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viernes, 14 de octubre de 2016
CANADA: Quebec: Cinco experiencias sólo posibles en Québec
Cinco experiencias sólo posibles en Québec
1. En Baie-Saint-Paul: probar una copa de vino de.. ¡tomate!
El belga Pascal Miche recorrió su país y la vecina Francia, pero fue en este pueblito canadiense a orillas del río San Lorenzo donde encontró el clima y las condiciones ideales para lanzarse a una producción única en el mundo. En la bodega Omerto produce vino aperitivo de tomate, una idea que tuvo su abuelo Omer (de ahí el nombre) luego de una cosecha excepcionalmente abundante en 1938, en las afueras de Bruselas. Como el tomate es un fruto se puede destilar, aclara Miche a sus visitantes. Dedicó muchos años de su vida a pulir la receta hasta lanzarse a la producción comercial. El secreto se guarda celosamente, pero la finca está abierta al público y se ofrecen degustaciones.
2. En Wandake, vivir con los indios hurón
El barrio de Wendake, en la aglomeración de Québec, es distinto a los demás. No por las construcciones o por las costumbres, sino por sus habitantes. Son los descendientes de uno de los pueblos originarios que más protagonismo tuvieron durante la historia colonial de Canadá, los huron-wendats. Wendake es una pujante comunidad, que se ha lanzado al turismo a gran escala: organiza visitas al barrio y ofrece pernoctes en su gran hotel-museo (cuatro estrellas). El spa es muy original, con piletas al aire libre, fogones y carpas (en invierno se realiza el circuito de aguas calientes bajo la nieve), en tanto el restaurante promueve una cocina de fusión con las recetas tradicionales, como platos con carne de bisonte. Además del museo, se visita la réplica de una Maison-Longue tradicional, una larga casa de madera donde se vivía en comunidad.
3. En Montreal, recorrer la ciudad sin necesidad de salir
Canadá es un país de inviernos largos y fríos. En Montréal encontraron la solución, con una ciudad debajo de la ciudad. Se llama Réso y es una red de pasillos, estaciones de subte y trenes y accesos a torres y centros comerciales que totaliza 33 kilómetros. De esta forma, los vecinos pueden ir al trabajo, salir a comer y hacer compras durante un día entero sin salir al exterior. El Réso es muy apreciado en invierno, por supuesto, pero también en verano, por su climatización. Más de 180 millones de personas lo recorren por año. Las principales torres corporativas están conectadas bajo tierra, lo mismo que ciertos complejos residenciales, algunas universidades y hasta hoteles. En los pasillos se pueden encontrar tanto puestos de comida rápida como boutiques de ropa y decoración. De hecho uno de cada diez negocios de Montréal está en el Réso, el mayor complejo subterráneo del mundo.
4. En Baie-Sainte Catherine, avistar hasta trece especies de ballenas
Frente a ese poblado, el río San Lorenzo es tan ancho que casi no se ve su otra orilla. En esta parte, donde empieza el estuario, se entremezclan aguas dulces y marinas, formando un ecosistema muy rico que sirve de hábitat a numerosas especies de ballenas y delfines, mamíferos marinos, aves y por supuesto peces. Desde fines de la primavera hasta principios de otoño, se programan varias salidas embarcadas por día, para avistar algunas de las trece especies de cetáceos que viven allí. Las que más comúnmente se ven son las ballenas azules (el mayor ser vivo de nuestro planeta), los rorcuales, las ballenas jorobadas y las belugas. Durante las navegaciones, se incursiona también en el fiordo del río Saguenay para ver colonias de focas y aves marinas.
5. En las Laurentides vivir como Davy Crockett
Al norte de Montréal, esta región de montañas es un destino de miniturismo muy popular para los vecinos de la ciudad y los de la cercana Ottawa. Los centros están preparados para proponer tanto actividades de verano como de invierno. Es el caso de Kanatha Aki, donde se puede vivir como Davy Crockett y los trappeurs, los tramperos de las novelas de Jack London. Durante los próximos meses ofrecerá salidas de pesca blanca (haciendo un hueco en la capa de hielo de los lagos), cabalgatas a una reserva de bisontes, paseos en trineos tirados por perros, esquí nórdico y pernoctes en cabañas de troncos o en tipis indios
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