Tenerife, la isla española que parece del Caribe
Tierra de corsarios y navegantes, reina el verano durante todo el año, con buenas playas, volcanes, windsurf, casas coloniales y ritmo tranquilo
SANTA CRUZ DE TENERIFE.- En esta época del año, Tenerife se convierte en un cálido refugio para los europeos que huyen de los cielos grises y de las calles heladas. Bañada por las aguas del Atlántico, frente a Marruecos, la isla ofrece mucho más que reposeras al sol todo el año: convoca -por la herencia grandes navegantes y corsarios- una espectacular geografía, de origen volcánico que aloja el pico más alto de España , El Teide (3718 metros sobre el nivel del mar) que es nada menos que la tercera estructura volcánica y voluminosa más grande del mundo, después del Mauna Ioa y el Mauna Kea en Hawái. Junto a otra particularidad que funciona como un imán para los más aventureros: mucho viento en el Sur, para remontar tablas de windsurf y kitesurf.
La animada Tenerife es la más extensa y poblada del archipiélago canario (junto con El Hierro, La Gomera y La Palma, conforman la provincia de Santa Cruz de Tenerife, mientras que Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote integran la provincia de Las Palmas).
"Y este acento suena caribeño", puede pensar el visitante en su primer intercambio de palabras con los canarios. El acento musical, tan suave y alegre de la recepcionista del hotel de Santa Cruz, es idéntico al de una venezolana. Pero, error. La mujer era una auténtica canaria. Las comparaciones con la cultura caribeña, acompañan paso a paso, durante toda la estancia, entre sus casas coloridas, de claro estilo colonial, en los restaurantes, comiendo ropa vieja, mientras suena salsa de fondo. Es que el archipiélago fue un puente para los navegantes que viajaban entre Europa y América. El intercambio cultural fue muy intenso. Desde el primer viaje de Cristóbal Colón, sus pobladores fueron instalándose preferentemente en Cuba, República Dominicana, Venezuela, Puerto Rico y Uruguay. En el Caribe identificaban a los canarios como los isleños. Los viajes de ida y vuelta, a través del tiempo, fueron modelando las semejanzas.
Cinco siglos de historia
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San Cristóbal de la Laguna, antigua capital de Tenerife, tiene más de 500 años de historia, cuando en 1494, el hidalgo conquistador castellano-andaluz, Alonso Fernández de Lugo incorporó la isla en la Corona de Castilla. Su casco histórico de estilo colonial, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999, se caracteriza por carecer de murallas y por atesorar en monumentos de tipo religioso, como su imponente Catedral, de fachada neoclásica, rodeada de palmeras.
En el noroeste de la isla, a 545 metros sobre el nivel del mar, es la segunda ciudad más poblada de Tenerife, después de Santa Cruz, de cara al mar. Si se llega en avión al aeropuerto Tenerife Norte, el casco está de camino. Vale la pena detenerse y perderse por sus callecitas con casas de colores y encanto colonial. Pero no todo rinde culto al pasado. San Cristóbal continúa siendo un centro intelectual del archipiélago. Allí funciona el hospital Universitario de Canarias y el Instituto de Astrofísica de Canarias, que aprovecha la calidad de sus cielos.
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Santa Cruz, la ciudad portuaria y capital de la isla, es famosa por sus carnavales, uno de los más espectaculares del mundo.
Los tinerfeños se preparan todo el año para lucir sus trajes. Durante el Carnaval la ciudad no descansa. Festeja día y noche, con bailes y agrupaciones de inspiración caribeña que se reparten por toda la ciudad. Hay desfiles de carrozas, murgas de adultos y otras de niños, desfiles de caballos. Junto con la elección de la reina, hay otras tradiciones que se celebran año tras año, como El Entierro de la Sardina, el miércoles de Ceniza, que no es más que una parodia de un cortejo fúnebre que simboliza el entierro del pasado, los vicios y la locura que los domina durante esos días de Carnaval. La sardina gigante, de piedra y cartón, es realizada por los presos de la cárcel Tenerife II
En menos de un día, el centro puede recorrerse a pie. El corazón de la ciudad es la Plaza de España, con su fuente hecha en mármol, frente al Paseo Marítimo. Fue construida sobre el castillo San Cristóbal, del que sólo quedan algunas de sus murallas exhibidas en una galería subterránea de la plaza, que servían de defensa frente a los ataques piratas. Hacia un costado, se erige el monumental edificio de Correos, obra de José Enrique Marrero Regalado (1897-1956), el gran arquitecto de Tenerife, que construyó el Cabildo y el Mercado Nuestra Señora de África, donde se venden alimentos frescos y típicos canarios.
La oferta gastronómica es muy variada y como en muchos destinos, orientada al turista. Lo mejor es preguntar por el restaurante canario popular más cercano. Así se probarán a un precio razonable los sabores autóctonos, de influencias latinoamericanas, africanas y de la península española. La Bodeguita Canaria es uno de ellos (calle Imeldo Serís 18). Imperdibles las papas negras (pequeñas, de textura suave y cremosa, acompañadas con mojos rojo, con pimiento y cilantro), ropa vieja, tortilla y queso canario empanado. El lugar es sencillo, pero la comida, un lujo al paladar.
La vuelta completa
Quien quiera dar la vuelta en auto a la isla puede hacerlo en un día si se lo propone, pero lo más recomendable es hacerlo en dos, para disfrutar de cada parada. A 20 km de Santa Cruz, el pueblo La Candelaria es un lugar interesante para detenerse. De cara al mar, se encuentra la Basílica de Nuestra Señora La Candelaria, la Patrona de las Islas Canarias, que le da nombre al lugar. Detrás de la Basílica, la cueva de Achbinico, es de interés religioso y arqueológico, ya que los guanches, originarios de estas islas, rendían culto a sus divinidades y después de la conquista castellana (1496), por primera vez, a la virgen María. Al costado de la Basílica una fila de esculturas que representan a los hombres guanches, emparentados con los bereberes del norte de África.
Unos kilómetros más hacia el Sur, el pueblo El Médano es un lugar encantador, no sólo para los amantes del surf, kitesurf y windsurf. Su playa, Leocadio Machado, flanqueada por restaurantes y locales de deportes, ofrece una postal única, por el médano gigante, la montaña roja, que se eleva a un costado. Las arenas negras, de origen volcánico, con destellos plateados, se iluminan por el sol. Hay que enterrar los pies en la arena, olvidarse del viento, que sopla con furia, y posar la mirada en el vaivén de las olas y la gran velocidad que toman los deportistas que se deslizan sobre el agua. Hay que verlo. Y en el mejor de los casos, vivir la experiencia en el agua. El Médano es sede del campeonato del mundo de kitesurf.
Bien hacia el sur de la isla, Playa de las Américas ofrece un lugar para el descanso, con todas las comodidades de hoteles de categoría, pero sin el sabor de lo autóctono. Si se sintonizan radios locales, se escuchará inglés, ruso, alemán. Es un destino orientado a turistas que buscan lugares nuevos, concurridos, discotecas y fiestas ininterrumpidas. Si se buscan actividades y bullicio, es el lugar.
Ya en la costa oeste, Acantilados Los Gigantes ofrece unas panorámicas inquietantes. Sus paredes alcanzan una altura que oscila entre los 300 y 600 metros. Imponente escenario para un pequeño pueblo que descansa a sus pies. La geografía accidentada y diversa de la isla, invitan a desplazarse por caminos de montaña, donde kilómetro a kilómetro el paisaje, y las temperaturas cambian.
A Garachico hay que verlo desde las alturas, en primer lugar, para observar su gran roque, donde golpean las olas, a escasos metros de su puerto. Es un pueblo fundado por Cristóbal de Ponte, un banquero genovés. Su puerto fue el más importante de la isla durante los siglos de esplendor, XVI y XVII. En 1706, una erupción volcánica del Trevejo sepultó gran parte del pueblo, pero resurgió de sus cenizas. Su casco histórico, adoquinado, elegante y muy bien conservado, fue declarado Bien de Interés Cultural. Seguramente darán ganas de quedarse. No hay que perderse los piletones naturales conocidos como El Caletón, formados por la lava. Como curiosidad, hay una escultura dedicada a Simón Bolívar, por sus antepasados garachiquenses.
Quien quiera más aventura, deberá organizar una visita al Teide. Se requiere tramitar online un permiso para su ascenso. Se recomienda visitarlo por la mañana temprano, o hacia el atardecer, por los colores del cielo, que se refleja en las rocas.
Datos útiles
Gastronomía. Hay restaurantes para todos los presupuestos. Un menú parte de los $ 255. En La Bodeguita Canaria hay platos por $ 100. www.bodeguitacanaria.com
Más información. www.webtenerife.com/interes/oficinas-de-informacion-turistica/ www.volcanoteide.com/es/teleferico_del_teide/la_experiencia
En Este blog encontrara descripciones de variados destinos, buscando aportar informacion, y experiencias diferentes
martes, 21 de febrero de 2017
jueves, 16 de febrero de 2017
BRASIL: MORRO DE SAO PAULO: Un conjuro bahiano
Un conjuro bahiano
El Morro de San Pablo, en el estado de Bahía, puede ser un cautivante destino final o el acceso al archipiélago de Cairú, con sus inagotables playas y postales idílicas
La apartada playa de Gamboa, en la isla de Tinharé, no muy lejos del Morro de San Pablo. Foto: Embajada de Brasil / Martín Mangudo
El Morro de San Pablo se lo pone fácil a los operadores turísticos. Playas turquesas delineadas según sus prestaciones, puestas de sol de publicidad de negronis, múltiples opciones de ocio y farra multilingüe.
Puede que los fans de toda la vida presuman en tono elegíaco que ya no es el mismo de hace veinte años. Ellos tampoco lo son, aunque ninguno tira la toalla y cada año se calzan la camisa con palmeras y tucanes y marcan tarjeta. Como otros miles que se dejan tentar por su leyenda y se dan una vuelta para comprobarla.
Probablemente volverán: según un relevamiento del Ministerio de Turismo brasileño, el Morro de San Pablo es uno de los destinos con mayor índice de aprobación y retorno del país. Por eso el Embratur, organismo de promoción turística de ese país, lo escogió entre 5570 ciudades brasileñas, muchas de ellas aptas para concurso de belleza, como uno de los destinos inductores de la Copa del Mundo 2014.
Situado a 60 kilómetros de Salvador, en la isla de Tinharé, el Morro es el escaparate principal de Cairú, archipiélago de 26 islas que conforma un book de atractivos de toda naturaleza, sean ambientales, turísticos o históricos. El Morro ya era una apostilla en los códices del siglo XVI. Hasta hoy, la pequeña villa que dio origen al municipio guarda un rico patrimonio, como la Fortaleza, la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, la Fuente Grande y el Faro, estos últimos registrados en el cuaderno de bitácora del emperador Pedro II durante su visita en 1859. Las calles de piedra y un puñado de caseríos también perduran como legado de aquel refulgente pasado de colonia.
Si uno llega en ferry se topará en el muelle con jóvenes que se encargan por 10 reales de trasladar en carretilla el equipaje hasta el sitio de alojamiento consensuado. La pertinencia del servicio depende de lo que uno lleve encima. La pendiente puede llegar a ser asequible sólo para apolíneos de gimnasio o incluso enclenques con bolso de mano.
Subida la cuesta, un pórtico del siglo XVII anuncia la llegada a la villa. La pieza forma parte de los pertrechos que los portugueses construyeron para enfrentar a las invasores holandeses, que en aquellos años poco tenían que ver con el prototipo sustentable de costumbres liberales.
Pasada la iglesia Nuestra Señora de la Luz, una escalinata conduce hacia la parte alta del Morro, donde el faro, que también forma parte del conjunto defensivo de la isla, marca la entrada a la bahía.
MENÚ DE PLAYAS
Arribar hasta estas costas tiene su intríngulis -entre otros vestigios de civilización, ni siquiera llegan los diarios del día-, pero una vez superado el examen todo vuelve a su cauce. El Morro se las arregla para atraer a la familia al completo, lejos del acelerador de la urbe, llámese Salvador o Buenos Aires, con un mar que reviste tanto de club náutico como de una serena villa de pescadores.
Como si hubiera sido objeto de un plan de laboratorio de marketing, el Morro se divide en cinco playas, cada una con su singularidad a cuestas. Si el Morro es uno de los mejores sitios de Brasil para la práctica de surf, la actividad se concentra mayormente en la primera playa. Pedra do Moleque recibe un oleaje del Este que alcanza su mayor poder y quiebra en un banco de corales. En su margen izquierdo, la Quebrancinha es otro de los puntos de atracción para la fraternidad de las tablas.
La segunda playa, en tanto, llama a la celebración, las batidas bahianas que cambian cada año como canción de verano y concentra además la oferta gastronómica. La tercera pide calma y es el refugio de los buceadores. La cuarta ofrece piscinas naturales y la quinta, bautizada como la Playa del Encanto, reúne la mayor constelación de arena y paisaje de trópico de la zona.
AGENDA NOCTURNA
Los que llegan en procura de verbena tienen un menú rico en fiestas improvisadas tanto como en discotecas. Bailarán en todos los idiomas y participarán de tertulias en portuñol, italiano o hebreo, ya que la región se convirtió en un destino frecuente para los jóvenes judíos que egresan del servicio militar. Tanto como para que se haya filmado en estas playas una serie de doce episodios, Malabi Express, que refleja las aventuras de un grupo de israelíes en estos parajes de la costa de Dendê.
La noche del Morro se traviste de la tan mentada brasilidade. Los restaurantes y bares que se apilan frente a la costa, los cantantes de repertorio cursi, los carritos atiborrados de aguardientes y frutas tropicales, entre todos componen una comparsa a cielo abierto que en días de alta temporada se prolonga hasta pasada la madrugada. Si hay derroche de caldo de gente, unas vueltas en primera línea de mar proveerán de recambio y alivio.
Un clásico de las convocatorias morrenses son los luaus, fiestas a beira mar que obedecen al calendario: lunes y jueves. El fixture, que puede variar según las condiciones climáticas, reparte el miércoles a los ensayos o shows del Teatro del Morro, y viernes y sábados a los boliches. Cualquiera que deambule por ahí se va a enterar sin necesidad de contraseñas ni datazos.
Al que le quede chico el horizonte, tendrá la posibilidad de salir en barco o lanchas de excursión a las islas próximas. El paseo Volta a Ilha (60 reales en temporada baja) contempla un derrotero de unas horas por los municipios de mar adentro con regreso por la tarde. También hay opciones para quedarse a hacer noche en algunas de las islas, algunas de ellas con promesas de turismo diferencial. Cuanto más lejos, más silencio.
Sin el recurso de las embarcaciones, a media hora de caminata con marea baja, se encuentra la playa Gamboa, puntal de la vela y el yate de Tinharé. Acá también son famosos los baños de arcilla, a la que le adjudican propiedades revitalizadoras de la piel. Para enjuagarse basta un chapuzón en sus aguas tranquilas y calientes. Si al regreso la marea pegó un estirón, una lancha lleva de regreso al Morro por unos 3 reales.
Muchos coincidirán en las celebradas puestas de sol a varias puntas. Una opción es la Fortaleza de Tapirandu, conocida como el Fuerte del Morro, entre 700 metros de murallas y ruinas que retozan en la costa. Otro convite es el boliche A toca do Morcego, a 60 metros sobre el nivel del mar, con los correspondientes DJ y siluetas tostadas en aceite de oliva. Cualquier tramo de la ribera oficia de platea para la llegada del crepúsculo.
Si uno continúa por la misma senda de este chill out, tras una mata de cocoteros y palmas se encontrará con el faro, que ofrece desde sus miradores una panorámica de las playas de tarjeta postal. Los guías juran por sus hawaianas que se pueden avistar delfines en el atardecer. Desde una de las plataformas, los aventurados se pueden lanzar -previo pago de 35 reales- por una tirolesa que permite llegar al mar por un atajo de 340 metros.
EL CRAC ANFITRIÓN
Si bien el destino aún no perdió su vocación bohemia y su imán como meca de mochileros, la sofisticación de sus resorts a todo trapo convive con la villa de moradores del país real. La aldea hippie de antaño mutó en los últimos tres lustros en un complejo de 120 posadas y resorts que albergan a un total de 20.000 turistas por temporada, con picos máximos en el Reveillon de fin de año y la llamada resaca de Carnaval.
Uno de los vecinos ilustres de la comarca es el último ídolo del Flamengo, el futbolista serbio Dejan Petkovic, que emigró para la isla y se convirtió en anfitrión del jet set internacional desde su Patachocas Eco Resort. El Pet -se pronuncia Pechi- se convirtió en el orgullo de los locales y recibió el título emérito de Cidadao Cairuense.
Como todo destino vacacional, en el centro desfilan las tiendas de tejidos y bijouterie tan deudoras de la cadena de montaje que representan las ferias de artesanía en todo el mundo, desde Yucatán hasta Liniers. Similares hasta en sus pretensiones de refinamiento. En medio del paseo de compras, uno se puede encontrar con un sound system evangelista, con raperos que vociferan loas a Dios como sucedáneos de Snoop Dogg en plan proselitista y pantalón de tiro alto.
De los 80.000 compatriotas que recibe el estado de Bahía cada año, algunos pierden el pasaje de vuelta. Un 10 por ciento de los cinco mil habitantes de la villa son argentinos, mano de obra calificada para las relaciones públicas y la gestión de la noche.
Uno de los anzuelos del Morro es la ausencia de coches y esta condición, en vivo y en directo, adquiere su sentido. Caminar de la primera a la cuarta playa demanda 20 minutos a través de la arena. La movilidad se limita a la tracción propia o a unos jeeps de ocasión que acceden a los enclaves más alejados por caminos lentos y enrevesados. Aquí no queda otra opción que bajar un cambio y dejar el reloj en el hotel. La ansiedad ya nos irá a buscar al aeropuerto en el regreso.
DATOS ÚTILES
Dónde comer
El restaurante Anís, dentro del Hotel Natureza, ofrece comida típica bahiana con sello propio.
www.hotelnatureza.com
Cuándo ir
Entre septiembre y abril es la época ideal, de mayo a agosto es período de lluvias. La temporada alta es enero y febrero, con demanda total en el Reveillon de fin de año, y la llamada resaca de carnaval, semana posterior a la fiesta, cuando los precios se duplican.
Qué hacer
Paseos en barco a las islas del archipiélago de Cairú, práctica de surf.
Clases de buceo: bautismo para principiantes (130 reales por persona), curso básico de 5 días (880 reales por persona), curso avanzado (880 reales por persona). Salidas embarcadas (2 inmersiones de barco) a 220 reales con equipamiento incluido.
Más información
Comité Visite Brasil, Embajada del Brasil en Buenos Aires, Cerrito 1350,
Entrepiso. Teléfono, 4515-2422.
turismo@brasil.org.ar
buenosaires.itamaraty.gov.br
www.visitbrasil.com
El Morro de San Pablo, en el estado de Bahía, puede ser un cautivante destino final o el acceso al archipiélago de Cairú, con sus inagotables playas y postales idílicas
La apartada playa de Gamboa, en la isla de Tinharé, no muy lejos del Morro de San Pablo. Foto: Embajada de Brasil / Martín Mangudo
El Morro de San Pablo se lo pone fácil a los operadores turísticos. Playas turquesas delineadas según sus prestaciones, puestas de sol de publicidad de negronis, múltiples opciones de ocio y farra multilingüe.
Puede que los fans de toda la vida presuman en tono elegíaco que ya no es el mismo de hace veinte años. Ellos tampoco lo son, aunque ninguno tira la toalla y cada año se calzan la camisa con palmeras y tucanes y marcan tarjeta. Como otros miles que se dejan tentar por su leyenda y se dan una vuelta para comprobarla.
Probablemente volverán: según un relevamiento del Ministerio de Turismo brasileño, el Morro de San Pablo es uno de los destinos con mayor índice de aprobación y retorno del país. Por eso el Embratur, organismo de promoción turística de ese país, lo escogió entre 5570 ciudades brasileñas, muchas de ellas aptas para concurso de belleza, como uno de los destinos inductores de la Copa del Mundo 2014.
Situado a 60 kilómetros de Salvador, en la isla de Tinharé, el Morro es el escaparate principal de Cairú, archipiélago de 26 islas que conforma un book de atractivos de toda naturaleza, sean ambientales, turísticos o históricos. El Morro ya era una apostilla en los códices del siglo XVI. Hasta hoy, la pequeña villa que dio origen al municipio guarda un rico patrimonio, como la Fortaleza, la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, la Fuente Grande y el Faro, estos últimos registrados en el cuaderno de bitácora del emperador Pedro II durante su visita en 1859. Las calles de piedra y un puñado de caseríos también perduran como legado de aquel refulgente pasado de colonia.
Si uno llega en ferry se topará en el muelle con jóvenes que se encargan por 10 reales de trasladar en carretilla el equipaje hasta el sitio de alojamiento consensuado. La pertinencia del servicio depende de lo que uno lleve encima. La pendiente puede llegar a ser asequible sólo para apolíneos de gimnasio o incluso enclenques con bolso de mano.
Subida la cuesta, un pórtico del siglo XVII anuncia la llegada a la villa. La pieza forma parte de los pertrechos que los portugueses construyeron para enfrentar a las invasores holandeses, que en aquellos años poco tenían que ver con el prototipo sustentable de costumbres liberales.
Pasada la iglesia Nuestra Señora de la Luz, una escalinata conduce hacia la parte alta del Morro, donde el faro, que también forma parte del conjunto defensivo de la isla, marca la entrada a la bahía.
MENÚ DE PLAYAS
Arribar hasta estas costas tiene su intríngulis -entre otros vestigios de civilización, ni siquiera llegan los diarios del día-, pero una vez superado el examen todo vuelve a su cauce. El Morro se las arregla para atraer a la familia al completo, lejos del acelerador de la urbe, llámese Salvador o Buenos Aires, con un mar que reviste tanto de club náutico como de una serena villa de pescadores.
Como si hubiera sido objeto de un plan de laboratorio de marketing, el Morro se divide en cinco playas, cada una con su singularidad a cuestas. Si el Morro es uno de los mejores sitios de Brasil para la práctica de surf, la actividad se concentra mayormente en la primera playa. Pedra do Moleque recibe un oleaje del Este que alcanza su mayor poder y quiebra en un banco de corales. En su margen izquierdo, la Quebrancinha es otro de los puntos de atracción para la fraternidad de las tablas.
La segunda playa, en tanto, llama a la celebración, las batidas bahianas que cambian cada año como canción de verano y concentra además la oferta gastronómica. La tercera pide calma y es el refugio de los buceadores. La cuarta ofrece piscinas naturales y la quinta, bautizada como la Playa del Encanto, reúne la mayor constelación de arena y paisaje de trópico de la zona.
AGENDA NOCTURNA
Los que llegan en procura de verbena tienen un menú rico en fiestas improvisadas tanto como en discotecas. Bailarán en todos los idiomas y participarán de tertulias en portuñol, italiano o hebreo, ya que la región se convirtió en un destino frecuente para los jóvenes judíos que egresan del servicio militar. Tanto como para que se haya filmado en estas playas una serie de doce episodios, Malabi Express, que refleja las aventuras de un grupo de israelíes en estos parajes de la costa de Dendê.
La noche del Morro se traviste de la tan mentada brasilidade. Los restaurantes y bares que se apilan frente a la costa, los cantantes de repertorio cursi, los carritos atiborrados de aguardientes y frutas tropicales, entre todos componen una comparsa a cielo abierto que en días de alta temporada se prolonga hasta pasada la madrugada. Si hay derroche de caldo de gente, unas vueltas en primera línea de mar proveerán de recambio y alivio.
Un clásico de las convocatorias morrenses son los luaus, fiestas a beira mar que obedecen al calendario: lunes y jueves. El fixture, que puede variar según las condiciones climáticas, reparte el miércoles a los ensayos o shows del Teatro del Morro, y viernes y sábados a los boliches. Cualquiera que deambule por ahí se va a enterar sin necesidad de contraseñas ni datazos.
Al que le quede chico el horizonte, tendrá la posibilidad de salir en barco o lanchas de excursión a las islas próximas. El paseo Volta a Ilha (60 reales en temporada baja) contempla un derrotero de unas horas por los municipios de mar adentro con regreso por la tarde. También hay opciones para quedarse a hacer noche en algunas de las islas, algunas de ellas con promesas de turismo diferencial. Cuanto más lejos, más silencio.
Sin el recurso de las embarcaciones, a media hora de caminata con marea baja, se encuentra la playa Gamboa, puntal de la vela y el yate de Tinharé. Acá también son famosos los baños de arcilla, a la que le adjudican propiedades revitalizadoras de la piel. Para enjuagarse basta un chapuzón en sus aguas tranquilas y calientes. Si al regreso la marea pegó un estirón, una lancha lleva de regreso al Morro por unos 3 reales.
Muchos coincidirán en las celebradas puestas de sol a varias puntas. Una opción es la Fortaleza de Tapirandu, conocida como el Fuerte del Morro, entre 700 metros de murallas y ruinas que retozan en la costa. Otro convite es el boliche A toca do Morcego, a 60 metros sobre el nivel del mar, con los correspondientes DJ y siluetas tostadas en aceite de oliva. Cualquier tramo de la ribera oficia de platea para la llegada del crepúsculo.
Si uno continúa por la misma senda de este chill out, tras una mata de cocoteros y palmas se encontrará con el faro, que ofrece desde sus miradores una panorámica de las playas de tarjeta postal. Los guías juran por sus hawaianas que se pueden avistar delfines en el atardecer. Desde una de las plataformas, los aventurados se pueden lanzar -previo pago de 35 reales- por una tirolesa que permite llegar al mar por un atajo de 340 metros.
EL CRAC ANFITRIÓN
Si bien el destino aún no perdió su vocación bohemia y su imán como meca de mochileros, la sofisticación de sus resorts a todo trapo convive con la villa de moradores del país real. La aldea hippie de antaño mutó en los últimos tres lustros en un complejo de 120 posadas y resorts que albergan a un total de 20.000 turistas por temporada, con picos máximos en el Reveillon de fin de año y la llamada resaca de Carnaval.
Uno de los vecinos ilustres de la comarca es el último ídolo del Flamengo, el futbolista serbio Dejan Petkovic, que emigró para la isla y se convirtió en anfitrión del jet set internacional desde su Patachocas Eco Resort. El Pet -se pronuncia Pechi- se convirtió en el orgullo de los locales y recibió el título emérito de Cidadao Cairuense.
Como todo destino vacacional, en el centro desfilan las tiendas de tejidos y bijouterie tan deudoras de la cadena de montaje que representan las ferias de artesanía en todo el mundo, desde Yucatán hasta Liniers. Similares hasta en sus pretensiones de refinamiento. En medio del paseo de compras, uno se puede encontrar con un sound system evangelista, con raperos que vociferan loas a Dios como sucedáneos de Snoop Dogg en plan proselitista y pantalón de tiro alto.
De los 80.000 compatriotas que recibe el estado de Bahía cada año, algunos pierden el pasaje de vuelta. Un 10 por ciento de los cinco mil habitantes de la villa son argentinos, mano de obra calificada para las relaciones públicas y la gestión de la noche.
Uno de los anzuelos del Morro es la ausencia de coches y esta condición, en vivo y en directo, adquiere su sentido. Caminar de la primera a la cuarta playa demanda 20 minutos a través de la arena. La movilidad se limita a la tracción propia o a unos jeeps de ocasión que acceden a los enclaves más alejados por caminos lentos y enrevesados. Aquí no queda otra opción que bajar un cambio y dejar el reloj en el hotel. La ansiedad ya nos irá a buscar al aeropuerto en el regreso.
DATOS ÚTILES
Dónde comer
El restaurante Anís, dentro del Hotel Natureza, ofrece comida típica bahiana con sello propio.
www.hotelnatureza.com
Cuándo ir
Entre septiembre y abril es la época ideal, de mayo a agosto es período de lluvias. La temporada alta es enero y febrero, con demanda total en el Reveillon de fin de año, y la llamada resaca de carnaval, semana posterior a la fiesta, cuando los precios se duplican.
Qué hacer
Paseos en barco a las islas del archipiélago de Cairú, práctica de surf.
Clases de buceo: bautismo para principiantes (130 reales por persona), curso básico de 5 días (880 reales por persona), curso avanzado (880 reales por persona). Salidas embarcadas (2 inmersiones de barco) a 220 reales con equipamiento incluido.
Más información
Comité Visite Brasil, Embajada del Brasil en Buenos Aires, Cerrito 1350,
Entrepiso. Teléfono, 4515-2422.
turismo@brasil.org.ar
buenosaires.itamaraty.gov.br
www.visitbrasil.com
martes, 7 de febrero de 2017
GRAN BRETAÑA: LONDRES: Los más antiguos pubs
Los más antiguos pubs de Londres
De paseo por una tradición social de la vida londinense.
El escritor Samuel Pepys decía ya en 1660 -en su famoso diario personal- que los pubs eran "el corazón de Inglaterra". Hoy siguen siendo una institución social, hay más de 52.000 pubs en Inglaterra y allí, desde siempre, la clientela pasa un buen rato charlando, bebe cerveza, juega al billar, los dardos o el ajedrez. También puede oír música en vivo o ver un show teatral, aunque eso es más raro. Y por supuesto, en un pub se puede comer: los platos más populares son el pollo asado y el pescado con papas. Un menú puede costar 12 libras esterlinas y la "pinta" de cerveza -es la medida inglesa para esta bebida- ronda las 5 libras
Londres tiene casi 4.000 pubs y algunos existen desde hace más de trescientos años. Un experto que ha manejado pubs durante años en Oxfordshire, George Dailey -junto a su hija, la fotógrafa Charlie Dailey- se ocupó de recorrer 22 históricos pubs de Londres en un libro, "Great pubs of London", recientemente elogiado por la BBC. Los autores se concentraron en las anécdotas e incidentes relacionados con cada pub, no ya en la calidad de la cerveza.
Nags Head
En el elegante barrio de Belgravia, donde abundan las embajadas y está la tienda Harrod's, el pub "Nags Head" se enorgullece de la máquina que usan para servir la cerveza artesanal, tiene más de 150 años y es de porcelana de Chelsea. El bar está decorado con espléndidas fotos, posters y antiguos juguetes. Eso sí, el bartender es bastante severo, quienes intenten hablar usando el teléfono celular no serán apreciados.
The Blackfriar
En la parroquia de Ludgate, en Blackfriars, el pub "The Blackfriar" data de 1875 pero parece una reconstrucción de la Inglaterra medieval. El techo es de mosaicos decorados, hay columnas de mármol y las figuras de antiguos sacerdotes vestidos de negro -los black friars- aparecen en cada rincón, comprensivos e indulgentes con los bebedores.
The French House
En el Soho, artistas, escritores, actores y fotógrafos frecuentan "The French House", se llama así desde 1914 y tiene el ambiente bohemio que muchos clientes aprecian. Dicen que era el preferido de Charles de Gaulle durante su exilio en Londres en 1940.
The Prospect of Whitby
"The Prospect of Whitby", en el distrito de Wapping, sobre la orilla norte del río Támesis y cerca de la City bancaria, fue reconstruido en el siglo XVIII, pero sus cimientos datan de 1520. Se dice que entre la clientela estaba Charles Dickens, Samuel Pepys y Samuel Johnson, todos ellos entusiastas de la riñas de gallos, típicas de este pub en sus inicios.
The George Inn
Según cuenta George Dailey, no hay un pub de Londres que pueda decir que su arquitectura interna sea la misma que tenía en el siglo XVIII pero "The George Inn" es la que más se acerca a ese ideal. Está en Southwark, en Borough High Street. En esa época, casi en el límite de las murallas de la City londinense. Y allí se representaban obras teatrales de Shakespeare.
The Grapes
Charles Dickens decía en 1865 que el pub "The Grapes", ubicado en el distrito de Wapping junto al río Támesis y los docks del puerto de Londres, era "una taberna que había sobrevivido a muchos casi a orillas del agua, siempre a punto de tirarse pero sin decidirse". Es que el edificio data de 1720 y el barrio era frecuentado por marineros y estibadores, Dickens se inspiró en el lugar para escribir su gran novela "Nuestro amigo común".
The Ship Tavern
Detrás de una estación del subte de Londres, Holborn, "The Ship Tavern" fue reconstruido en la década de 1920 y se dice que nació en el siglo XVI como un primer refugio para fieles católicos. En esa época era una zona rural, hoy es el céntrico distrito de West London.
The Dove
En el barrio de Hammersmith está el mejor lugar para ver la regata Oxford & Cambridge Boat Race, si uno consigue lugar en el pub "The Dove" a orillas del Támesis. El local existía ya en el año 1730 y ofrecía tranquilidad, bastante lejos de la City de Londres.
The Flask
"The Flask" está cerca del cementerio de Highgate, en la zona de Highgate Hill, North London. Lo visitaban poetas y escritores como Lord Byron, Coleridge, Keats y Shelley, además de pintores como Hogarth. Se cree que este pub tiene sus propios fantasmas: una mujer española que atendía el bar y murió por mal de amores. También está el fantasma de un viejo caballero que atraviesa el bar y desaparece ante las paredes.
The Lamb and Flag
Otro pub imperdible es "The Lamb and Flag", en la zona de Covent Garden, que ya en 1772 era famoso por sus parroquianos humildes y bastante alegres. Lo frecuentaba entonces el poeta John Dryden, más tarde fue el turno de Dickens. Parece que Dryden sufrió un intento de asesinato aquí cerca, por eso el salón del primer piso lleva su nombre.
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