martes, 13 de mayo de 2014

COLOMBIA: SANTA MARTA: Las montañas y el mar azul

Las montañas y el mar azul

Playas entre sierras, manglares, corales, arrecifes y una vegetación exuberante son los principales atractivos del parque Tayrona, cerca de la histórica Santa Marta.

Un minibús aireado y musical nos recoge temprano en el hostel del pequeño pueblo de Taganga, sale dando vueltas y más vueltas para levantar un par de pasajeros aquí, otros más allá, pasa por la cercana Santa Marta y encara la ruta 90, más conocida como Troncal del Caribe, hacia el este.

Son casi dos horas hasta la entrada a El Zaino, uno de los tres ingresos del Parque Nacional Natural Tayrona, en Colombia. Llegamos al que, sin dudas, es uno de los paisajes más bellos del país: playas, manglares, corales, arrecifes, palmeras y una frondosa vegetación nos esperan allí, justo donde las orillas de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo, se hunden en el mar.

Donde nos deja el bus comienza la caminata –sólo se puede seguir a pie o a caballo– de casi una hora atravesando el bosque tropical lluvioso, manglares y solitarias playas hasta el sector Cañaveral, donde hay restaurante, cabañas y esas hamacas tan simpáticas en las que vamos a pasar la noche.

Es casi mediodía y el calor tropical nos envuelve como una sábana mojada y caliente, por lo que es un placer terminar nuestra segunda caminata del día –unos 20 minutos– en esta playa pequeña y tan encantadora, luego de recorrer un sendero entre palmeras y puestos que venden arepas, chicharrones, guarapos. La playa se llama La piscina, y es fácil adivinar por qué: los arrecifes de coral detienen las olas bravas unos cuantos metros mar adentro, y hacen que en esta pequeña bahía de arena rodeada de piedras y palmeras las aguas sean calmas, seductoras. Imposible resistirse a un reconfortante chapuzón y al relax en la arena tibia.

La Piscina es sólo una de las tantas playas que salpican el parque, una reserva natural de aguas claras y arena blanca, ideal para refugiarse del agitado mundo exterior o para practicar actividades en medio de la naturaleza: cabalgatas, trekking, snorkel, buceo. Aunque aquí el Caribe no es ese espejo turquesa de las fotos sino un mar bravo, con un oleaje fuerte que hace que en varias playas estén prohibidos los chapuzones, los arrecifes de coral forman una barrera que tranquiliza las aguas en muchas otras. Y por eso la mayoría llega aquí por las playas –especialmente Cabo San Juan, donde hay camping y restaurante; Bahía Concha, con cabañas y sitios para comer; y Neguanje y Cañaveral, también con camping–, pero lo cierto es que este parque es mucho más que eso, especialmente por su geografía, ya que comprende 15.000 hectáreas de costa entre el Caribe y la Sierra Nevada de Santa Marta, que es la montaña más alta de Colombia: el pico Simón Bolívar se eleva hasta los 5.700 metros de altitud, con nieves eternas y todo, a sólo 52 kilómetros del mar. Con semejante desnivel, se pueden encontrar aquí todos los biotopos, desde hielos perennes hasta bosques tropicales.

Ruinas en el bosque tropical
Y en medio de esta generosa naturaleza, el parque Tayrona atesora también vestigios arqueológicos de una antigua ciudad del pueblo que le da nombre al lugar, los tayrona, que sumaban cientos de miles de personas a fines del siglo XVI pero fueron arrasados, ellos también, por los conquistadores. Ruinas tayronas pueden verse tras una caminata de no más de una hora hasta el pueblito Charaima, que supo tener unos tres mil habitantes y ser el principal asentamiento de los aproximadamente diez que hubo en el área que hoy ocupa el parque.

Aunque una de las excursiones más interesantes de la zona –no es estrictamente en el parque, pero sí cerca– es la que va a Ciudad Perdida, un exigente trekking de entre 4 y 6 días por la Sierra Nevada de Santa Marta hasta el “Machu Picchu colombiano”: las ruinas de Teyuna, una ciudad tayrona que se extendía por unas 30 ha en una ladera boscosa, a 1.200 metros de altura. Construida alrededor del año 700, llegó a albergar a más de 2.500 personas, hasta que los tayronas, diezmados por las guerras y las enfermedades, la abandonaron, entregándola a la voracidad del bosque tropical. Se llega por un sendero bastante exigente que sube, baja, atraviesa ríos y selva y soporta altas temperaturas y humedad, pero que sabe recompensar el esfuerzo.

La ciudad más antigua
El parque Tayrona está a 34 km de Santa Marta, la segunda ciudad fundada por españoles en América del Sur –1502–, con largas playas, un puerto importante y un nada despreciable legado cultural en el centro histórico, con foco en la Catedral, los museos y el Malecón de Bastidas, que regala atardeceres imperdibles.

El calor agobia y no se ve mucha gente por las calles. Es que es domingo, nos dice el taxista que nos lleva a la quinta de San Pedro Alejandrino (ver Imperdible) y hoy todos están en El Rodadero. Es la playa más popular de Santa Marta, a diez minutos de la ciudad y en la bahía Gaira: arena blanca, mar azul, modernos hoteles y departamentos y deportes náuticos.

Una buena caminata al atardecer –en lo posible, con un fresquísimo jugo de maracuyá o mango en mano–, permite disfrutar de las amplias playas, el malecón y las primeras luces que se encienden, hora en la que comienzan a rodar los famosos coches del siglo XVIII tirados por caballos de origen árabe, que disfrutan parejas y familias. Detrás de las modernas y despersonalizadas torres se dibujan las siluetas de las sierras bajas, esas “garras” con las que la Sierra Nevada de Santa Marta desciende hasta el mar y regala uno de los paisajes más hermosos de Colombia.

IMPERDIBLE
Una visita a Santa Marta no debería obviar la quinta de San Pedro Alejandrino, la finca en la que, el 17 de diciembre de 1830, murió el libertador Simón Bolívar. Quien haya leído El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez, podrá reconstruir parte de ese último viaje de un Bolívar ya muy enfermo hasta la hacienda que entonces pertenecía al noble español Joaquín de Mier. Convertida en museo y declarada Moumento Histórico Nacional, la finca permite hoy visitar distintos sectores, aunque el interés se centra sobre todo en la casa principal, y especialmente en la alcoba en la que murió Bolívar, con la cama cubierta por una bandera y el reloj de pared detenido. También está el sillón de terciopelo rojo desde el que el Libertador dictó su última proclama, siete días antes de su muerte, el carruaje en el que llegó a la quinta, la capilla u oratorio, un museo de arte y un inmenso jardín botánico para pasear entre iguanas y la exuberante vegetación caribeña.

MINIGUIA

Cuánto cuesta
El ingreso al parque para los extranjeros cuesta US$ 19,6.
Traslado desde un hotel de Santa Marta hasta el parque, US$ 18,6 ida y vuelta.

Dónde informarse
www.parquesnacionales.gov.co
www.aviaturecoturismo.com
www.colombia.travel

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