en la plaza Independencia, frente a la Catedral.

Un muro solitario que probablemente sea derrumbado homenajea a los gatos que deambulan por el casco. Distintos artistas urbanos (Arito, Martanoemi y Sumo) se unieron en una intervención conjunta para pintar versiones de los felinos, alimentados por los pescadores en las cercanías del puerto. También los grafitis, espontáneos y anónimos, son reemplazados por otros en cuestión de horas. Sus autores suelen elegir superficies blancas para lanzar consignas, reflexiones o simples preguntas (“¿Engañas al mar?”) que invitan a detenerse para tomar una foto.

La Bienal del Sur, que concentra propuestas artísticas multidisciplinarias internacionales, tampoco se ciñe a las salas de exhibición. En la edición 2013, el grupo de artistas español Boa Mistura plasmó sus trazos y colores en un edificio del popular barrio El Chorrillo a través del proyecto colectivo “Somos Luz”, en el que participaron sus habitantes.

Por otro lado, desde 2012, la ciudad ve peregrinar cada abril a cientos de devotos del cine que recorren sus calles, pueblan los bares y restaurantes y contratan excursiones. Para los panameños, en general más aficionados al teatro, la creación del festival de cine significó la posibilidad de ver cintas de todos los continentes e, incluso, despertó curiosidad la muy interesante producción local. La muestra le otorgó una nueva visibilidad al país y generó un boom turístico. Tal difusión alertó a los productores de la industria cinematográfica de todo el mundo sobre la diversidad de paisajes increíbles de Panamá, que ya son requeridos como locaciones de rodaje.

Al alcance de la mano
Una de las ventajas de la capital panameña es que pueden visitarse distintos sitios cercanos y regresar en el día, justo para la cena. Una de las excursiones más lindas permite recorrer, en sólo una hora, los cambiantes paisajes que llevan desde el Pacífico hasta el Caribe para conocer la llamada “Panamá negra”, donde habitan los descendientes de los esclavos africanos que fueron llevados al país por los españoles. El primer alto es en la ciudad de Colón –zona de compras libre de impuestos–, principal puerto mercantil, ubicada en la entrada del canal. Cerca están la esclusa del lago Gatún y la histórica Portobelo, así bautizada por Cristóbal Colón en 1502, cuando arribó a esas costas en su cuarto y último viaje a América. De hecho, en las prístinas playas del homónimo Parque Nacional, casi 35 mil ha que protegen arrecifes de coral y el bosque costero, fue rodada la película “1492: la conquista del paraíso” (1992), de Ridley Scott. Durante los siglos XVI y XVII fue el puerto más rico de la ruta entre España y América, por lo que estuvo en la mira de todos los piratas que rondaron el Caribe. Para protegerla se construyó el Fuerte San Lorenzo, otro inmenso bastión español atacado por Henry Morgan del que pueden visitarse sus ruinas. La ciudad hoy es famosa por la imagen del Cristo Negro de la iglesia San Juan de Dios, que motiva una fiesta popular cada 21 de octubre.

La población, alegre y conversadora, se dedica mayormente a la pesca: en la zona se degustan las mejores langostas de Panamá, con arroz y plátanos fritos. Portobelo es encantadora porque aún subsisten los sistemas de creencias y ritos africanos que dan lugar a celebraciones únicas, como el baile de la conga. En la cercana localidad de Costa Arriba, que mira al mar Caribe, se celebran danzas colectivas animadas por tambores para honrar a los ancestros que se libraron de la esclavitud.

Para dejarse tentar por el llamado de la selva no hace falta alejarse de la capital panameña. A 40 minutos, en el Parque Nacional Soberanía, está el Centro de Descubrimiento de la Selva Tropical, un lugar de privilegio para la observación de aves: hay 385 especies, además de osos hormigueros, monos y coloridas mariposas gigantes.

Sol y playa
Estar en Panamá y no disfrutar de sus playas es un real pecado. Sin necesidad de recorrer grandes distancias, hay varias posibilidades. La más cercana, a 20 km, es la Isla Taboga, conocida con el mote de “Isla de las Flores” ya que posee una variedad infinita de especies tropicales que florecen durante todo el año. Su fama es tal que en 1887 hasta allí llegó en busca de inspiración el pintor Paul Gauguin antes de partir hacia Martinica.

Otra posibilidad es el archipiélago Las Perlas, al que ponen proa los yates privados que parten desde el muelle del lujoso hotel de Donald Trump. A no desesperar: se puede ir en ferry hasta las islas Contadora y Del Rey, las más importantes del grupo de 39 que también incluye 100 islotes, en su mayoría deshabitados, en pleno corazón del golfo de Panamá. Sus playas de arenas finísimas y blancas son tan célebres como sus perlas –de ahí el nombre– que, se dice, eran muy abundantes durante el período de dominio español. En estos lares se halló la admirada Perla Peregrina, que fue propiedad del rey Felipe II de España y en el siglo XX pasó a manos de Elizabeth Taylor.

Los aventureros eligen el archipiélago de San Blas. Está en la costa caribeña y es buena decisión pasar una noche en algunas de las 300 islas Kuna Yala –prístinas, repletas de palmeras y caracoles gigantes–, administradas por familias de la etnia Guna. Se trata de un gobierno independiente, así que cada turista debe presentar su pasaporte al llegar. El viaje incluye un trayecto en 4x4 de 3 horas hasta la costa del Caribe –el camino es estrecho, empinado y con curvas pronunciadas– y el traslado en ferry hasta la isla elegida. Debe tenerse en cuenta que es una propuesta muy agreste, ya que las islas no tienen comodidades y son muy pequeñas: en general, no se demora más diez minutos en caminar de un extremo a otro. La sensación de saberse diminuto en medio del mar es inquietante, pero tomando la precaución de llevar provisiones, la experiencia de bucear en aguas trasparentes y dormir en una hamaca amarrada a dos palmeras es incomparable.

Bocinas y ceviche
El sonido estridente de las bocinas recibe de regreso a Panamá City. Los permanentes bocinazos conforman un particular modo de comunicación entre los lugareños: se usa para pedir pase de carril, para saludarse o para piropear a las señoritas. Ese fondo “musical” es tan típico de la ciudad como los entrañables Diablos Rojos, los antiguos school bus amarillos pintados de colores estridentes que circulan a toda velocidad por las calles. Para evitar el tránsito infernal, lo ideal es salir a cenar poco antes de las 20. Si la idea es probar platos panameños, el ceviche de corvina del restaurante Tinajas, en el distrito de Bella Vista, es recomendable. En la misma línea, Diablicos, en el casco antiguo, tiene el típico arroz con guandú y guacho de mariscos (especie de cazuela con arroz especiado). También hay, claro, restaurantes de comida internacional: italiana, francesa, india, japonesa, libanesa y la típica parrilla argentina. Muchos están en el Causeway, donde se puede cenar frente al amarradero de yates con vista al mar.

Si aún quedan energías, la vida nocturna es muy animada, especialmente los viernes y sábados, días de parranda. Es inconcebible dejar el salón de baile “Habana Panamá” sin haber aprendido los pasos básicos de la salsa. Aún teniendo en cuenta que no es fácil desplazarse cuando todo el mundo se lanza a la pista en dulce montón. Hay varios clubes y bares en el distrito Bella Vista donde se puede escuchar de todo, desde el local Rubén Blades, pasando por Christina Aguilera, hasta el metálico reggaeton.

Las noches de tragos también son interesantes. Los que preparan los bartenders del hotel Las Clementinas no tienen comparación. Pueden ser el inicio de una velada que culmine, por ejemplo, en Tántalo, un rooftop bar que ofrece la mejor vista panorámica de la ciudad y el único mojito zen, el Zen-Jito: lleva gin, jugo de lima, cúrcuma, jengibre y hierbabuena. Por supuesto, hay opciones más recargadas. Los locales insistirán en ofrecer el muy típico seco , aguardiente panameño destilado de la caña de azúcar. Mezclado con pulpa de maracujá es un elixir, pero puro es una bomba. Los panameños juran por la Virgen de la Antigua que tomar varias copitas de esa bebida es el secreto para no tener resaca. Es picante, estimulante y fresca. Sin duda, el sabor de Panamá.



MINIGUIA

Qué hacer
Compras: hay malls como el Metro Mall y el Multiplaza con marcas internacionales, electrónicos a buenos precios y ropa de marcas locales muy convenientes (percheros de US$ 1 o US$ 2 la prenda).
Recorrer la ciudad de Panamá y alrededores en el Tranviatour cuesta US$ 30 (reservas@tranviatour.com.pa). Aquabus: US$ 45 adultos y US$ 35 niños (aquabus@pmatours.net).
Panamá Rainforest Discovery Center: todos los dias de 6 a 16. Antes de las 10, la entrada cuesta US$ 30 y a partir de esa hora, US$ 20.
Para ir a Colón y Portobelo parten buses desde la terminal de Albrook. Ida, US$ 3,15. Ferrocarril desde la terminal de Corozal, US$ 44 ida y vuelta. Taxis y microbuses por US$ 60 ida y vuelta.
Isla Taboga: con la compañía de barcos Calypso. El viaje dura una hora y cuesta US$ 14 ida y vuelta adultos y US$ 9,50 niños (barcoscalpsoqueen@hotmail.com).
Los ferrys de Nativa Tours van a Isla Contadora, en el archipiélago de Las Perlas. La excursion dura de 8 a 17 y la tarifa es de US$ 120 i/v (pelas@nativatours.com).
El viaje al archipiélago de San Blas puede hacerse en avión bimotor desde el aeropuerto Marcos A. Gelabert en Albrook hasta la Isla El Porvenir, en la Comarca, donde espera el personal de Viajes San Blas. Air Panamá vuela por US$ 84 i/v; el viaje dura 30 minutos (www.airpanama.com). Traslado en 4x4 desde Ciudad de Panamá hasta Carti, en el Caribe, US$ 50 ida y vuelta por persona; traslado marítimo hasta las islas, US$ 20 ida y vuelta por persona (info@viajessanblas.com).

Atención
Clima. Caluroso y húmedo (temperatura promedio entre 27°C y 33°C). Llevar abrigo liviano al visitar museos, cines, shoppings y restaurantes, donde el aire acondicionado está debajo de los 18°C. Llevar paraguas, los chubascos sorprenden en cualquier momento.
Excursiones a las islas. Llevar sombrero, pantalla solar y calzado de trekking.
Taxis. Negociar previamente con el conductor la tarifa de ida y vuelta, y abonar al final del viaje.

Dónde informarse
Autoridad de Turismo de Panamá: www.atp.gob.pa
Embajada de Panamá en Bs. As.: Av. Santa Fe 1461, 1°, tel. 4811-1254
www.embajadadepanama.com.ar
www.visitpanama.com

QATAR: DOHA: una ventana al Medio Oriente

Doha, una ventana al Medio Oriente

Dos días para disfrutar los encantos de la ciudad, a orillas del Golfo Pérsico. Rascacielos de arquitectura deslumbrante, cría de caballos árabes, museos y coloridos mercados.


Doha es una ciudad ideal para realizar una escala por un par de días y luego seguir camino a otros países más lejanos, como los del sudeste asiático / AFP.

Como los europeos que en el siglo XIII se aventuraban por la Ruta de la Seda, son muchos los viajeros argentinos que se lanzan al sudeste asiático, a China, a la India o a otros sitios remotos, más allá del océano Indico. Hoy, igual que antiguamente, el objetivo puede ser identificar el paraíso terrenal, establecer contactos comerciales, seguir el llamado de una voz interior o pasar unas regias vacaciones llenas de exotismo. La tendencia no es nueva y parece consolidarse, a pesar de las enormes distancias a recorrer. Se dice que Odorico de Pordenone, a comienzos del siglo XIV, tardó doce años en ir y volver, desde el norte de Italia hasta la actual Beijing, pasando por Constantinopla, Azerbaijan, Persia, y volviendo por Sumatra e India. Por supuesto que hoy hemos logrado reducir la tardanza, pero quienes iniciamos uno de estos viajes en Buenos Aires tenemos, como mínimo, unas veinte horas de vuelo que nos separan de nuestro destino. Algunos, los más afortunados, podrán hacer su periplo en clase Ejecutiva; otros gozan de una resistencia física a prueba de contracturas y descompensaciones. Para todos los demás, la mejor opción es planificar –como ya hacía Marco Polo– alguna parada intermedia, que permita recuperar fuerzas, distrayendo los efectos del jet lag, y que –de paso– nos revele otro paisaje maravilloso, otra cultura desconocida.

Doha, la capital de Qatar, cumple a la perfección el doble propósito: relax y revelación.

Experiencias desde el aeropuerto
El moderno aeropuerto de la ciudad –que en el curso de 2014 quedará opacado, al inaugurarse el fascinante Nuevo Aeropuerto de Doha– conecta el Occidente del cual partimos con el Cercano, el Medio y el Lejano Oriente. Situado en el centro del Golfo Pérsico, es una puerta que se abre a la cultura árabe. Doha tiene, en este sentido, la ventaja de ofrecer al visitante la percepción de la vida, la historia y las costumbres islámicas en un estado de conservación de grado intermedio entre la manifiesta occidentalización que se percibe en Dubai (Emiratos Arabes Unidos) y la impenetrable ortodoxia de Riad (en Arabia Saudita).

En la capital de Qatar, la mayoría de habitantes extranjeros –en una población de 2 millones, se calcula que 1,7 son migrantes– y la apabullante potencia de la industria de la construcción y la arquitectura de vanguardia no han logrado desdibujar las raíces árabes; una exclusiva marca de diferenciación y de pertenencia que, por otra parte, el país y los Al Thani, la familia gobernante –dueña de prácticamente todo en Qatar– cuidan celosamente.

¿Cómo aprovechar al máximo, entonces, una parada de un par de días en Doha? Veamos algunas posibilidades.

Excepto en enero y marzo –cuando la temperatura máxima oscila entre 22ºC y 25ºC– el calor tórrido manda en la ciudad; es por eso que la actividad comienza muy temprano. A las 8 nos ponemos en marcha hacia Al Wakrah, localidad vecina, a 12 kilómetros de la capital, que conserva la fisonomía que presentaba antiguamente toda la zona costera de Qatar. Al Wakrah era una aldea de pescadores y recolectores de perlas, de cuyos muelles siguen partiendo a diario las barcazas de madera. Luego de verlas internarse en el mar, se pueden recorrer la rambla (“Corniche”) y los principales edificios: el Museo, la Gran Mezquita y el Fuerte, con su antiguo castillo restaurado. Es una manera de conectarse con el pasado reciente de un país que pasó de basar su economía en la pesca y el negocio de las perlas a ser una potencia mundial por sus reservas de petróleo y gas.

Luego de tomar algo fresco a orillas del Golfo, retomamos el camino a Doha, para detenernos en el sector sudoeste. En la zona de Ar Rayyan, que alberga la Ciudad de la Educación (sede de once universidades europeas, asiáticas y norteamericanas), encontramos el modernísimo Club Ecuestre y, a pocos metros, el haras Al Shaqab.

Ingresamos al haras, fundado en 1992 sobre el predio en el que los beduinos libraron, hace más de un siglo, la batalla de Al Shaqab, propiciando la independencia de Qatar. “Haras” es, quizás, un término equívoco que no llega a expresar la magnificencia de esta empresa: se trata de una de las más selectas instituciones educativas del país, que se ha propuesto “ser líder mundial en la preservación, cría y promoción del caballo árabe, con los estándares más altos en lo que hace a la cría, al bienestar equino y al desarrollo de las artes ecuestres”. El tour por los establos en los que viven los caballos de más alto pedigree y por el increíble spa, con espacio de ejercitación mecanizado, y pileta de natación y recreación para los equinos –todo provisto de sistema de aire acondicionado–, nos deja atónitos. Afuera, los seres humanos llevan a cabo sus tareas a no menos de 42 grados centígrados.

Entre los cuidadores de caballos, un hombre septuagenario con su kufiyya blanca sobre la cabeza, acaricia un bello ejemplar gris perla y le susurra algo al oído. “El es el jefe de los instructores de la academia de equitación; fue quien le enseñó a cabalgar al actual emir”, nos explica en francés nuestra guía argelina. Luego de ver el doble estadio, uno techado, otro abierto, donde se realizan los shows de salto y dressage y las carreras, el director de Al Shaqab, Fahad Saad Al Qahtani, nos explica: “Históricamente los árabes dependimos de los caballos para nuestra supervivencia; en el pasado ellos eran como un miembro más de la familia. Nuestra idea ha sido traer a los caballos –seres inteligentes, apasionados, valientes, leales– de regreso a su hogar”. Antes de dirigir Al Shaqab, Fahad era la cabeza de la compañía petrolera del emirato. “Podría haber seguido haciendo dinero allí –dice– pero esto me permite desarrollar nuestras ideas sobre la educación de los jóvenes en otro nivel”.

Por supuesto, los jóvenes a los que se refiere Fahad son los qataríes. Stéfphane Carré de Malberg, la parisina directora de Relaciones Públicas del hotel Four Seasons, me dice que los extranjeros como ella o sus hijas difícilmente consiguen vacante en la academia. Todos pueden presenciar, sin embargo, las carreras que se llevan a cabo todos los miércoles y jueves a partir de las 16 en el Club Ecuestre. Hay espectáculos gratuitos y otros por los que se pagan entradas que van desde los 100 riyales (28 dólares).

El arte en todas sus formas
No muy lejos de aquí se encuentra el Mathaf, el Museo Arabe de Arte Moderno, que tiene un muy interesante catálogo de artistas de la región. Sin embargo, el museo más atractivo de Doha es el maravilloso Museo de Arte Islámico, impulsado por la célebre Sheika Moza, segunda esposa del antiguo emir (quien abdicó en junio pasado) y madre del actual emir. Ubicado a orillas del mar, en el centro de la ciudad, el Museo de Arte Islámico deslumbra como pieza arquitectónica y por su fantástica colección de cerámicas, orfebrería, tapices, pinturas y esculturas de todo el islam. Su fachada, inspirada en una antiquísima mezquita egipcia, imita en su cúpula los ojos pícaros de una mujer asomando a través de su nikab . El hall central del museo reproduce figuras geométricas que parecen girar a nuestro paso, como haciéndonos formar parte de un brillante caleidoscopio. Vale la pena recorrer el segundo piso, que propone una visión panorámica de la historia del arte islámico. En el primer piso, nos deslumbran antiguos manuscritos del Corán y piezas de singular valor para la historia de la ciencia. En la planta baja, el ventanal del café del Museo ofrece una de las vistas más hermosas del perfil de la ciudad, recortado sobre las aguas del Golfo Pérsico. Allí se puede hacer una pausa y tomar un delicioso jugo exprimido con un bocadito árabe por 13 riyales (3,5 dólares).

Desde el Museo, ya por la tarde, es ideal encarar una corta caminata hasta los muelles pesqueros del centro y, desde allí, hasta el mercado Souq Waqif. Reconstruido hace una década, con la forma y espíritu del que se levantaba en este rincón desde el siglo XVIII, el Souq Waqif reúne las tiendas folclóricas. Mientras que las grandes marcas internacionales montan sus grandes locales en los amplísimos shoppings de Doha, aquí tiene lugar todo el comercio de vestimenta típica (tanto la que usan los hombres y mujeres qataríes como las de paquistaníes e hindúes, mucho más coloridas), especias, algunos alimentos, viejos cacharros y animales silvestres o salvajes. En las calles del mercado los hombres fuman en sus pipas de agua ( shishas ); las mujeres regatean en voz inaudible. Vemos a la venta desde cotorras hasta halcones, como los que lucen sobre el hombro los aristócratas o miembros de la realeza qatarí que pasean, ostentosos. En el Souq Waqif también se concentran hoteles y restaurantes, que sirven porciones muy generosas de las delicias regionales. Aquí podemos cenar rodeados de color local. El precio promedio de una comida abundante es de 65 riyales (18 dólares), sin alcohol, que sólo se vende dentro de las grandes cadenas de hoteles.

Si todavía quedan fuerzas después del postre, estamos a pocos pasos de la Corniche, la rambla junto al Golfo: el sitio ideal para dar un paseo nocturno. De un lado veremos el mar calmo. Del otro, las torres del centro. Un rato más tarde, divertidas siluetas iluminadas por destellos multicolores.

Doha no tiene tantos rascacielos como Hong Kong o Dubai, pero sus torres –se dice– son más pintorescas. Desde hace décadas, son los “starchitects” (arquitectos estrella) los que dan la fisonomía al distrito céntrico. Toda la ciudad, de hecho, está en construcción, en efervescencia urbanística. La obra mayor, sin embargo, se realizará fuera del centro: se trata del conjunto de estadios para el Mundial de Fútbol del 2022, que han sido encargados al estudio del arquitecto alemán Albert Speer Jr., hijo de Albert Speer, ministro de armamento de Hitler, que tuvo a su cargo la planificación de una nueva capital que reemplazara a Berlín (iba a llamarse Germania). En 2012, Albert Speer & Partners –un estudio que funda su labor en la idea de “sustentabilidad”– presentó en Doha un ambicioso proyecto de tres inmensos estadios refrigerados por medio de energía solar y desmontables.

Las playas del centro
Nuestra segunda jornada en Doha puede comenzar recorriendo Katara, la playa céntrica, al noreste de Doha. Es preciso recordar que en las playas públicas de Qatar las mujeres toman sol y se bañan con la misma indumentaria completamente negra que las cubre día y noche, de la cabeza a los tobillos. Los hombres, en cambio, se tumban en las reposeras con shorts como los que se ven en Mar del Plata. Si bien no hay una penalidad establecida por la autoridad local, es más que recomendable seguir la costumbre local para evitar un mal rato. Las mujeres occidentales que quieran tomar sol en malla lo hacen en las playas privadas de clubes y grandes hoteles, como el Sheraton, Four Seasons o el Intercontinental (que ostenta la playa privada más ancha de la ciudad). Allí se puede ingresar pagando una tarifa diaria que va de los 125 a los 325 riyales (28 a 87 dólares). Las aguas son mansas y cálidas, y las arenas blancas. La placidez es tal que resultará difícil levantarse de la mecedora, pero aún queda mucho por recorrer.

En la misma línea de Katara, en dirección noreste, aparece a la vista la Aldea Cultural, que alberga un conjunto de lujosas edificaciones (anfiteatro, Opera House, la majestuosa Mezquita de Katara, donada a Doha por la ciudad de Estambul, dos inmensos palomares). En ella funcionan el Doha Film Institute –con sus proyecciones diarias y sus festivales anuales—, la Sociedad de Fotografía de Qatar, la Galería de la Autoridad Nacional de Museos, la Academia de Música –sede de la Orquesta Filarmónica– y varios distinguidos cafés. Allí también tiene su sede y su planta de transmisión la cadena de noticias árabe Al Jazeera. A un kilómetro de Katara, se alza The Pearl, gigantesco emprendimiento inmobiliario; casi una ciudad artificial, confeccionada sobre las aguas del golfo, formada por una decena de islotes privados y una vasta zona que combina residencias privadas y paseo público. En el extremo norte de The Pearl, los arquitectos han reproducido una imagen de Venecia: con canales de agua tibia, flamantes palacios que remedan a los de los siglos XVII y XVIII, y profusión de lujosos comercios y restaurantes. Allí se puede almorzar algo liviano, mientras vemos mezclarse las góndolas y los fastuosos veleros; las bolsas de Louis Vuitton y las mujeres cubiertas por la burka.

Por la tarde, a unos 20 km (45 minutos de viaje en auto, por Dukhan Road) del centro, en dirección sudoeste, en Al Shahaniya, se pueden presenciar las tradicionales carreras de camellos. Al estadio, rodeado de establos y corrales, se accede con el propio vehículo (es decir, con el auto alquilado, o con el vehículo del tour que nos lleva hasta allí), que se estaciona –en marcha– al pie de la pista. En algunas ocasiones, los vehículos de los espectadores recorren el contorno exterior de la pista, a la par de los animales. Las compañías de turismo aclaran que, a iniciativa de la autoridad qatarí, en los últimos años se “limpió” la honorabilidad de este deporte reemplazando a los jóvenes jinetes de antaño con robots a control remoto. Sin embargo, las competencias entre beduinos siguen realizándose con jinetes de carne y hueso.

La noche
Cuando anochece en el Golfo recordamos que Doha tenía la doble misión de revelarnos un mundo y proporcionarnos placentero reposo. Es hora de privilegiar esto último. Las opciones son varias, dependiendo del presupuesto.

Una posibilidad muy económica es volver a la Corniche, acercarnos al muelle donde estacionan los barquitos de madera y embarcarnos en esta suerte de mecedora de agua por la bahía de Doha. El viaje de cuarenta minutos puede costarnos unos 75 riyales (22 dólares).

Pero si queremos un tratamiento más profundo, nada mejor que adentrarse al spa de un hotel de lujo que ofrecen sesiones de masajes de una hora y media cuyo precio oscila –dependiendo de la técnica– entre 695 y 925 riyales (entre 190 y 254 dólares), e incluyen el uso del sauna, la ducha escocesa, el jacuzzi y el sector de relax. Ya que estamos dentro de un gran hotel, podemos pedir un trago, para despedirnos de la jornada. Durante nuestra estadía nos quedamos pasada la medianoche, bebiendo café y licor en el Library Bar & Cigar Lounge del Four Seasons. Llegamos atraídos por los reconocibles acordes de “Adiós Nonino”, interpretados por Ariadna Benítez, jovencísima pianista cubana, que lleva seis meses trabajando en Medio Oriente. Un rato más tarde, mezclado entre otras melodías, la escuchamos tocar el vals “Paisaje”, de Manzi y Piana. Ariadna dice que no encuentra dificultad alguna en esas partituras. Es más: asegura que estos temas ni siquiera mueven las fibras de su propia melancolía. Será la rara calidez del Golfo. Quién sabe.



MINIGUIA

Cómo moverse
Los principales puntos de la ciudad están conectados por el servicio público Doha Bus.
Las agencias de turismo facilitan el traslado y son de gran ayuda en cuanto a la comunicación con los lugareños. City tour de todo el día –The Pearl, Ciudad de la Educación, estadio ecuestre, Museo de Arte Islámico, Corniche y Souq Waqif–, US$ 75 por persona. Recorrido por las carreras de camellos de Al Shahaniya y Club Ecuestre de Al Rayyan, US$ 85 por persona.

Atención
Para ingresar en Qatar es necesario tramitar una visa turística. Consulte
Dónde informarse
www.qatartourism.gov.qa
Museo de Arte Islámico: www.mia.org.qa
Al Shaqab: www.alshaqab.com
Club Ecuestre: www.qrec.gov.qa
Carreras de camellos en Al Shahaniya: labregah.com
Aldea Cultural: www.katara.net/english

sábado, 8 de marzo de 2014

MENDOZA: 48 horas

48 horas en Mendoza

En plena época de vendimia, la capital mendocina ofrece un recorrido que conjuga paseos al aire libre, sitios históricos y el mejor vino.


Bajo el oasis pergeñado por la obstinada acción del hombre y el sol –alabado continuamente por poetas y músicos de tonada–, la ciudad de Mendoza recubre un vasto desierto de piedras surcado por tentáculos de arroyos. En la superficie afloran los matices de una sociedad afirmada en su fuerte identidad, el orgullo por el medio alterado y la incontable variedad de atractivos.

Toda la provincia de Mendoza vibra estos días, sacudida por el tiempo de la vendimia, la razón de ser de la fiesta mayor de los cuyanos. Mientras disfruta de la época más esperada, la capital concibe una paradoja: la austera flora autóctona (baja y de aspecto reseco) fue desplazada y el paisaje cambió definitivamente después de la introducción de portentosos álamos y tipas, 485 km de acequias adosadas a las calles como una vital cinta protectora –en apenas 57 km cuadrados de traza urbana–, hileras rectas de viñedos que sólo parecen interrumpirse a los pies de la Cordillera y el refrescante canal Tajamar, acierto de los primeros pobladores, que detectaron la importancia de aprovechar para riego los millones de litros de agua de deshielo arrastrados por los ríos. La contundente respuesta a una necesidad primordial, que se aprecia a cada paso durante un recorrido de dos días por la ciudad y su entorno, siempre enmarcado por la montaña y los viñedos.

PRIMER DIA
8.00 Plaza Independencia El ritmo cotidiano de los mendocinos revela su ritmo aletargado en los amplios espacios públicos –donde el césped se impone largamente sobre el cemento– que ofrece la capital. Se percibe nítidamente en la plaza Independencia, tradicional punto de encuentro que congrega a turistas, vecinos, comerciantes y oficinistas del centro. Agregan tímidos aplausos y risas alrededor de artistas a la gorra y un murmullo, que llega desde la feria artesanal como un persistente rumor.

9.00 Peatonal Sarmiento Las tres cuadras de esta calle reservadas para caminar alternan modernos bares con tiendas de marcas afamadas. Es el lugar indicado para empezar la jornada con un café en una mesa al aire libre, admirando la indiscutible belleza de las mujeres cuyanas, que pasan iluminadas por los primeros rayos del preciado sol mendocino.

10.00 City Bus La esquina de Sarmiento y San Martín señala el Kilómetro 0 de la provincia de Mendoza. Desde agosto de 2013 también marca el punto de partida del circuito de dos horas que desanda el bus turístico de dos pisos. Los pasajeros reciben información a través de auriculares acerca de los lugares de mayor interés (son 15 paradas hasta el Acuario Municipal). La terraza descubierta del micro los coloca cara a cara con el impactante manto vegetal alineado en todas las veredas. Tilos, plátanos, tipas, moras y álamos rozan la carrocería y preanuncian la inminente aparición del más extenso pulmón verde de la ciudad.

10.30 Parque General San Martín Por fin, el bus rosado –de dimensiones algo desproporcionadas para abrirse paso en algunas calles estrechas– encara hacia el oeste por la avenida Civit y traspone como un gladiador triunfante los fastuosos portones del parque San Martín. Se desplaza con mayor comodidad por las elegantes avenidas de los Plátanos, las Tipas, los Robles y las Palmeras, sin siquiera inmutarse por los continuos túneles de sombra tejidos por las copas entrelazadas. La magistral obra del paisajista Carlos Thays deslumbra desde los cuatro costados y alcanza su expresión más delicada en la rotonda que circunda la Fuente de los Continentes. Las 480 hectáreas del parque tienen espacio suficiente para albergar también el Estadio Mundialista de fútbol –en un hoyo sólo visible desde los cerros–, la Planta Potabilizadora de Agua, el Velódromo Municipal, los clubes Hípico y Mendoza de Regatas, el teatro Pulgarcito y el Museo de Ciencias Naturales.

El City Bus vuelve a ser exigido en la trepada del Cerro de la Gloria. Conviene apiadarse del esforzado conductor y ahorrarle el fastidio. Desciendo a mitad de camino, a la altura de la entrada al Zoológico, y sigo a pie por un sendero que acerca al Ofrendatorio al Ejército de los Andes y desemboca en el Monumento que evoca la gesta libertadora. Después, bajando hacia la derecha, llego al anfiteatro griego Frank Romero Day, que luce listo para cobijar a principios de marzo el acto central de la Fiesta Nacional de la Vendimia. La vegetación –restringida a estas alturas a cactos, arbustos, eucaliptos y algarrobos– deja un oportuno claro, que exhibe una panorámica de la ciudad desde el oeste.

12.00 Metro Tranvía Mendoza Un plan de paseo por cualquier rincón mendocino no debería soslayar la presencia del vino, la mejor carta de presentación de todo cuyano que se precie. El tranvía que arranca en la avenida Belgrano toma rumbo hacia el este y en menos de media hora se sumerge en la silenciosa atmósfera de Maipú, parte esencial de ese próspero universo de viñedos, uvas, bodegas y cepas que ostentan fama mundial.

13.00 Bodega Familia Zuccardi A 40 km de la ciudad por las rutas 7 y 33, la visita a la bodega Familia Zuccardi combina un paseo guiado con asado, cata de vinos y el sugerente programa “Vení a cosechar”. El instructor reparte guantes, anteojos protectores, tijeras y remeras azules a los visitantes, que así –convenientemente equipados– pasan de la mera contemplación a la participación activa. Los anfitriones también ajustan una bandeja sobre el pecho de cada peón improvisado y revelan las claves básicas: “Las plantas sanas son las que tienen uvas ricas y comestibles; no hay que arrancar las hojas; las uvas no se tienen que romper, ya que en el contenedor el jugo fermenta”. Todos se animan a poner manos a la obra una vez que el especialista corta con precisión un tallo a la altura del brote. Una hora de labor intercalada con indicaciones (o, más bien, amables correcciones) es coronada con el desmesurado “Menú regional”. La mesa del almuerzo se llena con empanadas, panes caseros, seis cortes de carne asada, una copa de malbec bien aterciopelado y las exquisitas versiones de torrontés cafayateño y mendocino. Final a cuerpo de rey, bajo el más generosos sol cuyano.

17.00 La Alameda El regreso a la capital y una caminata por las siete cuadras parquizadas de la avenida San Martín suavizan el pesado legado de la pantagruélica comida. La Alameda es la zona de los conventillos en los que hace un siglo se amontonaban inmigrantes italianos. Alguna que otra fachada antigua sobrevive entre bares temáticos y glorietas, donde se dictan clases gratuitas de tango. También los álamos y su descarga de pelusa, perjudicial para los alérgicos, es parte del pasado. Una brisa suave y el manto amarillento de las hojas que recubre el suelo se deben a la reforestación con tipas.

18.00 Casas históricas El circuito de casas históricas permite tener una noción de la infinidad de estilos arquitectónicos que decoran la ciudad reconstruida después del terremoto de 1861, que transformó la traza original en un cúmulo de escombros. Otro sismo hizo estragos en 1920 y, entre los daños que causó, tumbó dos torres y un campanario de la Basílica de San Francisco Solano. Construida en 1865 con líneas neorrománicas, es la iglesia más antigua que queda en pie. De la misma época, la casa del ex gobernador Francisco Civit resiste dignamente en Montevideo al 500. En este caso, los turistas suelen elogiar el diseño italianizante, las paredes de adobe y los tres patios rodeados de habitaciones. A su vez, el Colegio Nacional Agustín Alvarez –otra joya edilicia de fines del siglo XIX– es admirado por su pórtico con tres arcos de medio punto y mansarda.

19.00 Hotel Sheraton Actores locales repasan las partituras para lucirse en el tradicional “Atardecer de té y ópera” en el hotel Sheraton, mientras las camareras cargan bandejas con teteras, tortas, masas, brownies y licuados. La vista amplia hacia el oeste que regala un ventanal recorre una compacta cadena de montañas, coronada por el cono nevado del Tupungato.

21.00 Milonga en la plazoleta La movida de la noche calienta motores en “La Arístides”, aunque son varios de sus adeptos –entre ellos, el autor de esta nota– los que hacen una escala fuera de programa, para deleitarse con los cortes y quebradas que eximios bailarines de tango ensayan en la plazoleta de Arístides Villanueva y Belgrano. Es una milonga espontánea, convocada por Facebook, que atrae a amantes del 2x4.

22.00 La noche en “La Arístides” En cinco cuadras de la avenida Arístides Villanueva bulle lo mejor de la noche mendocina. La multitud de parroquianos se reparte en bares, discotecas, restaurantes y hasta peñas folclóricas, que cuelan un toque telúrico a la predominante estética moderna. La jornada se extingue de la mejor manera, con una tabla de ahumados, ensalada de salmón rosado, verduras y semillas de sésamo y cerveza tirada de trigo y cebada, servidos en el pub irlandés William Brown. Al filo de la medianoche, después de una charla algo tediosa sobre bueyes extraviados, Fausto Manrique (el dueño) se revela como un apasionado estudioso de la vida y obra del almirante Guillermo Brown. Su relato, ahora más interesante, bien vale otra vuelta de cerveza.



SEGUNDO DIA
18.00 Hotel Amerian La plaza Italia irradia hacia el lobby del hotel Amerian su habitual dosis mañanera de perfumes naturales, trinos de pájaros y bocanadas de aire fresco. Es un buen estímulo para terminar de despabilarse en la atmósfera a toda hora relajada que presenta el restaurante Las Bodegas del hotel, donde el desayuno desborda las mesas: café con leche, medialunas, budín, tortas, mermeladas, jugos exprimidos de pomelo y naranja y trozos de pomelo, naranja, melón y sandía.

10.00 Aventura en el río Mendoza La avenida Belgrano recorre el sur de la ciudad y, al trasponer los barrios periféricos, sigue como Corredor del Oeste para bordear la precordillera, las discotecas de Chacras de Coria y los primeros viñedos de Luján de Cuyo. Unos 10 km antes de Cacheuta, los carteles “Al río” sugieren bajar al río Mendoza y empezar el rafting de 7 km que guían los responsables de Xnoccio Aventura. La embarcación se bambolea, a merced de olas de medio metro de altura que empapan la cara y el traje de neoprén, mientras una bandada de garzas sobrevuela la muralla de piedra de 45 m de altura de la orilla. Al final de la excursión, los seis tripulantes desembarcan envalentonados, dispuestos a aceptar el reto de tirolesa, trekking, rappel e hidrospeed que les lanza Horacio, el instructor.

12.00 Termas de Cacheuta Las piletas, escalinatas y senderos del Parque de Agua Termal están copados por el griterío sostenido de chicos, adolescentes y grupos de jubilados, protagonistas de una alegre tertulia replicada en puestos de artesanos que ofrecen cestos de mimbre y sopaipilla (torta frita), un restaurante especializado en cerveza artesanal y sándwiches de lomito y milanesa y hasta en los caminos que se abren sobre la montaña pedregosa, salpicada de cactos y plantas xerófilas.

14.00 Hotel termal Una sesión de masajes en el spa del hotel Termas Cacheuta termina de relajar el cuerpo y el espíritu, que ya venían revitalizados por las aguas de los piletones naturales al aire libre y la acción de los vapores de una gruta termal. El almuerzo es servido en un amplio salón, lleno de turistas chilenos y angloparlantes en bata, unidos por la devoción por el asado, las mollejas, las compotas de manzana y pera al malbec y el turrón de galletas con dulce de leche y avena. Los baños termales con vista a la montaña y el río Mendoza no son la atracción excluyente del hotel. En los pasillos del moderno edificio se pueden apreciar fotografías en blanco y negro y avisos publicitarios que evocan la creciente fama del edificio original, que había sido inaugurado en 1915 y un aluvión destruyó en 1934. De esa construcción quedaron en pie un paredón de piedra levantado para evitar eventuales derrumbes de los cerros y la torre del ascensor, que se utilizaba exclusivamente para bajar al hotel a los aristocráticos pasajeros que llegaban en tren.

16.00 Museo del Area Fundacional Es hora de volver a desandar los 35 kilómetros que separan Cacheuta de la capital mendocina. En el centro histórico de la ciudad, parte de los cimientos de la aldea fundada en 1561 por Pedro Del Castillo se conservan entre las paredes del Museo del Area Fundacional, que también guarda huesos humanos de 10 mil años antes de Cristo, huellas de la cultura precolombina huarpe y piezas sueltas del edificio del Cabildo. San Martín planificó aquí el Cruce de los Andes. Enfrente, debajo de la vistosa fuente de agua de la plaza Del Castillo, una cámara subterránea resguarda restos de la fuente que proveía agua mineral y potable a los vecinos en el siglo XIX.

17.00 Iglesia Franciscana Del otro lado de la plaza Del Castillo, entre las ruinas de la Iglesia Franciscana –con paredes de ladrillos apuntalados por estructuras metálicas– casi no quedan rastros de la casa de barro que los jesuitas erigieron en el mismo lugar en 1608. En 1777, cuando la orden jesuita fue expulsada, llegaron los franciscanos y construyeron una iglesia, tumbada por el terremoto de 1861. Sus ruinas despiertan tanta curiosidad como las dos estilizadas araucarias crecidas en el predio desde 1916.

18.00 Acuario Por la avenida Costanera (un tramo de la legendaria ruta 40), la gruesa arboleda del parque O’Higgins decora el Acuario Municipal. Entre la colección de 108 especies marinas y de agua dulce resalta un desmesurado tortugo de 80 años de edad, trasladado desde Bahía Blanca. Sus dimensiones (1,20 metro de talla y una tonelada de peso) mantienen a raya a pirañas, cocodrilos, caimanes y diminutos bichos de pecera.

19.00 Plaza España El aire puro y las luces brillantes de la ciudad vuelven a fundirse en la plaza España, vistosa por sus tonalidades verdes y las mayólicas. Una acabada réplica de un patio andaluz, desplegada en escalinatas, bases de farolas y asientos, superpuestos con murales que recrean la conquista española, el Martín Fierro y el Quijote. Alrededor persiste el murmullo constante de la acequia envuelta en piedra bola. Para preservar tanta belleza, el placero no deja de regar plantas y árboles.

21.00 The Vines Tasting Room La ciudad de Mendoza propone convidar su último bocado durante una picada con degustación en The Vines Tasting Room, donde se exhiben y venden vinos de bodegas boutique. Ya no cabe analizar las virtudes de las cepas mendocinas durante la visita guiada por Emilse García, sino sólo dejar que el paladar se solace con malbec, torrontés, pinot noir, bonarda, petit bardot y tannat, magníficamente combinados con quesos y fiambres. Arte, fe y trabajo se mezclan en esas maravillas originadas en el suelo fértil, piezas esenciales del orgullo que expresa toda Mendoza.



EL MIRADOR (Por Marcela Furlani, artista visual y docente de Dibujo, Pintura y Grabado).

Para disfrutar y reflexionar
Nací y vivo en Mendoza. Por mi trabajo he podido moverme hacia otras latitudes dentro y fuera del país. Eso me otorgó una nueva mirada y mayor perspectiva sobre la bella ciudad oasis en la que vivo. Es un lugar intenso pero no es obvio, tiene sutilezas y cuenta con historias para ser descubiertas (algunas brillan, otras no tanto). Porta una añosa personalidad, forjada en sus arboledas (de impactantes rojo y amarillo en otoño), plazas y casas sobrevivientes a tantos sismos, con zaguanes cubiertos de mayólicas de otros tiempos. La ciudad alberga murales de nuestros maestros. Suelo visitar el de Roberto Azzoni en el pasaje Lemos y la galería Tonsa –de los artistas locales Luis Quesada, Mario Vicente y José Bermúdez–, que da espacio a noveles artistas urbanos. Vale la pena darse una vuelta y descubrirlos. También hay malabaristas en los espacios verdes, fiestas de colectividades y una notable actividad artística en museos, centros culturales y emprendimientos de autogestión. Todavía se puede sentir el olor a caramelo de praliné que se vende en alguna esquina. El vino está presente en todas las celebraciones y he visto algún restó (donde se come muy bien) que ofrece sombra a sus clientes bajo un parral que crece en la Sexta Sección. Cuando estoy lejos de mi ciudad extraño el agua corriendo por las acequias. La capital está llena de matices, propuestas y algunas paradojas, un poderoso estímulo para el disfrute y la reflexión.



IMPERDIBLE

El acto central de la Fiesta Nacional de la Vendimia arrancará a las 10 de la noche del sábado 8 de marzo en el anfiteatro griego Frank Romero Day del Parque General San Martín y se repetirá el 9, 10 y 11 de marzo a partir de las 21. El espectáculo “Sinfonía iluminada de gloria”, que animará la edición 2014, será protagonizado por 870 artistas en escena y 40 músicos locales en vivo, que conmemorarán los 200 años de la designación de San Martín como gobernador intendente de Cuyo y el centenario de la inauguración del monumento del Cerro de la Gloria.
En realidad, la fiesta mayor de los mendocinos se inicia bastante antes con distintas actividades culturales. En el marco del ciclo “Noches de cine”, en enero y febrero se exhibe en el Parque San Martín un corto de producción mendocina y una película nacional con invitados especiales. También en el parque habrá teatro para chicos y títeres en la sala Pulgarcito. Desde el 17 de enero hasta el 28 de febrero, la propuesta “100 serenatas” rescata la tradición de la música cuyana. Del 30 de enero al 2 de febrero, Mendodanza ofrecerá un espectáculo que abarca varios géneros y dictará clases abiertas en el Espacio Cultural Julio Le Parc. El mismo escenario albergará el festival Mendorock entre el 6 y el 9 de febrero. Además, “Jazz en el lago” (del 14 al 16 de febrero), Semana Federal en el Prado Español (entre el 22 y el 28 de febrero), Vendimia Joven (anunciado para el 1 de marzo en Espacio Le Parc), Bendición de los Frutos (el 2 de marzo en el Prado Gaucho), Baile de las Reinas (el 3 de marzo en Espacio Le Parc), Vendimia, vino y gourmet (el 4 de marzo en el hotel Arena Maipú), Fiesta de la Cosecha (5 de marzo en el Aeropuerto) y Vía Blanca de las Reinas, que recorrerá las calles céntricas el 7 de marzo.

MINIGUIA

Qué hacer.
 Paseo en City Bus (2 hs.), Se puede bajar en cualquiera de las 15 paradas y volver a subir más tarde.
Metrotranvía desde el centro de la capital hasta Maipú, .
Tranvía de Compras.
Trolebús,
Entrada al Parque Termal Cacheuta,.


Dónde informarse. En Bs. As., Casa de la Provincia de Mendoza: av. Callao 445, 4371-7301.
En Mendoza, (0261) 413-2101 / 0810-6666363 / 0800-222248323
contacto@ciudaddemendoza.gov.ar
turismo@mendoza.gov.ar
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