miércoles, 27 de julio de 2016

USA: BOSTON: El Museo de Bellas Artes, un valioso tesoro de Boston

El Museo de Bellas Artes, un valioso tesoro de Boston

Fundado en 1870, su prestigio se debe a la colección de obras clásicas de Europa, Medio Oriente y Japón, además de creaciones de grandes maestros de la pintura universal.

Más de un turista curioso puede preguntarse cómo es posible que Boston –una ciudad de 650.000 habitantes en Massachussetts, corazón de la “Nueva Inglaterra” y escenario histórico de la guerra de independencia en Estados Unidos– haya logrado crear en 1870 y sostener desde entonces una institución tan imponente como el Boston Museum of Fine Arts.

Se dice que, por la calidad de sus colecciones y la convocatoria de visitantes, el Museo de Bellas Artes de Boston es el cuarto del país en su especialidad. Lo primero que hay que entender es que el BMFA es parte del folclore local.

Por caso, frente a la entrada principal del museo –en la céntrica avenida Huntington– hay un bronce del escultor Cyrus Dallin, “Apelación al gran espíritu”, representando a un indio montado a caballo que eleva sus brazos al cielo en una plegaria. La estatua es de 1909 pero hoy es el emblema de dos populares equipos deportivos locales, los Red Sox (beisbol) y New England Patriots (fútbol americano).

Para valorar la importancia del BMFA, vale saber que desde 1876 estuvo ligado a la academia de bellas artes local, la School of the Museum of Fine Arts.


Así nació una notable “escuela” de pintores estadounidenses –se formaron en París y luego enseñaron en Boston–, con nombres como Edmund Tarbell, Frank Weston Benson y William McGregor Paxton. Ellos admiraban a pintores clásicos como Vermeer y Velázquez. Y también al estadounidense John Singer Sargent (1856-1925), quien –si bien hizo su carrera en Europa– al final de su vida pintó los frescos que hoy se ven bajo la rotonda del edificio principal del museo.

Una de las obras maestras de Sargent expuestas aquí, “Las hijas de Edward Darley Boit” (1882), atrae multitudes. Lo mismo ocurre con contemporáneos de Sargent como Childe Hassam: su óleo “Al anochecer” (1885) muestra el paseo urbano Boston Common, que aún identifica el casco antiguo de la ciudad.

Admiradores del impresionismo

Muchos de estos pintores, entre ellos la inolvidable Mary Cassatt, admiraban a los creadores del iompresionismo francés y visitaban a Degas y Monet. Por eso no es casual que el BMFA reúna la mayor colección de pinturas de Monet afuera de Francia.

Otro dato clave es que en los alrededores de Boston funciona la Universidad de Harvard, la más antigua del país. Con figuras como el escritor Henry James y el pensador Ralph Waldo Emerson, la élite social de Boston fue el árbitro cultural de Estados Unidos hasta que Nueva York la reemplazó, a comienzos del siglo XX.

Es cierto que Boston siempre fue más conservadora, pero el BMFA competía de igual a igual con el Metropolitan de Nueva York.

Hoy el museo reúne 450 mil obras de arte en su colección y convoca a un millón de visitantes por año, dispuestos a pagar 25 dólares por persona para entrar al palacio de cuatro pisos y estilo francés, diseñado en 1909 por el arquitecto Guy Lowell.

La relación con los arqueólogos de la Universidad de Harvard ya en 1910 ayudó al museo a reunir tesoros por la exploración de Egipto y Sudán.


Entre muchas maravillas, aquí se ven las estatuas de los reyes que construyeron la pirámide de Giza. Hay tallas de figuras humanas a pequeña escala, que evocan una procesión religiosa en Deir-el-Bersha, al sur de El Cairo, hace miles de años. El misterioso amuleto de oro y cristal de roca dedicado al dios Hathor hace tres mil años, parece un diseño de arte moderno.

Viajeros del tiempo y el espacio

El palacio creado por Lowell se remodeló varias veces. La más reciente fue en 2010 cuando se abrió la Art of the Americas Wing, un ala del edificio diseñada por el célebre arquitecto Norman Foster para exponer en 53 salas la importante colección de obras de civilizaciones americanas precolombinas. Entre ellas, brilla una máscara de la cultura Olmeca hecha en jade cerca de la ciudad mexicana de Veracruz, mil años antes de la era cristiana.

Por cierto, en sus más de 300 salas el BMFA propone un itinerario enciclopédico, que atraviesa momentos significativos de la historia del arte.

No faltan muestras del arte de Africa y Oceanía. Son esculturas y tallas en marfil, bronce o madera creadas en Nigeria o Nueva Zelanda, que hacen pensar en Pablo Picasso y el arte moderno.

Se dice que la mayor colección de arte japonés, chino y coreano disponible en Occidente está en este museo. Son miles de obras compradas por mecenas del museo de Boston en el Lejano Oriente, hace más de un siglo.

Por eso hoy se ven esculturas budistas, templos orientales reconstruidos a escala real, porcelanas, espadas, vestidos, grabados, impresos y máscaras del teatro clásico japonés.

Hay obras maestras como “El ataque nocturno al palacio Sanjo”, texto japonés del año 1160 manuscrito y decorado por calígrafos y artistas plásticos de la época. También son fascinantes las estatuas de bronce o madera inspiradas en dioses de la religión budista, como las versiones china yjaponesa del "Bodhisattva de la compasión", creadas en el siglo XII.

En fin, los visitantes se quedan sin palabras ante el Salón del Templo Budista –diseñado con artesanos japoneses en 1909– que evoca la sala principal del milenario templo japonés Horyu-ji. Bajo una luz tenue, entre los pilares de madera del templo se ven siete estatuas talladas entre los siglos IX y XII. Entre ellas se luce Dainichi, “el Buda de la infinita iluminación” –la deidad suprema del panteón esotérico budista– acompañado de estatuas de sus distintas encarnaciones y varios reyes guardianes.

En el BMFA no falta una estupenda colección de arte europeo, con grandes nombres como Rembrandt, Turner, Van Gogh, Gauguin, Renoir y Velázquez. En 1897, el artista francés Paul Gauguin eligió tres preguntas como título para la pintura que él consideraba su obra maestra: “¿De dónde venimos, quienes somos, adonde vamos?”. Ese friso de Gauguin con imagénes de Tahití que reflexionan sobre el paso del tiempo es un imán para los visitantes. Un recordatorio más, entendámonos, de que este museo justifica el viaje a Boston.

Dónde informarse
www.mfa.org
www.cityofboston.gov/visitors

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