48 horas para redescubrir Mendoza
En dos días se puede pedalear por parques, espiar el renovado circuito cultural y comer en restaurantes puertas adentro, además de recalar en clásicas peñas folklóricas y bodegas, sólo para quedarse con ganas de volver
La mañana del viernes es blanquecina y la avenida Las Heras tiene el ritmo acelerado de las capitales. Cuesta creer que a las 14 no quedará un alma transitando por esa calle ruidosa y repleta de comercios. La siesta es sagrada, aunque la densidad demográfica supere el millón. Apenas se sale del cuadrilátero céntrico delimitado por Las Heras, Belgrano, Colón y San Martín se escucha el agua que corre por las acequias de este oasis en pleno desierto; son los canales de irrigación inventados por los huarpes, que los mendocinos supieron aprovechar y mantener.
En medio del césped de la plaza Independencia, un joven sostiene un chelo. Otros músicos están sentados en ronda, acostados, con varias guitarras y un jembé. En frente, una chica hace burbujas de jabón gigantes con dos palitos. Una pareja se besa y se pasa con la boca el humo del cigarrillo. La libertad, esa gesta anónima es el nombre del conjunto escultórico que enmarca la fuente principal y, detrás de ésta, un grupo de muchachos practica Le Parkour o el arte del desplazamiento, pasar de un lugar a otro lo más rápido y eficientemente posible.
Bajo esa misma explanada están el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza (Mmamm), con una muestra de grabados de Raúl Capitani, artista mendocino radicado en España desde 1978, y en el extremo opuesto, el Teatro Julio Quintanilla, donde esa noche habrá teatro de revista, protagonizado por la mendocina Ana Lupez Chaparro, el primer transexual que se operó en España hace 30 años.
Al otro lado de la calle está el hotel más elegante de la ciudad, el Hyatt, y desde que Mendoza fue nombrada Capital Internacional del Vino, la segunda fuente de la plaza lanza chorros de agua color Malbec.
Mendoza se parece a su plaza, ecléctica, arborizada, cultural, activa, musical y siempre rodeada de un halo vitivinícola.
La había visitado fugazmente alguna vez, pero no la conocía. Se conoce una ciudad cuando se habla por lo menos con una persona del lugar, cuando se prueba aunque sea un plato local y surge, como mínimo, una anécdota para contar. En este caso tenía 48 horas para incursionar y ni un solo plan; en el itinerario, Mendoza era una escala para cruzar a Chile, para curiosear; una excusa para encontrar a una buena amiga, un experimento para ver si dos días son suficientes para adentrarse en una ciudad.
SAN MARTÍN EN BICICLETA
Camino hacia el lado del Parque General San Martín, por la 5» Sección. La ciudad está organizada por secciones y, de todas, la 5» tiene las casas más señoriales y la avenida más cool, la Arístides Villanueva, repleta de bares nocturnos como el People Restobar, donde todos los viernes y sábados hay música en vivo; restaurantes como El Mercadito (Arístides Villanueva 521) donde sirven unas hamburguesas gloriosas y comidas frescas durante todo el día; la emblemática heladería Ferruccio Soppelsa (Arístides Villanueva 326), reflejo fiel de la gran cantidad de inmigrantes italianos que se instalaron en Mendoza a fines del siglo XIX, y tiendas de diseño e indumentaria que transforman la avenida en un lugar para pasear tanto de día como de noche.
El local que me llama la atención es Ni Chicha Ni Limonada y está un poco más alejado del circuito, sobre la calle Agustín Álvarez y Belgrano, donde venden desde bolsos de Mafia, hechos a partir de velas náuticas reutilizadas, hasta cuadros de la diseñadora gráfica y artista plástica Silvina López Pía. Hay uno que dice Tomar para vivir y en la etiqueta de la botella que ilustra el cuadro se lee Consciencia. Lo contrario al cartel que crucé antes, en un quiosco-vinoteca de esquina: No existe gente fea, el problema es la falta de alcohol. El Yapay, más que una vinoteca, un salón de belleza.
Finalmente, el portal del Parque General San Martín, diseñado en 1896 por el paisajista francés Carlos Thays. Imponente aunque no se vean las cumbres nevadas de los Andes, que están tapados por una bruma que irá aumentando hacia el fin de semana hasta convertirse en algo tan raro como preciado: la lluvia. Son más de 300 hectáreas repletas de árboles y un gran lago; en uno de los extremos, a 150 metros de la Fuente de los Continentes, se alquilan Las Bicis del Parque (www.lasbicisdelpaque.com.ar); cuesta $ 40 la media hora, 50 la hora y 70 las dos horas; hay bicis para niños y otras adaptadas para discapacitados.
Son 17 kilómetros de recorrido dentro del parque así que la bicicleta es prácticamente la única -y la mejor- alternativa al auto. Hablando de bicicletas, Mendoza no para de inaugurar nuevas bicisendas. Alquilar una es un buen plan más allá de los límites del parque y así se evita, por ejemplo, la gran cantidad de semáforos nuevos y desincronizados que lentifican el tránsito.
Dentro del parque está el Teatro Griego Frank Romero Day, donde se hace la Fiesta de la Vendimia; el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas, el Estadio Malvinas Argentinas, donde se jugó el Mundial en 1978; la Universidad Nacional de Cuyo, varios clubes: de golf, de tenis, hípico; el Atlético Gimnasia y Esgrima, el Club Mendoza de Regatas; el zoológico de Mendoza y el Monumento al Ejército de los Andes, en el Cerro de la Gloria, desde donde se ven la ciudad y los cerros, que este viernes insisten en esconderse.
EL CIELO FOTOGRÁFICO
Mientras escribo este texto veo una foto que Patricia Slukich, mendocina, periodista y cantante, acaba de publicar en Facebook. La imagen es del Valle de Uco, donde varias bodegas cultivan algunas de sus uvas entre los 900 y 1200 metros sobre el nivel del mar, una de las mejores regiones vitivinícolas del país. En la foto los viñedos están rojos, hay un manzano solitario, una hilera de álamos y, detrás, los Andes, completamente nevados, en contraste con el cielo azul, intensamente azul, que suele haber por esos pagos. Un cielo que no vi en este breve viaje.
Incluso así, medio sepia, plana, como una ciudad cualquiera de La Pampa o de la provincia de Buenos Aires, sin horizontes que la definan, Mendoza se presentó magnífica, puertas adentro, sin paisaje. Como si hubiera sido planeado a propósito, para que no me entretenga con las vistas y sí con la talentosa e inquieta humanidad que allí habita.
LOS CANCIONEROS
¿Qué habría pasado si Oscar Matus no hubiera llevado a Mercedes Sosa a Mendoza? ¿Si Mendoza no hubiera pasado por la Negra y la Negra por Mendoza? ¿Existiría el Nuevo Cancionero, ese movimiento fundamental para el folklore argentino? En la biografía que Rodolfo Braceli, también mendocino, escribió con y sobre Mercedes Sosa, se subraya la tremenda incidencia que esta ciudad (a la que llegó de la mano de su primer marido, Oscar Matus) tuvo para su carrera.
Mendoza tiene una universidad pública con facultad de artes visuales, cerámica, música (licenciaturas en canto, composición musical, dirección coral, música popular, 14 tipos de instrumentos musicales, además de piano, guitarra y órgano), artes del espectáculo y proyectos de diseño. "En 2012 hubo 38 estrenos de obras de teatro en la ciudad, hasta Morrissey estuvo en Mendoza ese año", cuenta Patricia Slukich, esta vez personalmente, en un café de la peatonal Sarmiento, mientras un señor de uniforme barre las veredas con una enorme hoja de palma. ¿Puede ser que hasta barran artísticamente en esta ciudad?
La productora cultural María Carrascal, que es de Buenos Aires y trabaja con artistas cuyanos como Orozco Barrientos y Sonido Guay Neñë, me manda un WhatsApp: Tenés que conocer a Paula Neder y Seba Garay, son cancioneros, llamalos. Los llamo y una hora más tarde estamos reunidos en el Mercado Central, entre frascos de un kilo y medio de aceitunas verdes por $ 35, quesos, carnes, embutidos, empanadas de mariscos y un puestito de pizzas que se llama De un Rincón de La Boca, del que dicen que la pizza es buena. Paula y Seba componen, viven y giran juntos, además de tener proyectos propios por separado. Sus canciones narran el lugar en el que viven. Paula empezó a tocar la guitarra en la escuela de monjas, pero sólo a los 21 años decidió estudiar canto con el maestro Javier Segura -que ese viernes se presenta en el Teatro Independencia con su proyecto Voces en el v iento-. Cuenta además sobre Solistas no tan s olas, "un ciclo itinerante que propone encuentros entre cantautoras para compartir canciones y colaborar libremente en las canciones de todas las participantes de cada edición". La número 35 es en Mendoza y participa, entre otras, Cristina Pérez, cantora y artista a quien, sin querer, conoceré esa misma noche.
Seba Garay canta desde los 4, y el 9 de julio de 2006 lo contrataron para dar una serenata en un hotel. Resulta que la homenajeada era Mercedes Sosa, que ese día cumplía años, y después de oírlo le propuso cantar con ella en el Teatro Plaza de Godoy Cruz, uno de los más importantes de la provincia, a cinco minutos del microcentro. Entre discos lanzados y conciertos, cuenta sobre el proyecto multidisciplinario del que participa, El g olpe cuyano, producido por el músico y DJ Lea Skames, y cuya idea es "digitalizar gran parte de nuestras músicas folklóricas, como la cueca, el gato y la tonada". Un ejemplo claro es el tema Bienvenido compadre, una versión original vanguardista de la clásica Marcha de la Vendimia, que justamente presentaron en la Fiesta de la Vendimia de este año.
Estos chicos son los protagonistas de una movida emergente que agita Mendoza y se presentan permanentemente en lugares como el restaurante Farrah Cocina de Autor, el Espacio Cultural Julio Le Parc y la peña El Retortuño, por nombrar algunos. Todos los fines de semana hay innumerables oportunidades para conocer el lado cultural de la ciudad.
NOCHE EN GUAYMALLÉN
Allí donde inicialmente se instaló la ciudad en 1561, en La Media Luna, distrito de Pedro Molina, departamento de Guaymallén, a pocos metros del canal Cacique Guaymallén, está el flamante Espacio Cultural Julio Le Parc, que lleva el nombre del artista plástico mendocino que hizo trascender su obra en el mundo. Son 8777 m2 distribuidos en cuatro niveles donde se llevan a cabo actividades de cine, teatro, música, danza y artes visuales, entre otras disciplinas. También funcionan ahí las oficinas de producción de Acequia TV el canal que nos une.
Esta noche se presenta en la Sala Circular la cantora y multiinstrumentista cubana Yusa. Hay una multitud de personas frente al escenario, debajo de una escultura roja de Le Parc, que se mueve al son de la isla de Fidel. El lugar está repleto y eso que hay una buena cantidad de otros espectáculos sucediendo paralelamente por la ciudad. Gracias a Slukich conozco a las hermanas Pérez, Carmen y Cristina, y después de dos horas de recital me llevan a comer a Ituzaingó, el restaurante que el sommelier -y en breve médico- Gonzalo Cuervos tiene en su propia casa, decorada con cuadros de Calderón, de la artista plástica Lucía Coria, y esculturas de Guillermo Rigattieri y Eliana Molinari.
Empezó organizando reuniones sobre vinos y el boca a boca hizo que cada vez más gente lo llamara para reservar una cena. Afuera hay un patio con pocas mesas, un sauce llorón de 40 años, un olivo y una Santa Rita, del que entra Susana Traverso, elegantísima. Saluda y se retira.
Llega a la mesa una sopa de maíz con verduras salteadas, croutons y queso de cabra, acompañada de un vino Kaiken 2011, Cabernet Sauvignon, Malbec y Petit Verdot. Gonzalo recibe vinos de partidas de bodegas más pequeñas, vinos raros de encontrar en otros sitios.
Con la segunda botella, un Alpamanta, sirven el plato principal: filete miñón con una papa entera aplastada con manteca de oliva, salsa de soja, chimichurri y una reducción de vino. Le pido al chef Pablo López que me diga el nombre del plato y me repite lo que anoté, textual. Una descripción real de un plato delicioso. El postre también lo era, pero no lo anoté, íbamos por la tercera botella, un Tempranillo 2012 de la bodega El Hijo Pródigo, establecida en una pequeña localidad llamada La Consulta, "de la cual se hablará mucho en los próximos años", como afirma el italiano Alessandro Speri, fundador de la bodega. Son las 3.30 de la mañana.
PAGAR EL COGOLLO
Llueve en Mendoza y dentro del quincho calentito de El Retortuño huele a locro y pastel de humita, a carne a la olla y ossobuco con papas y tomatican -una mezcla de tomate, cebolla, huevo y morrón-. Nunca había visto un retortuño. Es un fruto amarillo con forma de resorte apretado que los huarpes regalaban como amuleto para la buena suerte. Sobre la mesada del restaurante hay unos cuantos y muero por guardarme uno, pero no lo hago. Paula Neder y Seba Garay se acomodan en un escenario que está al mismo nivel que las mesas, a nivel del piso, e inician su espectáculo a capela. Tac, tac..., tac, tac, tac, tac; las palmas acompañan el próximo tema, un bailecito. Son todos mendocinos, menos la pareja de la mesa de al lado. Él chileno, ella argentina, muy enamorados. El bailecito es ovacionado, se escucha ¡ bravo!, ¡muy bueno!
El jardín de atrás está cerrado por mal tiempo, pero como la lluvia es una rareza la gente la celebra y Garay describe lo que sucede cuando llueve en Mendoza en una canción: Despeinadas las personas van/ el pelo y la humedad/ las baldosas flojas/ que ensucian la ropa... beso gris sobre la tierra/ la ciudad se trasparenta/ desespera aquel que espera/ que se calme la tormenta...
Cuando en una copla se nombra a una de las personas presentes, o cuando el cantor la dedica a alguien del público, esta persona, al final de la canción, debe ir a pagar el cogollo, llevar su copa de vino y ofrecérsela al artista. Los homenajeados pagan felices con sus copas de cerámica hechas en la casa.
Los dueños de El Retortuño, Pocha y Alberto, son dos ceramistas reconocidos que siempre estuvieron relacionados con la música y los músicos. Por este lugar pasaron y cenaron el pintor ecuatoriano Guayasamin, León Gieco, Víctor Heredia, Ángel Bustelo, Mercedes Sosa, y tocaron desde Raúl Carnota hasta Jorge Drexler. Incluso lanzaron el libro de recetas criollas No sólo de pan, con prólogo de Teresa Parodi. El espectáculo cierra con un gato cantado por Paula y bailado por Seba. Más aplausos. Y al final de la noche, Pocha agarra un retortuño y me lo entrega. "Para que vuelvas", dice.
DATOS ÚTILES
Ambarino Mendoza Wine Tours: Miguel Giordano organiza visitas privadas y personalizadas a bodegas de Luján de Cuyo y Valle de Uco sugeridas por él, según los gustos del cliente, o programas a medida. La visita a tres bodegas, con degustación de vinos, paseo guiado por las instalaciones, snack box y transfer desde y hacia el hotel cuesta $ 550 por persona. Con almuerzo en una de las bodegas, 920 por persona.
Ituzaingó: restaurante a puertas cerradas del sommelier Gonzalo Cuervo. Cenas únicamente con reservas por el Tel.: (0261) 156-665-778. E-mail: cocina@ituzaingoresto.com.ar. Valor aproximado, $ 250 por persona.
El Retortuño : Dorrego 173, Guaymallén. Tel.: (0261) 431-6300. Desde 1991 ofrece platos regionales deliciosos y música folklórica en vivo. Abre viernes y sábado, a partir de las 22. Lunes a jueves, sólo con reservas anticipadas.
Espacio Cultural Julio Le Parc : Mitre S N, esquina Godoy Cruz. Tel.: (0261) 445-4201. Una cartelera suculenta de espectáculos de música, teatro, danza, artes visuales y otras disciplinas. Para consultar la programación y el precio de las entradas: www.espacioleparc.com
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