miércoles, 19 de febrero de 2014

ARGENTINA: JUJUY: Secretos de la Quebrada

Secretos de la Quebrada
El lado B de un circuito clásico, una colección de pueblos, caseríos y rincones perdidos para descubrir por los caminos de la Quebrada de Humahuaca


Bajo el diáfano clima quebradeño, de cielos azules y persistente sol, la ruta 9 en su recorrido hasta Humahuaca ya es un circuito turístico clásico, pero aún guarda rincones poco conocidos. Patrimonio Cultural de la Humanidad, la Quebrada de Humahuaca ofrece paisajes multicolores, una intensa cultura aborigen que incluye una rica gastronomía, y la posibilidad de descubrir pueblos perdidos, bellezas escondidas y vestigios arqueológicos. Y la mística de las comunidades aborígenes que habitan la región desde hace miles de años y abren sus puertas para compartir las tradiciones de sus ancestros, donde reina la Pachamama, siempre presente en toda festividad.

Existe en la Quebrada un turismo rural cada vez más organizado, que aporta alternativas de alojamiento diferente en hosterías y fincas, ideales para tomar como base de operaciones y recorrer desde allí infinidad de programas. Purmamarca y Tilcara son los puntos más concurridos del recorrido, pero desde Volcán, virtual portal del circuito, aparecen también hitos como Tumbaya, Maimará y otros rincones dignos de explorar.

HUACALERA

La línea imaginaria del trópico de Capricornio es sólo un hito en la ruta y Huacalera pasa inadvertida para los automovilistas que circulan raudos camino a Humahuaca. Sólo la iglesia y el bello hotel aledaño llaman la atención. Pero es justamente desde allí donde se abre una zona salpicada por el turismo rural más representativo de la cultura aborigen de la Quebrada.

Hay que visitar el pueblo y hacerle una vista a Paulina Farfán, una colla de eterna sonrisa e infaltable sombrero, que cultiva papines y hace el mejor queso de cabra del lugar, dos ingredientes que Ana Ponce, chef del hotel Huacalera, aprovecha muy bien.

Dentro de un clima rural con lugareños a caballo que llegan al almacén de ramos generales, el sitio, que fue una parcialidad omaguaca, conserva la antigua posta de adobe y un viejo molino dentro de un paisaje colmado de sembradíos. Recortado sobre un fondo de cerros y junto a uno de los nuevos viñedos de la Quebrada aparece el Solar del Trópico, el hotelito de campo de Analía y Remy Rasse. El francés trotamundos y pintor, y la jujeña fotógrafa, eligieron el privilegiado lugar para vivir y recibir huéspedes en cinco habitaciones equipadas en un cálido estilo rústico, lo mismo que la amplia sala con salamandra que da a las galerías que envuelven a la construcción.

El luminoso atelier aledaño muestra los trabajos en pintura y escultura de Remy, que los alterna con el de cocinero, cuando por las noches se calza el delantal y ofrece una cocina fusión andino-mediterránea. En el lugar se organizan cabalgatas y paseos por los alrededores o hasta el pucará de la Huerta, Incacueva y el volcán de Yacoraite.

UQUÍA

"Para comer rico, en lo de Olga", recomienda el vendedor del mercadito de artesanías que forma parte del entorno de la bella iglesia de Uquía, parada obligada camino a Humahuaca para visitarla y ver sus famosos ángeles arcabuceros de la escuela cuzqueña.

Es mediodía y se impone un almuerzo para lo que habrá que enfilar hacia la calle Viltipoco, donde a unas pocas cuadras un cartel anuncia Cerro la Señorita Resto-Bar, impensable propuesta en esa estrecha callecita donde adobe y silencio parecen ir de la mano. Los agudos ladridos de tres minisalchichas de pura raza salen a recibirnos junto a Olga Guzmán secándose las manos en su delantal. El sitio es uno de esos hallazgos que brinda la tradición oral de la Quebrada, más efectiva que cualquier guía y un regalo para el viajero curioso y preguntón.

En la sencilla casa, Olga instaló un pequeño comedor junto a un gran ventanal que da a la huerta, donde la cocinera cultiva variedades originales de la zona, junto a las frambuesas que le dan forma a su mentada torta y dulces. Imposible dejar pasar un almuerzo allí y probar la rica cazuela de cabrito o el pastel de quinoa, mientras las damas seguramente hurgarán en el perchero con lindas prendas tejidas en lana de llama, junto al sector almacén del lugar. Algunos hasta llegarán a tentarse con hacer noche en la habitación equipada con esmero por la patrona, para deslumbrarse con los impagables cielos estrellados de la Quebrada, luego de un paseo por el colorido cerro de las Señoritas o el antiguo Molino de los Guzmán, que también se prepara para recibir visitantes.

OCUMAZO

Desde Humahuaca se abre un circuito para armar a gusto de cada viajero, especial para los que cuenten con vehículo propio o alquilado, como llegar a Ocumazo, que brinda también, avisando con anticipación, ir a buscarlos a la ternimal de ómnibus. La comunidad, conocida como El Valle Escondido, es una intensa pincelada de verde que la dan las parcelas allí cultivadas por el pueblo originario, entre bellos cerros multicolores y donde en las fincas regadas y trabajadas con animales se comparten sus labores agrícolas y el trabajo de los pastores con sus rebaños en un cálido clima que aportan los habitantes, oficiando de anfitriones para acompañarlos, además, a cortas caminatas y paseos a caballo, o travesías más largas acordadas con anticipación, como una visita al antiguo molino, a los petroglifos o a la majestuosa cadena El Horcomal con sus cerros de once colores.

En la comunidad se consume todo lo que se produce, en una gastronomía con sabrosos platos típicos que, según la época del año, será a base de ingredientes frescos como en tiempo de cosecha de sus huertos orgánicos, o en invierno, donde aparecen el charqui y la chalona en las ricas recetas que brinda la comunidad, a los que suma buenos quesos de cabra y oveja junto a la artesanía de sus telares. En pocos kilómetros más está Coctaca, espectacular sitio de la civilización omaguaca que ofrece un inmenso panorama de su avanzada agricultura, presente en los andenes que aún se perciben y que se pierden en el lejano horizonte coronado de cerros.

HORNADITAS

A sólo 15 kilómetros de Humahuaca, Clarita Lamas sigue trajinando entre los fogones de hierro y adobe, donde en humeantes cacerolas prepara los sabrosos platos que los visitantes disfrutarán en la mesa tendida en el patio de su casa. Ella y Héctor, su marido, casi sin pensarlo, fueron los gestores a principios de la década de un programa que, con el apoyo del gobierno de Jujuy, dio el puntapié inicial del Turismo Rural de Base Comunitaria, al que adhieren hoy otros grupos aborigen de la región.

Los Lamas, ya famosos en la zona, reciben a los viajeros para brindarles ricos desayunos de mate cocido con las típicas tortillas recién salidas de la parrilla, o almuerzos de recetas andinas y cantidad de programas que se sumergen en las ancestrales tradiciones collas. Con ellos se comparten también las labores cotidianas de la tierra, ordeño de cabras, elaboración de quesos y dulces caseros, y trabajos en los telares autóctonos quebradeños. También ofrecen acompañarlos en un paseo al pueblo, al otro lado de la ruta, y visitar su linda capilla y el mirador, así como el cardón y el churqui más antiguo de la Quebrada, todo un orgullo de la comunidad, y llegar hasta los antigales, esos ancestrales y venerados cementerios, para descubrir en el recorrido pinturas rupestres y petroglifos que aparecen sin aviso previo en el camino.

ESPEJO DE SAL

No está precisamente en la Quebrada, pero se puede acceder desde ella, aunque el camino más directo, cerca de 200 km, es desde la capital de Jujuy. Especial para los viajeros que gustan de un toque de aventura, una visita a la comunidad Espejo de Sal es una experiencia inolvidable. Ganadora del primer premio nacional de la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario, invita a internarse en la Puna para deslumbrarse, además, con los descomunales paisajes de las Salinas Grandes y la laguna de Guayatayoc, en un viaje para disfrutarlo sin apuro, dejándose llevar por el apacible clima puneño.

Ocho comunidades integran el proyecto, que contó con capacitadores en gastronomía, idiomas y turismo para poner a punto a las familias comunitarias que ya están listas a recibir visitantes que pueden alojarse en sus casas, en sencillas y confortables habitaciones con baño compartido, aunque hay también algunas con baño exclusivo.

El lugar invita a participar de la vida cotidiana de la comunidad, siguiendo a las pastoras de llamas, viendo el trabajo de los mineros de la sal y las labores en lana salidas de los rústicos telares de los artesanos, y especialmente degustar su gastronomía con platos típicos como el piri, la kalapurca, el mote con queso, las empanadas de quinoa o el lomo de llama relleno. Como guías calificados, los llevarán a recorrer sus cultivos andinos y los ancestrales andenes de la zona, y conocer la mística de la comunidad en sus capillas, donde se mezcla el fervor religioso y la Pachamama, con la música de fondo del sonido de las quenas y los sikus.

DATOS ÚTILES
Con movilidad propia, los amantes del off-road estarán de parabienes para internarse en los poblados de la Quebrada y descubrir sus incontables tesoros, pero también para los de a pie existe en el circuito una aceitada movilidad que la da el permanente ir y venir de diferentes líneas de micros locales; se pueden tomar en las paradas al borde de la ruta con tarifas supermódicas. Por ejemplo, de Tilcara a Huacalera, $ 5,50. Lo mismo que los taxis remises que siempre algún lugareño ofrece para cubrir cualquier tramo. Ejemplo, Huacalera-Uquia-Humahuaca, $ 60.

Más información
www.turismo.jujuy.gov.ar.

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