lunes, 10 de noviembre de 2014

CUBA: 12 imperdibles

12 imperdibles de Cuba
Clásicas postales de La Habana, buena vida en resorts all inclusive en Varadero y Ensenachos, gastronomía típica y curiosidades históricas, entre las opciones.

Cuba no es un destino turístico, sino una experiencia frente a la cual nadie queda indiferente. Es la tierra a la que llegó Cristóbal Colón en 1492, quien la bautizó Isla de Juana. Cuba es mambo, son y cha cha chá, que suenan en los bares y en el ritmo de los habitantes de un país que tuvo que liberarse de dos potencias extranjeras. Primero de España, en 1898 y, más adelante, de Estados Unidos, que había marcado su paso durante décadas desde un gobierno títere.

Cuba es Revolución. Una revolución que ahora intenta una apertura, pero que dejó al país congelado en 1959. Esta impronta también constituye su encanto, reflejado en los Cadillacs, Chevrolet y Ford de los años 50 que fatigan las calles de La Habana junto a los Lada, herencia del período en que la Unión Soviética apadrinó al gobierno revolucionario. La vidriera de la ciudad es el malecón, donde un día cualquiera se puede ver a alguna pareja de recién casados que celebra mientras recorre la costa a bordo de un descapotable rosa.

Pero Cuba también son sus playas y resorts, que atraen a un turismo internacional que trae consigo divisas, imprescindibles en un país donde persiste un bloqueo que perjudica, sobre todo, a la gente común. Esa gente sobrevive con una tarjeta de racionamiento que le permite comprar a "precio político" cinco huevos por mes, frijoles o poco más de un kilo de arroz. Cuba es un sentimiento más dulce que agrio, que vale la pena explorar.

1. Serenata en El Templete. En la Plaza de Armas de La Habana Vieja está El Templete, erigido en 1827 en el lugar donde se habría fundado la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1519. En su jardín hay una ceiba y todos los 16 de noviembre, cientos de habaneros dan tres vueltas a su alrededor, le ofrendan una moneda y piden un deseo. Esta noche, los viajeros recién llegados la observan desde afuera de las rejas y piden secretamente su deseo. Entonces aparecen dos trovadores que, al reconocer el acento argentino, insisten en regalar una canción: "Hasta siempre comandante". "Queremos mucho al Che -dice uno, al terminar-. El murió, pero vive en nuestro corazón".

2. La Plaza de la Dignidad. Desde 1960, Estados Unidos mantiene un bloqueo económico contra Cuba. No tiene embajada en la isla, pero sí una "Oficina de intereses", en la avenida Calzada, entre las calles N y M. Enfrentada al edificio está la Plaza de la Dignidad o "Protestódromo": allí acuden los cubanos para quejarse contra su vecino del norte. La primera manifestación fue en 2000, para reclamar la repatriación del balserito Elián González. Aun sin marchas, la plaza protesta por sí sola. Una enorme estatua de Martí señala con dedo acusador a la Oficina, para cuestionar el bloqueo. Una inscripción anuncia "Venceremos".

3. Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Todas las noches a las 21, desde hace más de dos siglos en La Habana retumba un cañonazo. En la época colonial, se disparaba desde la nave capitana a las 4.30 y a las 21 para avisar la apertura y el cierre del puerto con una cadena, y de los portones de la muralla que protegía a la ciudad, imprescindibles en tiempos de piratas. Hoy la ceremonia del cañonazo nocturno continúa en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, ejecutada por soldados vestidos de época. El fuerte protege la entrada de la bahía desde 1774. Tras el triunfo de la Revolución, el 3 de enero de 1959, el Che Guevara estableció allí su comandancia. Actualmente es la sede del Centro Cultural Casa del Che.

4. La Habana Beatle. El gobierno revolucionario consideraba a la música en inglés "diversionismo ideológico", un elemento que confundía a las masas. Los cubanos sólo podían escucharla a través de las radios rusas marca Bef, que captaban emisoras extranjeras. Así conocieron a los Beatles. Y pegaron tan fuerte que la Revolución tuvo que aceptarlos. El propio Fidel Castro inauguró un monumento a John Lennon en el 20° aniversario de su muerte, el 8 de diciembre de 2000.

"Todavía quedamos unos cuantos soñadores", se comparó Fidel, y Silvio Rodríguez descubrió la imagen creada por el artista José Villa. La escultura representa a Lennon sentado en un banco del parque del barrio Vedado. Como la gente solía robarle los anteojos, el de Lennon es el único monumento de Cuba que tiene su propio cuidador. Se trata de Juan González, de 97 años. Y cada vez que alguien visita a John, él le pone los anteojos redonditos para la foto. Cerca del parque está el único club de La Habana dedicado a los Beatles: Submarino Amarillo (calle 17 y 6).

5. Las frases en los muros. En Cuba no existe la publicidad, pero sí los eslóganes, muchas veces pintados sobre muros blancos. "Fieles a nuestra historia" o "Che: siempre en la vanguardia", afirman algunos. Otros establecen principios a seguir: "Unidos, vigilantes y combativos"; "Aquí no se rinde nadie"; "Trabajar con orden, disciplina y eficiencia"; "Del combate diario a la victoria segura" y "Con la guardia en alto, defendemos el socialismo", instan. Otros, en cambio, denuncian: "Bloqueo, el genocidio más largo de la historia". Cada tanto, alguno recuerda a "Chávez, nuestro mejor amigo". O propone "Haz bien y no mires a quién".

6. Finca Vigía. Las botellas de bourbon Wild Turkey y ron Bacardí están ahí, aún con contenido. Por todas partes cuelgan cabezas de venados, entre pósteres de corridas de toros y muchos libros. En un revistero hay ejemplares de Life, Esquire y Sports Afield de los 50. Parece que Ernest Hemingway va a aparecer en cualquier instante. Su casa, en la que vivió desde 1939, quedó tal como la dejó con la intención de volver, en 1960. Un año después se suicidó. Su esposa Mary Welsh sí regresó, ya viuda, para retirar algunas pertenencias. La propiedad quedó en manos del gobierno cubano, que la preserva como museo. Está en San Francisco de Paula, a 15 kilómetros de La Habana, la entrada cuesta 5 CUC y la visita es altamente recomendable.

La Finca Vigía tiene cuatro hectáreas repletas de palmas reales y árboles de mango. No está permitido ingresar en la casa, pero el viajero puede mirar a través de sus puertas y ventanas. Tener que fisgonear refuerza la sensación de que Hemingway anda por ahí.

En su habitación, la cama está tendida. Sobre la almohada reposa su gorra y en la mesa de luz están sus anteojos. Al costado hay una biblioteca sobre la que se apoya una de sus tantas máquinas de escribir. En los azulejos del baño, hay anotaciones de puño y letra de Hemingway, que así registraba su peso, día a día.

En el vestidor se ven decenas de botas y una casaca de corresponsal de guerra. Más allá está el cuarto de los gatos: el escritor tenía más de 30. Después, este espacio fue transformado en habitación de huéspedes.

Por fuera se accede a la torre, donde el autor tenía otro lugar de trabajo. En el jardín están las tumbas de sus perros Black, Negrita, Linda y Nerón. Y más allá de la piscina está el Pilar, ese barco de pesca en altura que Hemingway solía amarrar en el cercano pueblo de Cojimar.

7. Bares fundamentales. "My mojito in La Bodeguita. My Daiquiri in El Floridita", proclama Hemingway en un manuscrito que se exhibe en La Bodeguita del Medio (Empedrado 307), donde los visitantes dejan grafitis en la barra y las paredes mientras disfrutan su trago de ron y hierbabuena. La ronda sigue en El Floridita (Obispo 557), "La cuna del daiquiri". Hemingway pedía el suyo sin azúcar. Este bar, fundado en 1817 y también visitado por figuras como Jean Paul Sartre, Tennessee Williams o Marlene Dietrich, sigue decorado como en los años 50. Acodada en la barra, hay una escultura que representa a Hemingway, su cliente más famoso.

8. San Juan de los Remedios. La ciudad de San Juan de los Remedios, en la provincia de Villa Clara, fue fundada en 1513. Su iglesia de San Juan Bautista data de 1550 y es una de las más antiguas de Cuba. Para Navidad, en la plaza principal se organizan las parrandas, donde los vecinos de los barrios de El Carmen y San Salvador se enfrentan en una colorida competencia de carrozas.

Frente a la plaza hay un bar, el Lou-vre. En la puerta suele estar Ramón, que pide CUC a cambio de billetes de 3 pesos cubanos con la imagen del Che Guevara.

"Yo fui oficial del Che -cuenta, a sus 82 años-. El tenía cuatro años más que yo, pero para mí era como mi padre. No se le podía mentir. Siempre se daba cuenta, te miraba a los ojos y te decía ‘Rectifique'. Y tú le decías la verdad."

9. Santa Clara y la tumba del Che. A 43 km de Remedios está Santa Clara, la ciudad donde se erige el memorial del Che. Allí, el 29 de diciembre de 1958, Guevara libró una batalla decisiva. Junto a 18 combatientes, y con una excavadora y bombas molotov, descarriló un tren blindado que le llevaba refuerzos al ejército del dictador Fulgencio Batista. Cuatro vagones del tren se pueden visitar.

Después de su fusilamiento en La Higuera, Bolivia, en 1967 el Che fue enterrado en una fosa común. Lo encontraron 30 años más tarde. Desde el 17 de octubre de 1997 descansa en su memorial de Santa Clara, en Avenida de los Desfiles, donde se erige una escultura del Che. En la parte de atrás, está el mausoleo con su tumba y las de 38 combatientes que lo acompañaron en Bolivia. Es una bóveda de piedras y está prohibido ingresar con cámaras o hablar. Sobre la tapa de cada nicho hay un bajorrelieve que reproduce el rostro de su ocupante. Sobre el del Che brilla una estrella. Estar frente a sus restos aporta la dimensión humana del mito. Lo mismo pasa al observar sus objetos cotidianos en el museo contiguo. Como un boletín escolar en el que se descubre que el pequeño Ernesto se sacaba 10 en Historia, mientras en Dibujo tenía 4. Están su boina, el mate y las jeringas que usaba cuando ejercía como médico.

10. Varadero. "Bienvenidos a Varadero: lo que aquí se recauda es para el pueblo", anuncia un cartel a la entrada del mayor complejo de resorts del Caribe. El placer habita en esta ciudad, a 140 km de La Habana, sobre una península de 30 km, 22 de los cuales son de playas de arena blanca. Hay cadenas hoteleras extranjeras y cubanas. Algunas de estas últimas son operadas por firmas internacionales, como es el caso de la española Iberostar, que administra cuatro all inclusive. Vivir en uno de ellos es como estar en un crucero anclado en el paraíso. Después del desayuno se puede ir a la playa a practicar deportes náuticos, como kayak, windsurf o catamarán o, simplemente, a nadar en un mar tibio y sin olas. Para la cena, se puede optar por el buffet internacional o reservar en los restaurantes a la carta, que ofrecen comida cubana, japonesa y mediterránea.

Después es la hora del show. Cada noche hay uno diferente, desde una fiesta cubana hasta una producción tipo Broadway. O un tributo a Michael Jackson, personificado por su doble en versión caribeña: Yunier Jackson. La otra estrella del hotel es el bar. "En ocho horas, atiendo unos 800 clientes", cuenta la barwoman Yanelys Martínez Docazal. Su receta de mojito: "Hay que machacar el tallo de la hierbabuena, dejando las hojas enteras, con una cucharadita de azúcar. Se le echa limón, hielo, una medida de ron y agua carbonatada".

11. Ensenachos. Cuba tiene más de 4.000 cayos, pero muy pocos están explotados turísticamente. Los menos conocidos son los de Santa María, Las Brujas y Ensenachos, en Villa Clara. Están al norte, sobre el Atlántico.

"Seguimos en combate", dice en el ingreso a la explanada de 48 kilómetros que conecta a Cuba con estos islotes. El más lejano es el de Ensenachos, un cayo de 200 hectáreas con dos playas donde la arena parece talco y el agua tiene la temperatura justa. Una se llama "El Mégano", más popular, y la otra, más solitaria, es "Los Ensenachos". Sólo hay un hotel, un cinco estrellas de Iberostar. Tiene 506 habitaciones, 46 de ellas de lujo y con servicio de mayordomo. Este último puede desde preparar la bañera con pétalos y champán, hasta contratar excursiones.

12. Gastronomía típica. La cocina cubana se nutre de la española y la africana. El plato nacional es el ajiaco que reúne en un caldo distintas carnes y vegetales. También es típica la ropa vieja. "Voy a dar la receta de cómo la hace mi mamá -dice Alexander Hernández, chef del Iberostar Varadero-. Hay que hervir carne de res con laurel por una hora y media, y deshilacharla con las manos. Mientras, se saltean cebolla, pimientos y ajos con orégano, pimienta y pimentón. Cuando están listos se mezclan con la carne, tomate triturado y caldo. Hay que cocinar hasta que se evapore el líquido". Para acompañar, recomienda arroz congrí, con frijoles colorados y chicharrón de cerdo. Si se hace con frijoles negros, se llama moros y cristianos.

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