En Este blog encontrara descripciones de variados destinos, buscando aportar informacion, y experiencias diferentes
martes, 29 de septiembre de 2015
ESCOCIA: Edimburgo
Encuentro cercano con los fantasmas en Edimburgo
Circuitos / Escocia
Además de su arquitectura, su imponente castillo y los bares y tiendas de whisky, la capital escocesa es famosa por sus leyendas oscuras, de fantasmas y apariciones.
Pocas ciudades reúnen un ambiente capaz de hacernos creer tantas historias y leyendas sobre fantasmas como Edimburgo. En la capital de Escocia, con sus noches frías y a menudo lluviosas, se teje un sinfín de leyendas e historias sombrías en las que se mezclan brujerías, apariciones, el flagelo de la peste y hasta canibalismo. Claro, hay quienes creen y quienes no, pero eso no es lo importante aquí, sino dejarse llevar por tours y recorridos que invitan a revivir el lado fantasmagórico de una de las ciudades más hechizadas -y probablemente también más bellas- del mundo.
Aunque hay tours a toda hora, los más buscados, claro, son los nocturnos, y se realizan en el Old Town o casco antiguo de la ciudad. El centro histórico de Edimburgo reúne sus atractivos en torno a la Royal Mile, la avenida principal, así llamada porque mide justamente una milla de un extremo a otro: del castillo, en la cima de la colina al palacio de Holyroodhouse. Aunque toda la ciudad pueda parecer escenario ideal para la aparición de fantasmas, las historias se concentran especialmente en dos sitios: la Royal King's Close y Blair Street. Estas son sólo algunas de sus leyendas más famosas:
Las bóvedas de Blair Street
"Fantasmas y demonios" es el nombre de uno de los recorridos nocturnos que parte del corazón de la Royal Mile e invita a visitar el macabro pasado de la ciudad y escuchar dramáticos relatos mientras se desciende a las bóvedas subterráneas de Blair Street, que datan de fines del siglo XVIII, cuando se construyó el South Bridge (Puente Sur) para extender la ciudad. En el espacio debajo del puente se construyeron bóvedas destinadas a guardar mercadería para las tiendas que había sobre el puente. Historias macabras se tejieron dentro de estas bóvedas que, dicen, son merodeadas por fantasmas de aquellos hechos. La noche macabra termina con copas y más historias en una taberna con gran ambiente.
La fantasmita de Mary King's close
En otros tiempos, el callejón Mary King supo ser una animada calle comercial, con viviendas y, sobre todo, tiendas de artesanos, en la parte baja de la ciudad. Pero en 1753 sobre este callejón y otros cuatro comenzó a construirse el edificio de la City Chamber, o Municipalidad de la ciudad, y los callejones fueron tapiados, pasando a ser una especie de “mini ciudad subterránea”, que se pobló de leyendas. Reabierto en 2003 como circuito turístico, se convirtió en uno de los imperdibles de Edimburgo. El recorrido cuenta como vivía la gente en estas oscuras habitaciones y, sobre todo, cómo moría víctima de la peste que azotó la ciudad en 1644 y 45. Asustar a los turistas es una parte más del tour, en una zona poblada de leyendas de fantasmas, y en especial el de la pequeña Annie, que murió víctima de la peste y aún hoy sigue lamentándose en un rincón de su vieja habitación por no tener a su muñeca. Como consuelo, muchos visitantes le regalan distintos juguetes, que se acumulan en la habitación.
El gaitero del castillo
The lone piper, el gaitero solitario, era un joven que un día descendió a investigar los túneles subterráneos que, según la leyenda, se habían construido siglos antes debajo del Castillo de Edimburgo. Debía caminar por ellos tocando la gaita para que siempre se supiera su ubicación. Pero de pronto la música dejó de escucharse, y nunca más se halló al instrumentista gaitero. Así que, si visita el castillo, preste atención, porque se dice que, aguzando el oído, se oye el canto lejano de unas gaitas, porque esl músico sigue caminando eternamente por los túneles.
Escalera al infierno
Jacob’s ladder, o escaleras al infierno, está entre Calton Road y Regent Road. Hoy llevan a la estación de tren, pero a comienzos del siglo XIX por allí se trasladaban cadáveres hasta la universidad, que los adquiría para estudiarlos. El “mercado de cadáveres” floreció, y a las profanaciones de tumbas se sumó la historia de los irlandeses famosos porque “ayudaban” a sus víctimas a convertirse en cadáveres antes de tiempo, para venderlos a la universidad.
lunes, 28 de septiembre de 2015
HOLANDA: Amsterdam: 10 lugares que no podés dejar de conocer
Amsterdam imprescindible: 10 lugares que no podés dejar de conocer
1. Casa de Rembrandt. Hijo de un molinero, el artista más célebre de Holanda nació en Leiden, en 1606, pero mientras estudiaba con los grandes maestros de la época, y crecía su admiración por el italiano Caravaggio, Rembrandt van Rijn vivió -entre 1639 y 1658- en esta casa, una joya de tres pisos. No sólo se puede ver la habitación en la que trabajaba; también el entrepiso, al que se accede después de subir una escalera de caracol, donde se exhibe una muy buena colección de arte. Se sabe que a Rembrandt lo apasionaban los países exóticos y la naturaleza y así coleccionaba desde porcelana china hasta caparazones de tortuga. En la cocina, que se conserva con los muebles originales, Rembrandt solía comer con su familia y sus discípulos.
2. Jordaan. La geografía de los canales probablemente le de a Amsterdam una fisonomía parecida en toda la ciudad. Sin embargo, el Jordaan, un antiguo barrio de trabajadores, es el que mejor se conserva porque casi no hay rincón no que combine calles, canales, agua y arquitectura. A cada paso, una escena invita a detenerse y mirar, por ejemplo, la vidriera de un negocio, o una postal de árboles que se asoman al agua. Difícil elegir con cuál de los canales quedarse. También se pueden ver los hofjes, los patios que la alta burguesía construyó para las clases más bajas y que están detrás de muchos portales. Alrededor de los patios hay viviendas, desde construcciones desprolijas hasta casitas que parecen salidas de un cuento.
3. Casa de Ana Frank. En la calle Prinsengracht 267, sobre uno de los canales más lindos de Amsterdam, está la casa de Ana Frank, en la que la adolescente se refugió junto a su familia y otras personas durante la invasión nazi a Holanda, en 1940. Fueron descubiertos y Ana murió en el campo de concentración de Bergen Belsen en 1945, un mes ante de la liberación. Cerrada durante años, la casa se abrió a fines de los 50, con el objetivo de preservar el anexo, donde funcionaba el escondite. La visita es libre, sin guías, aunque en una sala audiovisual se brinda toda la información, además de funcionar como un alegato contra el racismo. Un dato: siempre hay cola, por lo que conviene sacar las entradas por internet.
4. Rijksmuseum. Algo alejado del centro, el Barrio de los Museos concentra algunos de los mejores del mundo, como el Rijksmuseum, en un hermoso edificio de ladrillos rojos del siglo XIX. Una de las mejores cosas que ocurren en esete museo es que está hecho a escala humana. Aunque contiene una cantidad de obras de arte impresionante, se lo puede conocer en un día y, como dato adicional, fue reabierto hace muy poco tiempo, después de una remodelación en la que se invirtieron más de 200 millones de euros. Hay salas destinadas a unas increíbles casas de muñecas y otras a cerámicas de todo el mundo. Pero sin dudas el mayor atractivo es la colección de las mejores obras de Rembrandt, unas 17 obras que incluyen “La ronda nocturna” y “La novia judía”. También hay pinturas de Jan Vermeer y de Hendrik Avercamp.
5. Vondelpark. Un espacio verde de más de 45 hectáreas que lo tiene casi todo: cafés, un teatro, un rosedal que disfrutan millones de personas, tanto locales como turistas. Inaugurado en 1865 en un terreno por debajo del nivel del mar, el Vondelpark es una muestra al aire libre y a escala de Amsterdam: gente en bicicleta, familias de pic nic o paseando a sus perros... Además de todo esto, es un buen lugar desde el que observar aves (cisnes, patos, garzas). También se hacen recitales espontáneos. Por algo es el parque más popular de Amsterdam.
6.Barrio Rojo. Es, sin dudas, una de las zonas más visitadas de Amsterdam, y aunque sea por simple curiosidad, hay que darse una vuelta. Y también hay que decir que, de noche, llaman más la atención las luces de neón y la arquitectura. También, lo pintorescas que se vuelven algunas escenas a fuerza de ver las repetidamente. El Barrio Rojo (Red Light en inglés y Rosse Buurt en neerlándes) está en el centro histórico de la ciudad, en las que en el pasado eran casas de pescadores. Este barrio que concentra la prostitución es, seguramente, uno de los más famosos del mundo. La actividad es legal y está completamente regulada: quienes la ejercen no sólo generan ingresos por millones de euros; también pagan enormes cantidades de impuestos a las ganancias. El Red Light es famoso por las vidrieras en las calles y callejones.
7. Waterlooplein Markt. ¿Un disco de Deep Purple inconseguible? ¿Una campera de cuero de segunda mano? Este mercado callejero se arma de lunes a domingos, de 9 a 17, con precios de todo tipo para la enorme cantidad de cosas que se pueden encontrar: desde zapatos y joya usados hasta objetos de decoración para la casa y más, mucho más, como carteles de películas, cortinas de plástico con tiras de corazones de charol, repuestos para bicicletas. También hay antigüedades, aunque el mejor para esta variante es el Nieuwmarkt, que sólo se hace de mayo a septiembre.
8. Museo Van Gogh. Casi un sueño cumplido: una muy buena parte de las pinturas de Vincent Van Gogh en un museo que es otra obra de arte, un edificio realizado en 1973 por Gerrit Rietveld, que por su diseño geométrico se diferencia de otras construcciones del Barrio de los Museos. En 1999 se hizo una ampliación, a cargo del arquitecto japonés Kisho Kurokawa.
Este es uno de los museos más visitados de Amsterdam y contiene alrededor de 200 pinturas, y unos 500 dibujos y 700 cartas de Van Gogh. La exposición, ordenada cronológicamente, va desde su inicial “Los comedores de patatas” (de 1885) hasta sus últimos años de locura y talento, “El campo de trigo amarillo” (1890).
9. Plaza Dam. Es uno de los lugares centrales de Amsterdam, una plaza seca por donde pasan todo y casi todos. En el centro, está la aguja del Nationaal Monument, un homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Según la historia, en este sitio se construyó el primer dique sobre el río Amstel, en el siglo XIII. Esta plaza fue el sitio de las protestas y manifestaciones. Y es un punto fundamental de la ciudad para arreglar un encuentro. Hay varios monumentos para ver, todos de diferentes estilos y épocas, como el Palacio de Koninklijk, del siglo XVII, cuando Amsterdam era una de las ciudades comerciales más importantes del mundo. También, la Nieuwe Kerk, o Iglesia Nueva, donde se celebran las coronaciones de los monarcas holandeses. O donde se casaron Guillermo y Máxima. Alrededor de toda la plaza hay cafés al aire libre para sentarse y disfrutar de esta ciudad incomparable.
10. Los cafés. En Amsterdam no hay un solo tipo de café, hay distintas modalidades. También se llama café a los locales que en otros países serían pubs o pequeños restaurantes. Los “bruine cafes”, por ejemplo, son los más clásicos, el típico bar que tiene pintados los techos y las paredes de color marrón y pisos de madera. El más antiguo es del siglo XVI. Además de servir café, venden bebidas alcohólicas e, imperdibles, postres como las tartas de manzana con crema. Con el tiempo surgieron los bares de diseño, como el Luxemboug. Otros tipos son los bares de cata, donde testear la famosa ginebra, y los eetcafes, que sirven, especialmente al mediodía, platos holandeses, aunque, hay que decirlo, en Amsterdam no hay que dejar de comer platos tailandeses y de Indochina. Cuestión de puertos y fusiones. Y, para el final, están los coffeeshops, donde se permite la venta y consumo de marihuana y hachís, es decir, drogas blandas. Estos locales tienen un sticker en la ventana que los identifica.
1. Casa de Rembrandt. Hijo de un molinero, el artista más célebre de Holanda nació en Leiden, en 1606, pero mientras estudiaba con los grandes maestros de la época, y crecía su admiración por el italiano Caravaggio, Rembrandt van Rijn vivió -entre 1639 y 1658- en esta casa, una joya de tres pisos. No sólo se puede ver la habitación en la que trabajaba; también el entrepiso, al que se accede después de subir una escalera de caracol, donde se exhibe una muy buena colección de arte. Se sabe que a Rembrandt lo apasionaban los países exóticos y la naturaleza y así coleccionaba desde porcelana china hasta caparazones de tortuga. En la cocina, que se conserva con los muebles originales, Rembrandt solía comer con su familia y sus discípulos.
2. Jordaan. La geografía de los canales probablemente le de a Amsterdam una fisonomía parecida en toda la ciudad. Sin embargo, el Jordaan, un antiguo barrio de trabajadores, es el que mejor se conserva porque casi no hay rincón no que combine calles, canales, agua y arquitectura. A cada paso, una escena invita a detenerse y mirar, por ejemplo, la vidriera de un negocio, o una postal de árboles que se asoman al agua. Difícil elegir con cuál de los canales quedarse. También se pueden ver los hofjes, los patios que la alta burguesía construyó para las clases más bajas y que están detrás de muchos portales. Alrededor de los patios hay viviendas, desde construcciones desprolijas hasta casitas que parecen salidas de un cuento.
3. Casa de Ana Frank. En la calle Prinsengracht 267, sobre uno de los canales más lindos de Amsterdam, está la casa de Ana Frank, en la que la adolescente se refugió junto a su familia y otras personas durante la invasión nazi a Holanda, en 1940. Fueron descubiertos y Ana murió en el campo de concentración de Bergen Belsen en 1945, un mes ante de la liberación. Cerrada durante años, la casa se abrió a fines de los 50, con el objetivo de preservar el anexo, donde funcionaba el escondite. La visita es libre, sin guías, aunque en una sala audiovisual se brinda toda la información, además de funcionar como un alegato contra el racismo. Un dato: siempre hay cola, por lo que conviene sacar las entradas por internet.
4. Rijksmuseum. Algo alejado del centro, el Barrio de los Museos concentra algunos de los mejores del mundo, como el Rijksmuseum, en un hermoso edificio de ladrillos rojos del siglo XIX. Una de las mejores cosas que ocurren en esete museo es que está hecho a escala humana. Aunque contiene una cantidad de obras de arte impresionante, se lo puede conocer en un día y, como dato adicional, fue reabierto hace muy poco tiempo, después de una remodelación en la que se invirtieron más de 200 millones de euros. Hay salas destinadas a unas increíbles casas de muñecas y otras a cerámicas de todo el mundo. Pero sin dudas el mayor atractivo es la colección de las mejores obras de Rembrandt, unas 17 obras que incluyen “La ronda nocturna” y “La novia judía”. También hay pinturas de Jan Vermeer y de Hendrik Avercamp.
5. Vondelpark. Un espacio verde de más de 45 hectáreas que lo tiene casi todo: cafés, un teatro, un rosedal que disfrutan millones de personas, tanto locales como turistas. Inaugurado en 1865 en un terreno por debajo del nivel del mar, el Vondelpark es una muestra al aire libre y a escala de Amsterdam: gente en bicicleta, familias de pic nic o paseando a sus perros... Además de todo esto, es un buen lugar desde el que observar aves (cisnes, patos, garzas). También se hacen recitales espontáneos. Por algo es el parque más popular de Amsterdam.
6.Barrio Rojo. Es, sin dudas, una de las zonas más visitadas de Amsterdam, y aunque sea por simple curiosidad, hay que darse una vuelta. Y también hay que decir que, de noche, llaman más la atención las luces de neón y la arquitectura. También, lo pintorescas que se vuelven algunas escenas a fuerza de ver las repetidamente. El Barrio Rojo (Red Light en inglés y Rosse Buurt en neerlándes) está en el centro histórico de la ciudad, en las que en el pasado eran casas de pescadores. Este barrio que concentra la prostitución es, seguramente, uno de los más famosos del mundo. La actividad es legal y está completamente regulada: quienes la ejercen no sólo generan ingresos por millones de euros; también pagan enormes cantidades de impuestos a las ganancias. El Red Light es famoso por las vidrieras en las calles y callejones.
7. Waterlooplein Markt. ¿Un disco de Deep Purple inconseguible? ¿Una campera de cuero de segunda mano? Este mercado callejero se arma de lunes a domingos, de 9 a 17, con precios de todo tipo para la enorme cantidad de cosas que se pueden encontrar: desde zapatos y joya usados hasta objetos de decoración para la casa y más, mucho más, como carteles de películas, cortinas de plástico con tiras de corazones de charol, repuestos para bicicletas. También hay antigüedades, aunque el mejor para esta variante es el Nieuwmarkt, que sólo se hace de mayo a septiembre.
8. Museo Van Gogh. Casi un sueño cumplido: una muy buena parte de las pinturas de Vincent Van Gogh en un museo que es otra obra de arte, un edificio realizado en 1973 por Gerrit Rietveld, que por su diseño geométrico se diferencia de otras construcciones del Barrio de los Museos. En 1999 se hizo una ampliación, a cargo del arquitecto japonés Kisho Kurokawa.
Este es uno de los museos más visitados de Amsterdam y contiene alrededor de 200 pinturas, y unos 500 dibujos y 700 cartas de Van Gogh. La exposición, ordenada cronológicamente, va desde su inicial “Los comedores de patatas” (de 1885) hasta sus últimos años de locura y talento, “El campo de trigo amarillo” (1890).
9. Plaza Dam. Es uno de los lugares centrales de Amsterdam, una plaza seca por donde pasan todo y casi todos. En el centro, está la aguja del Nationaal Monument, un homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Según la historia, en este sitio se construyó el primer dique sobre el río Amstel, en el siglo XIII. Esta plaza fue el sitio de las protestas y manifestaciones. Y es un punto fundamental de la ciudad para arreglar un encuentro. Hay varios monumentos para ver, todos de diferentes estilos y épocas, como el Palacio de Koninklijk, del siglo XVII, cuando Amsterdam era una de las ciudades comerciales más importantes del mundo. También, la Nieuwe Kerk, o Iglesia Nueva, donde se celebran las coronaciones de los monarcas holandeses. O donde se casaron Guillermo y Máxima. Alrededor de toda la plaza hay cafés al aire libre para sentarse y disfrutar de esta ciudad incomparable.
10. Los cafés. En Amsterdam no hay un solo tipo de café, hay distintas modalidades. También se llama café a los locales que en otros países serían pubs o pequeños restaurantes. Los “bruine cafes”, por ejemplo, son los más clásicos, el típico bar que tiene pintados los techos y las paredes de color marrón y pisos de madera. El más antiguo es del siglo XVI. Además de servir café, venden bebidas alcohólicas e, imperdibles, postres como las tartas de manzana con crema. Con el tiempo surgieron los bares de diseño, como el Luxemboug. Otros tipos son los bares de cata, donde testear la famosa ginebra, y los eetcafes, que sirven, especialmente al mediodía, platos holandeses, aunque, hay que decirlo, en Amsterdam no hay que dejar de comer platos tailandeses y de Indochina. Cuestión de puertos y fusiones. Y, para el final, están los coffeeshops, donde se permite la venta y consumo de marihuana y hachís, es decir, drogas blandas. Estos locales tienen un sticker en la ventana que los identifica.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)