Leyendas de piedra y selva
La ciudad maya de Tikal sorprende Con la magia de sus templos, que emergen entre la vegetación frondosa.
Tikal, en el departamento de Petén, Guatemala, es quizá la más sorprendente de las ciudades mayas. Templos, plazas, santuarios, plataformas ceremoniales, estelas y altares conforman este espacio, de una riqueza inabarcable en una sola visita. Es, también, el mayor de los 3.000 sitios arqueológicos del país: son 600 km cuadrados. Tikal está dentro del parque nacional que lleva ese nombre, en plena selva, por lo que para caminar de un grupo de edificios a otro hay que atravesar selva, bosques lluviosos, todo en compañía de monos araña y guacamayos gritones.
El Parque Nacional Tikal es parte de la Reserva de la Biosfera Maya. En su época de esplendor –según las fechas talladas en las estelas, entre los años 550 y 950 dC.– aquí vivieron los hombres y mujeres de maíz, según el mito que dio origen a los mayas, y f ue un centro de enseñanza de matemática, astronomía y arte.
Después llegaron las grandes migraciones y la decadencia de las ciudades, pero no hay tiempo ni humedad que le quiten a Tikal algo de su magia y belleza, en buena parte diseñada con los templos más altos del mundo maya, como el que lleva el número IV, de 70 metros de altura.
Más de 3.000 estructuras fueron encontradas debajo del barro y la vegetación. Quizá lo que distingue a Tikal de otros centros arqueológicos es que las construcciones de piedra no están totalmente descubiertas y, mucho menos, recicladas. La intervención para preservarla es mínima. La otra particularidad es que se las ve en medio de la distracción de la caminata: al final de un sendero o entre árboles altísimos; entre el mareo que produce el perfume fuerte de las flores, como las orquídeas, el calor casi salvaje y los gritos de las cigarras.
Tikal fue una ciudad ceremonial. Permaneció escondida en la selva hasta 1848, y en 1979 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su nombre –que no es el original que le dieron los mayas– significa “lugar de voces”.
Hay mucho para ver en Tikal. Y, entre los vapores que a veces se levantan durante la mañana –el momento ideal para recorrer el parque– no cuesta imaginar cómo era hace más de 2.000 años, con las construcciones blancas, pintadas con algunos detalles en rojo, amarillo, azul y negro. En Tikal, donde también se preservaban máscaras y figuras de jade, los mayas estudiaron el cielo, crearon conceptos como el número cero y el calendario. Pero fueron, también, comerciantes y guerreros.
Entre los principales templos y plazas, figuran la Plaza Mayor, forma el corazón del Parque Arqueológico de Tikal, rodeada por impresionantes edificios, como los Templos I y II, la Acrópolis Norte y la Central. Una enorme cantidad de estelas y altares relatan parte de la historia de las dinastías que gobernaron a los mayas en Tikal. El Templo I, el “del Gran Jaguar”, fue construido alrededor del año 700 dC., y está sobre un edificio en forma piramidal. El Templo II, también conocido como Templo de las Máscaras, de la misma época, mide 38 metros de altura.
Pero por alguno hay que empezar: basta verlos para saber que la subida será difícil. En el último escalón del empinado Templo IV, bien arriba, el paisaje es un mar verde del que parecen emerger más torres blancas, una compensación para el temblor de las piernas y el corazón. Otras construcciones ejemplares son la Gran Pirámide del Mundo Perdido, uno de los conjuntos monumentales más antiguos de Tikal. Se utilizó especialmente como un centro de observación astronómica hasta el siglo IV dC. Más pequeños, y por eso hay que mirar con detenimiento y paciencia, no hay que olvidar los mascarones y estelas, por la belleza de la piedra y de las líneas estilizadas.
En el museo Silvanus B. Morley, dentro del parque nacional, se puede ver una buena cantidad de objetos encontrados en las tumbas de los señores de Tikal, o la reproducción de la tumba 116, encontrada en el Templo del Gran Jaguar. También hay colecciones de cerámica, escultura de piedra, jade y hueso.
Dentro del sitio arqueológico hay muchas actividades para completar la visita, como observación de flora, fauna y de aves y senderos culturales. Es importante llevar agua potable, ropa para clima cálido y zapatos cómodos, gorra, protector solar, impermeable y repelente para insectos.
Al pie de algunos templos hay altares mayas contemporáneos, un reconocimiento del gobierno guatemalteco que llegó recién en el año 2000. Algunos restos de cenizas de copal indican que allí se hizo una ceremonia, como antes, como siempre, para pedir por una buena cosecha. Para pedir salud. O apenas una lluvia.
MINIGUIA
Dónde informarse
Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT): info@inguat.gob.gt
www.visitguatemala.com
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