martes, 3 de junio de 2014

AFRICA: MARRUECOS: Marrakech

Los nuevos ojos de Marrakech
Diez razones para redescubrir una ciudad magnética y hechizante, sin aferrarse a dogmas y tradiciones
Por Nicolás Ferrer

Dfícil tarea para quien fue testigo hace tiempo de su vida cotidiana ver con nuevos ojos lo nuevo. Marrakech, la bella, exige hoy dejar de lado la melancolía para hallar una ciudad diferente, y siempre atractiva. Atrás quedaron minaretes, murallas, palmerales y el infinito perfume de los azahares que invaden sus calles. Ha crecido una ciudad, incluso una ciudad paralela, o superpuesta, con casi tres millones de habitantes que pujan por sobrevivir, provenientes de zonas rurales. Todo es increíble; lo que se ve y lo que la gente hace. Y las inversiones públicas y privadas, que crecen en todos los rubros. ¿Qué cambió? Aquí, algunos ejemplos:

1
De los tradicionales hammam, esos baños semanales de maravillas se ha girado a zonas donde abundan los spa ampliados. Aquellas actividades higiénicas se complementan con infinidad de propuestas que van desde los masajes linfáticos femeninos hasta otras propuestas para embellecer y relajarse.

2
Los cafés históricos, con el aroma profundo y tradicional que marcaron una época, aquellos que servían con cafeterita de cobre y manija de madera, quedaron lejos. Ahora el café en cápsulas produce oleadas de admiradores. La música folklórica que generalmente acompañaba el ambiente fue reemplazada por electrónica o rock.

3
El tabaco marcó la vida marroquí. Los narguiles, que mezclaban pétalos de flores, frutas y tabaco y fueron objetos de uso cotidiano en todas las clases sociales, ya no están tan presentes. Un joven empresario nacido en Marrakech inventó una especie de cigarrillo, un objeto transparente del grosor y peso del tradicional habano, que consume un tabaco híbrido que -dicen- no acarrea riesgos; hace furor entre los adinerados, que los adquieren por cajas o por unidades.

4
Del clásico repiquetear de cascos de los caballos en sus tradicionales calech, que recorrían bamboleantes las calles de Marrakech, el paisaje ha cambiado a miles de ciclomotores que remiten a Vietnam. Los cargan con gente y objetos, y los manejan a velocidades suicidas por callejuelas o avenidas.

5
La vestimenta hace su aporte a los cambios, y en esto es justo decir que los chupines en jeans manchados, apretadísimos, arrasan desde la montaña hasta el mar, pasando por el desierto. A esta moda los hombres le han agregado las crestas capilares, y no hay peluquero que no se vea sometido a centenares de propuestas de este tipo, con el uso infaltable del gel, indispensable para mantener tamañas elevaciones. Las mujeres se han entregado al influjo seductor de los zapatos con grandes plataformas rígidas, estructuras plagadas de piedras de colores o lentejuelas; lejos quedaron los velos y la oscuras y sosas camisolas que ocultaban sus ondulantes cuerpos.

A esto se suman las grandes marcas, como en cualquier gran ciudad del mundo. Provocativas y seductoras, ellas quedaron lejos de servir al camellero o al cuidador de cabras. De aquel perfume a rosas legendario en la cultura árabe han cambiado a las grandes fragancias de marca. Las rosas grandes y muy bellas, tan de esas tierras y tan de Marrakech, han sido relegadas a los jarrones de los hoteles, o a las dulceras para el desayuno, honroso destino.

6
El mundo de las comunicaciones en todas sus formas pegó fuerte por estas arenas. La tecnología es la última en teléfonos y computadoras, y los GPS han matado a los camellos. Las nuevas 4X4 andan por el desierto, y los animales han quedado para las fotos que se toman los turistas, felices por contar con aire acondicionado.

7
El comestible y carísimo aceite de Argan, muy de las montañas del Atlas, que hacía las delicias de las tradicionales tajines, se ha alejado de la hornalla e ingresó al sofisticado mundo de la cosmética: cremas que acompañan la belleza de las mujeres y también la salud de muchos que padecen afecciones de piel, como psoriasis, que han sido curados gracias a las virtudes médicas de este aceite.

8
En el aeropuerto internacional Marrakech-Menara paneles solares acompañan una sofisticada estructura. Tanto sobre el Mediterráneo como en otras geografías, Marruecos ha efectuado un extraordinario avance en el uso y desarrollo de este tipo de energía, privilegiando el medio ambiente.

9
Algunas mezquitas permiten el uso de plasmas estratégicamente colocados para que los peregrinos puedan seguir las lecturas coránicas con facilidad durante las plegarias. La existencia de un canal cerrado que durante las 24 horas acompaña a los fieles es otro instrumento de asistencia para los seguidores del islam.

10
También cambió el paisaje de turistas. Lejos quedaron los franceses que visitaban a su entrañable ex protectorado; llegaron los opulentos y nuevos ricos provenientes de Rusia, y ahora son los indios, con sus saris multicolores, joyas y tintineos variados, sus familias numerosas y sus comidas picantes, quienes no dejan de sorprender a los marroquíes.

Delicias: el palacio de Riad se transformó en un hotel de lujo.
Hallar a la inigualable Marrakech tradicional demanda imaginación, un poco de fantasía y la firme voluntad de recrear, muchas veces, lo que se fue para siempre. Sólo la profunda y firme fe islámica, la plaza Jema, el Fna y la emblemática mezquita de la Kutubia (1158 dC) siguen siendo los tres refugios ciertos y únicos del pasado. Seguirán, en parte, garantizando el futuro.

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